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Heridas Que Reabren

Heridas Que Reabren

Status: En proceso
Genre:Casarse por embarazo / Malentendidos / Elección equivocada / Traiciones y engaños / Padre soltero / Madre soltera
Popularitas:301
Nilai: 5
nombre de autor: Eduardo Barragán Ardissino

Esta historia nos narra la vida cotidiana de tres pequeñas familias que viven en el mismo complejo de torres, luego de la llegada de Carolina al lugar.
Tras ser abandonada por sus padres, y por sus tíos, la pequeña se ve obligada a mudarse con su abuela. Ahí conoce a sus dos nuevos amigos, y a sus respectivos padres.
Al igual que ella, todos cargan con un pasado que se hace presente todos los días, y que condiciona sus decisiones, su manera de vivir, y las relaciones entre ellos. Sin proponérselo, la niña nueva provoca encuentros y conexiones entre estas familias, para bien y para mal.
Estas personas, que podrían ser los vecinos de cualquiera, tienen orígenes similares, pero estilos de vidas diferentes. Muy pronto estas diferencias crean pequeños conflictos, en los que tanto adultos como niños se ven involucrados.
Con un estilo reposado, crudo y directo, esta historia nos enfrenta con realidades que a veces preferimos ignorar.

NovelToon tiene autorización de Eduardo Barragán Ardissino para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 4: Como un paquete

La niña jugaba con Toby. Desde que su abuela lo había salvado de las calles, Carolina se divirtió mucho con él cada vez que iba a visitarla a su anterior casa. El hecho de que la edad de su peludo amigo ya fuera la de un perro adulto no evitó que los dos se divirtieran enormemente, mientras Leonor y Argelia intercambiaban algunas palabras.

Esta última se sintió muy agradecida de que fuera así, ya que lo que menos deseaba la anciana señora era que su querida nieta se viera obligada a ver y escuchar esa clase de encuentros que, de vez en cuando, se llevaban a cabo en esa familia. Por muy carentes de violencia que tenían la impresión de estar, la tensión del ambiente era más que notoria en todas esas ocasiones.

Leonor profirió la primera queja, a la vez que la puerta se cerraba detrás suyo, al presenciar como Toby hacía su aparición, corriendo y ladrando, dirigiéndose a su invitada favorita, quién le dedicó su primera sonrisa de aquel día. Argelia, igualmente con una sonrisa, estaba a punto de expresar su deseo de que ambos pudieran seguir llevándose así de bien ahora que la niña dejaría de ser simplemente una visita, cuando su nuera repitió las mismas palabras de siempre, como si de un libreto memorizado se tratase. Tanto ella como el hijo de Argelia desaprobaron abiertamente, desde el primer día, que la anciana adoptara al ya no tan pequeño animal. La joven pareja llegó a declarar, en más de una ocasión, que esa criatura era el motivo por el cual casi nunca habían ido a verla su anterior casa, la que luego pasaron a ocupar ellos dos con sus hijos. Ese día no fue la excepción. Como siempre, le mencionó a la venerable mujer todo el pelo y el mal olor que, según afirmaba, tuvieron que tomarse el trabajo de quitar de la casa antes de mudarse a esta, así como recordarle que tenía que deshacerse cuanto antes de su mascota, y que debió haber aprovechado el cambio a aquel departamento para hacer eso.

—Me siento mejor con él en la casa —respondía Argelia, cambiando algunas palabras de vez en cuando—. Puedo acostumbrarme a la soledad, lo he hecho muchas veces antes, pero prefiero estar acompañada. Además, una no puede simplemente deshacerse de alguien, así como así, tirándolo o regalándolo.

—Es un perro —exclamó nuevamente la mujer, sin el menor indicio de estar siquiera remotamente cerca de cansarse de aquel argumento, sin olvidar exhibir aquella expresión que encerraba desdén, burla, desprecio, y complejo de superioridad evidentes, que tanto acostumbraba ella, y que nunca dejó de irritar a sus interlocutores, especialmente a su suegra.

—Mi perro. Y también mi familia. Mucho más que cualquiera de ustedes.

Al igual que las otras discusiones, había pronunciado esas palabras movida por una rabia que no fue capaz de controlar por más tiempo, únicamente para arrepentirse, casi al instante, de haberlo hecho. Había aprendido a odiar que la gente dijera aquellas palabras que consideraba tan desagradables, al ser usadas como si de un razonamiento válido se tratase (al igual que el escuchar la frase "ni que fuera una persona", usada usualmente como complemento de la otra). A pesar del enfado que le provocaban, tanto su hijo como la esposa de este, no le gustaba decirles esa clase de cosas. Así fue siempre su modo de ser. Pero de nada servían los arrepentimientos.

Su interlocutora dejó clara la indignación que sentía por la acusación de la que aseguraba ser una injusta víctima. Como siempre, le recordó las múltiples obligaciones y responsabilidades con las que ella y Bautista debían lidiar a diario y, no obstante, se las arreglaban para comunicarse con ella y para enviarle de vez en cuando lo que le hiciera falta. Argelia siempre prefería creer que, en efecto, no tenía nada de qué quejarse respecto al trato que recibía por parte de su hijo y su nuera, recordarse a sí misma que tenían su propia vida, y que no debía presionarlos de esa manera, exigiéndoles tanto.

Quiso decirle a Leonor cuánto hubiera preferido que hubiera sido su hijo quien le llevara a Carolina, pero solo crearía más tensión de la que ya había provocado. Sabía que solo la haría decir lo ocupado que se encontraba, y lo caprichosa que ella siempre había sido con ellos. Prefirió que la conversación volviera a lo que realmente importaba: Carolina.

Necesitaba que Leonor le diera toda la información posible sobre ella. Pese a conocerse, y haberse divertido mucho juntas en el pasado, jamás convivieron por más de un día, y la crianza de su nieta era algo que no debía tomarse a la ligera. Sin embargo, la evidente incomodidad y el deseo de retirarse de su nuera hicieron que la visita no se prolongará tanto como ella deseaba.

Un segundo después de que la puerta volviera a cerrarse detrás de Leonor, Argelia levantó la vista hacia el reloj de la pared. 5 minutos exactos. La permanencia de la esposa de su hijo en aquel departamento no duró ni un segundo más, ni un segundo menos. No fue tan corta como ella había esperado, motivo por el cual quedó algo sorprendida. Lo que no la sorprendió en lo más mínimo fue que aquella mujer se hubiese ido del lugar sin despedirse de la niña que había llevado, dejándola ahí como si de un simple paquete se tratase, y prestándole poca atención a la tarea de informarla sobre las cosas que necesitaba saber. Ni siquiera quiso ser acompañada al portón del complejo, optando por despedirse de su suegra en ese mismo lugar. Esta última imaginó que había procedido de esa manera para evitar que Carolina se entristeciera y llorara al verse obligada a verla partir.

Ya no había vuelta atrás. La nueva vida daba inicio.

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Kami
Me gustó la forma de narrar
Eduardo Barragán Ardissino: Muchas gracias♥️.
total 1 replies
Tae Kook
No puedo creer lo bien que escribes. ¡Me tienes enganchada! 🔥🤩
Eduardo Barragán Ardissino: Muchas gracias, me alegra saberlo💖.
total 1 replies
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