Una profesora de campo muere tras un accidente en su escuela-casa. Reencarna en Arlette, la protagonista de una historia donde la verdadera villana es ella. pero ella no seguirá la trama y creará a su propio villano para protegerla
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capitulo 12: Contrato aprobado.
Arlette se despidió de Everest con un ligero suspiro, dejando el peso de la habitación a su alrededor en un silencio un poco pesado. La puerta crujió al cerrarse, y Everest se quedó solo, rodeado de un ambiente que, aunque no era el más grande, le ofrecía una especie de consuelo. Las paredes estaban pintadas de un suave tono azul que calmaba la mente.
“ cuando fue la última vez que tuve esta paz alrededor de mí. Lo más seguro es que pronto moriré."
Everest se sentó en la cama, un colchón que, a pesar de su tamaño modesto, lo acogía con suavidad. Miró a su alrededor, observando los detalles; el pequeño escritorio en una esquina, la estantería repleta de libros, y la ventana, que ofrecía una vista de un jardín que florecía con los colores del otoño.
Sin embargo, un leve sentimiento de vacío se instaló en su pecho al recordar muchos recuerdos que no era fácil de olvidar. Guerra, sangre y ser obligado a luchar hasta la muerte con otros esclavos, y una humillación por perderlo todo. Un pasado ni con los años podrá olvidar.
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En otra parte de la mansión de Lord Carter, Alejandra llegó. Había llegado con un propósito claro presentar el contrato matrimonial a Lord Carter.
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Cuando finalmente se encontró cara a cara con él, Alejandra sintió una extraña mezcla de curiosidad. Lord Carter era un hombre de presencia imponente, con una mirada que podía atravesar las palabras. Se presentó con cortesía, extendiendo su mano en un saludo firme pero luego beso su dorso. Alejandra intentó no poner un rostro de asco pero su mente se desata.
“ Asco... Lo que sea por el dinero"
Después de intercambiar algunas palabras de cortesía, Alejandra le presentó el contrato, un documento que representaba no solo un acuerdo, sino la posibilidad de una vida más estable.
Lord Carter, tras leer el contrato, hizo un gesto para que Alejandra se sentara. La invitación a comer y beber algo le pareció un intento de suavizar la conversación. Mientras servía té y ofrecía pastelillos, el ambiente se tornó más relajado. El contrato era claro y preciso, y en su mente no había espacio para la duda. Pasaron solo unos minutos antes de que Lord Carter, con una expresión que mezclaba interés y aprobación, diera el visto bueno.
Le agradaba la cláusula que especificaba que no habría lugar para los sentimientos en la relación, un aspecto que había sido claramente discutido y aceptado.
Alejandra, mientras disfrutaba de un pastelillo, sintió que todo iba conforme a lo planeado.
— perfecto.— murmuró, con un ligero destello de satisfacción en sus ojos.
Sin embargo, la conversación tomó un giro inesperado cuando Lord Carter mencionó que tendrían que mudarse a otro país. La noticia la golpeó como un balde de agua fría, y su mente inmediatamente voló hacia Arlette. ¿Cómo podría dejarla sola en este momento?
Con una mezcla de preocupación, Alejandra se atrevió a preguntar si podría quedarse aquí, incluso estando casada con él. La respuesta de Lord Carter fue firme.
— no.
Era necesario que la acompañara, que demostrara la unión que ahora existía entre ellos. Alejandra desvió la mirada, sintiendo cómo la ansiedad comenzaba a apoderarse de ella. La preocupación por Arlette se convirtió en un nudo en su pecho.
— ¿Es por alguien?— preguntó Lord Carter, su tono revelando una curiosidad genuina.
Alejandra asintió, su voz apenas un susurro.
— sí, por mi hermana.— la respuesta parecía sacudir una parte del hombre que tenía frente a ella, y Lord Carter, tras un breve silencio, le ofreció una salida.
— en un futuro, podrías traerla y que viva con nosotros, si lo desea ella y tú.
— lo hablaré con ella.
Cuando Alejandra cruzó el umbral de su hogar. Había esperado con ansias este momento, y ahora que su contrato con Lord Cárter había sido aceptado, no obstante, buscó primero a Arlette para contarle todo.
— gracias a Dios estás aquí. Ya no quiero más té de durazno y eso que es mi favorito, la tía no dejaba de hablar de los pretendientes que tuvo...
— a buena hora vine a salvarte. Ven... Vamos a mi habitación.— al llegar a la alcoba, Alejandra suelta todo.— Arlette, me iré del país con lord Cárter
— ¿Ah? ¿Cómo que te vas?... Pensé que te casaría aquí y te quedarías aquí.
— yo también, pero no. Al parecer solo seré su esposa de adorno para reclamar una herencia. No me importa, ya que tendré el préstamo para salir adelante. El contrato matrimonial solo durará un año. Luego, divorcio. Está todo en contrato, y firmado por ambos.
— eso es un plan muy elaborado. Yo por mí parte me sentiría un poco sola si no estás. Se que el tiempo que nos conocemos es muy poco pero me agradas.
— no quiero dejarte sola y menos con el matrimonio del príncipe encima. Podría buscar en un futuro cerca. Una vez que esté estable con lord Cárter, vivirás con nosotros y luego del divorcio, conmigo.
— quiero seguir contigo... Pero también necesito encontrar mi camino. Al igual que no puedo dejar a Everest hasta que no encuentre el suyo.
El momento íntimo entre las dos hermanas fue interrumpido por la llegada de una sirvienta, que se acercó con discreción.
— señorita Arlette, el joven Everest no ha querido comer nada. Rechaza todo lo que le traemos.— susurró, el tono de su voz era una mezcla de preocupación y respeto.
Arlette sintió un tirón en su corazón. La situación de Everest no podía ignorarse, y su instinto se activo.
— disculpa, hermana.— dijo, levantándose rápidamente.— debo ir a verlo.
Alejandra asintió, entendiendo la urgencia de su hermana.
— está bien, me daré un baño y descansaré un poco.
Arlette se apresuró hacia la habitación de Everest. Al llegar a su puerta, respiró hondo y tocó suavemente. Cuando la puerta se abrió, el ambiente era denso. Everest, con una expresión que no mostraba ningún ánimo, la miró como siempre, perdido en el dolor.
— ¿Que te han dicho las sirvientas?— su voz era un murmullo suave pero sin vida.
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