En un mundo dónde el sol es un verdugo que hierve la superficie y desata monstruos.
Para los últimos descendientes de la humanidad, la noche es el único refugio.
Elara, una erudita con genes gatunos de la élite, vive en una torre de privilegios y olvido. Va en busca de Kael, un cínico y letal zorro carroñero de los barrios bajos, el único que puede ayudarla a encontrar el antídoto para salvar a su pequeño y moribundo hermano.
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Capitulo 14: Una Nueva Tripulante
La noche que siguió a la batalla fue larga y febril. Bajo los efectos de la radiación, la tripulación se movía con una lentitud dolorosa, cada uno perdido en su propio infierno privado, de náuseas y dolor de cabeza. Elara, a pesar de sentirse como si tuviera vidrio molido en las venas, no podía descansar. La noticia sobre su padre la había destrozado, pero la advertencia de Zaira sobre el satélite orbital era un problema mucho más inmediato.
Mientras los demás intentaban recuperarse, ella y Jax, impulsados por la adrenalina y la desesperación, comenzaron a explorar su nuevo hogar.
—Es una obra de arte y una bestia —murmuró Jax con una reverencia casi religiosa. Estaba conectado a uno de los paneles de mantenimiento del motor del Interceptor, su datapad mostrando diagramas que lo hacían casi llorar de alegría—. Los motores no son de combustión modificada como los nuestros. Son de propulsión magnética. Silenciosos, eficientes... y el blindaje... es auto-reparador. Es lento, pero usa nanomáquinas para sellar brechas menores. Nunca había visto algo así fuera de los esquemas de los Fundadores.
Pero la belleza de la ingeniería también revelaba su trampa.
—Todo está interconectado y encriptado —dijo Jax, frustrado—. Puedo entender la mecánica, pero no puedo acceder al control maestro. Es como si el alma de la nave estuviera encerrada. Sin el control maestro, no podemos activar el sistema de sigilo del que habló la coneja. Somos un faro brillante en mitad de la nada, esperando a que nos disparen.
Elara se enfrentaba a un problema similar en la cabina. La interfaz de la computadora de a bordo era un laberinto de seguridad. Podía acceder a los sistemas básicos de navegación y soporte vital, pero los archivos de misión, los registros del sensor de largo alcance y los protocolos de defensa estaban bloqueados tras un muro de encriptación cuántica que se burlaba de sus intentos.
Después de una hora de fracasos, la conclusión fue ineludible. Solo había una persona en la nave que podía darles las llaves de su propio reino.
Encontraron a Zaira era sentada en la oscuridad de la bodega, tarareando una melodía suave. Lucía completamente tranquila.
—Sabía que volverían —dijo sin abrir los ojos—. ¿Problemas técnicos?
—Necesitamos acceso al sistema de sigilo y a los registros de la misión —dijo Kael directamente, flanqueado por Elara.
Zaira finalmente abrió los ojos, su mirada verde brillando en la penumbra. —Ah, mis disculpas, capitán. Debí olvidar mencionar que el Interceptor solo responde a los comandos de voz de su piloto designado y a los códigos de anulación del Pretor Valerius. Es una medida anti-robo muy eficaz, ¿no crees?
—Danos el código, Zaira —dijo Kael, su voz baja y peligrosa.
—Darles el código sería como darle a mis captores la llave de mi propia celda y el arma para ejecutarme. No soy estúpida. Pero... soy una mujer razonable. Negociemos.
—¿Qué quieres? —preguntó Elara, impaciente.
—Quiero salir de estas ataduras —dijo Zaira, estirando sus muñecas—. Y quiero unirme a su pequeña expedición.
La propuesta dejó a Kael y Elara sin palabras. Rhea, que vigilaba desde la puerta, soltó un gruñido bajo.
—¿Quieres que liberemos a una enemiga que intentó matarnos? —dijo Rhea.
—Yo no intenté matarlos —corrigió Zaira con una sonrisa—. Kass y Drako lo hicieron. Yo pilotaba. Y, si no lo han notado, soy mucho más útil sentada en el asiento del piloto que aquí atada. Pueden llevarme a su mítica Poseidón. Francamente, suena mucho más interesante que volver a Ciudad Perdida. Y a cambio de mi cooperación... les daré el control de la nave.
Era un pacto con el diablo, pero no tenían otra opción. El satélite orbital era una amenaza demasiado real.
Con una tensión que se podía cortar con un cuchillo, Rhea cortó las ataduras de Zaira. La coneja se levantó, estirándose con la gracia lánguida de un gato. Se frotó las muñecas y luego caminó hacia la cabina, pasando tan cerca de Kael que su hombro rozó el de él.
Una vez en el asiento del piloto, sus dedos volaron sobre la consola. Dijo una serie de palabras en un dialecto antiguo y la nave cobró vida. Una luz suave llenó la cabina y el motor emitió un zumbido casi inaudible.
—Sistema de sigilo activado —anunció Zaira—. Ahora somos un fantasma. Y como gesto de buena fe... he desbloqueado los registros de la última misión para su erudita. Disfruten de la lectura.
Mientras Kael y Rhea vigilaban a Zaira con una desconfianza total, Elara se sumergió en los archivos. Lo que encontró la dejó helada.
Había informes detallados de su seguimiento, mapas de su ruta. Pero fue el objetivo secundario de la misión lo que le robó el aliento. Bajo el encabezado "PROTOCOLO LÁZARO", había una directiva clasificada:
"Si el objetivo primario (Elara) logra llegar a la ubicación de Poseidón, la unidad Espectro debe asegurar el 'Activo Quimera' a toda costa. Elara y sus cómplices son prescindibles. El Activo es la prioridad. Recuperar o neutralizar."
No había más detalles. No explicaba qué era el "Activo Quimera". Pero Elara lo supo con una certeza helada que recorrió su columna vertebral. La infinidad de leyendas, el poder imposible de Kael, el interés del Consejo...
Levantó la vista de la pantalla, sus ojos buscando a Kael. No solo lo estaban cazando por traición. El Consejo sabía exactamente lo que él era. Y no querían una cura para su gente. Lo querían a él.
***
Caminó con decisión a través de la cabina hasta la bodega de carga, donde Zaira estaba retenida, observando toda la escena con un interés depredador. Kael se agachó frente a ella.
—Protocolo Lázaro. Activo Quimera. Sabías lo que era.
Zaira sonrió, sin inmutarse por su furia. —Solo conocía las palabras clave, capitán. No los detalles. Valerius no comparte sus secretos más jugosos. Pero no hace falta ser un genio para sumar dos más dos. Un monstruo legendario, un linaje perdido... y un hombre que puede bailar con el sol. Eres el premio gordo, Kael. Siempre lo has sido.
Su tono desenfadado fue como echarle gasolina al fuego. Pero en lugar de explotar, la rabia de Kael se solidificó en una resolución helada.
—Entonces vamos a darles lo que quieren —dijo, poniéndose de pie y dirigiéndose a su tripulación—. Vamos a ir a Poseidón.
—¡Kael, es un suicidio! —protestó Rhea.
—No. Es la única jugada que nos queda —replicó él, su autoridad inquebrantable—. Huir es lo que esperan. Esconderse es una muerte lenta. Pero volar directamente a su supuesta trampa... eso no se lo esperarán. Y lo más importante, si hay respuestas sobre lo que soy, están allí. No voy a pasar el resto de mi vida siendo el "activo" de otro. Voy a averiguar la verdad.
Miró a Elara. —Necesitaré tu cerebro, erudita. Para descifrar lo que encontremos. Y para ver las trampas antes de que nos caigan encima.
Luego a Rhea. —Necesitaré tus armas y tu lealtad. Más que nunca.
Y finalmente a Jax y a Orion. —Y necesitaré que esta nave vuele más rápido y pegue más fuerte que nunca.
Un nuevo sentido de propósito, nacido de la desesperación y el desafío, unió a la tripulación. Ya no huían. Iban a la ofensiva.
Kael se volvió hacia Zaira por última vez. —Y tú, coneja... tú vas a enseñarnos cada truco y cada secreto de esta nave. O te dejaré en mitad del Mar Seco con una botella de agua y tus mejores deseos para el amanecer.
La sonrisa de Zaira se ensanchó. —Esto se pone cada vez más interesante. Abróchate el cinturón, capitán. El viaje a Poseidón será un infierno.
Con una decisión renovada, Kael tomó el asiento del piloto. El Interceptor, la nave de sus cazadores, ahora se convertía en su punta de lanza. Pusieron rumbo directo al corazón del Mar Seco, volando hacia una trampa, hacia la verdad y hacia un destino que ahora, más que nunca, forjarían con sus propias manos.