LA VETERANA: ¡NO ERES MI TIPO! ALÉJATE
María Teresa Andrade, dueña de una pequeña tienda de esencias naturales y exóticas para postres, lleva una vida tranquila tras diez años de viudez. A sus 45 años, parece que el amor es un capítulo cerrado...
Hasta que Marcello Dosantos, un carismático repostero diez años menor, entra en su vida. Él es todo lo que ella intenta evitar: extrovertido, apasionado, arrogante y obstinado. Lo opuesto a lo que considera "su tipo".
Es un juego de gato y ratón.
¿Logrará Marcello abrirse paso hasta su corazón?
María Teresa deberá enfrentar sus propios miedos y prejuicios. ¿Será capaz de rendirse a la tentación de unos labios más jóvenes?
¿Dejará de ser "LA VETERANA" para entregarse al amor sin reservas? O, como insiste en repetir: “¡No eres mi tipo! ALÉJATE”
NovelToon tiene autorización de ARIAMTT para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
12. Cuchibarbies.
—¡María Teresa Andrade! ¿Quién te crees para llegar a estas horas después de dos días desaparecida? —dice Adrián, molesto, con el rostro desencajado, la ceja levantada y una mirada intimidante.
María Teresa, al escuchar el bufido de su hijo al ingresar, da un pequeño saltito del susto. No esperaba encontrarlo.
—Hola, hijo, ¿cómo estás? —responde aparentemente calmada, mientras descarga las bolsas en el piso y coloca su abrigo en el perchero.
Pero en su interior, se siente como una delincuente, la sensación de haber roto las reglas, después de esa noche de ensueño con alguien completamente prohibido.
—¡No te hagas la graciosa! No sabes lo preocupado que estuve —continúa con tono irónico—. ¿Qué te costaba devolver la llamada o mandar un simple mensaje? Pero no, mamá decidió que apagar el teléfono era mucho más divertido, mientras su hijo se moría de angustia aquí.
Entran Roqui y Marla con más bolsas.
—Hola, precioso —saluda Marla, dándole un beso en la mejilla—. Oye, ¿qué tal si dejas el drama y ayudas a tu amada tía a subir estas bolsas a la habitación de tu madre?… Sabías que estaba conmigo.
—Eso precisamente es lo que más me angustiaba, y por lo visto, tenía razón —dice Adrián, mirando la cantidad de paquetes—. ¿Acaso atracaron un centro comercial? ¿Y ahora son las cuchibarbies más buscadas?
Marla, mirando con desdén, toma una de las bolsas pequeñas y lo golpea en el brazo.
—¡Respetito, jovencito! Aquí no hay ninguna cuchibarbie, y no somos ninguna clase de delincuentes —responde Marla, dándole otro golpecito.
María Teresa se ríe, recordando lo divertido que era ver cómo el doctor Chaparrón golpeaba a sus pacientes con la bolsa de papel.
—Ya basta de abusar de mi sobrino, o me va a tocar mandarte por agresión física y pedir unos buenos reales —bromea Roqui, riendo de manera burlona.
—Hola, sobrino —saluda Roqui, coqueteando—. ¡Qué grandote y guapo estás! Eres todo un manjar, ¿seguro que no te gustan los machos femeninos como yo? —añade señalándose con descaro.
—¡Roqui! —grita María Teresa, sorprendida de cómo intenta seducir a su hijo—. ¡No olvides que es mi hijo!
—Ay, tú sí que eres aburrida —responde él, haciendo una mueca de fastidio exagerada.
—Para que lo sepas, el médico me recomendó consumir mucho colágeno, y no hay nada mejor que el natural.
—¡Eres único! —dice María Teresa, con los ojos abiertos como platos.
—Amor, yo no voy a privar a este cuerpecito —se señala—. De los placeres de la carne. Y no tengo ningún problema en convertirme en el "sugar daddy" de un bombón, ya que sé que todo tiene su precio, querida.
—Hola, tío. Y no me gustan los machos como dices —enseña su dedo con la argolla de matrimonio.
—Bueno eso decía yo y mirame —responde Roqui, pasando la mano por su rostro.
—Te puedo asegurar que no es mi caso —dice Adrián, tomando las bolsas en sus manos, pero antes de retirarse agrega—: Usted y yo —señala a su madre—, tenemos una charla pendiente. Ahora no puedo porque Barbi me está esperando para ir a cenar.
María Teresa solo gira los ojos y finge una sonrisa.
—¿Alguno de ustedes sabe dónde quedó mi celular?
—Aquí está —responde Marla sacándolo de su bolso.
—¡Tú robaste mi teléfono! —dice María Teresa señalándola con el dedo acusador mientras levanta una ceja.
—Yo no lo robe, soy una persona honesta, solo te lo guarde para que no te interrumpiera en tu faena — responde Marla.
—Hazte la inocente —añade María Teresa, frunciendo el ceño.
Marla encoge sus hombros restándole importancia.
—¿De qué faena hablan? —pregunta Adrián quien alcanzo a escuchar y mira a su madre con el ceño fruncido.
Ella se coloca roja de la pena y muerde su labio, no sabe que responder.
—Pues de cuál será, la de cambio de estilo. ¿O acaso no viste su nuevo look? —pregunta Mara, con una sonrisa socarrona y desafiante.
—Si lo vi y te ves muy hermosa mami. Espero qué eso no sea para ningún patas de lana, ¿no? —pregunta su hijo.
María Teresa no comprende lo que quiere decir Adrián y entrecierra el ceño.
Roqui la mira y niega con la cabeza, dejando escapar un bufido.
—Un macho que entra por las ventanas y usa medias de lana para que no lo pillen. ¿Ahora sí captas?
Ella asiente, aunque cada vez que mencionan un posible hombre su rostro parece arder.
—Mami me voy. Tía me alegra verte —la señala Adrián con el dedo—. Cuidadito le andas metiendo ideas de amantes a mamá.
—¿Y por qué no? Ella es una mujer aún joven y hermosa —replica Marla
—Porque, a parte de lo que dijiste, es una mujer muy ingenua y no quiero que nadie le rompa el corazón. Además no lo hizo antes cuando era más joven ahora sería algo ridículo y fuera de lugar —expresa el joven, su tono de voz es un poco elevado.
—No te pongas en plan de hijo celoso —interviene Marla, su voz firme—. Mi prima es una mujer joven e independiente —enfatiza la última palabra—. Está en su pleno derecho de disfrutar de ese cuerpecito antes de que se convierta en comida para los gusanos.
—Tía, no voy a discutir más, ¡ya te lo dije! —replica Adrián, levantando las manos en señal de rendición y soltando un suspiro exasperado—. Tío, me alegra muchísimo que hayan acompañado a mamá en su cumpleaños, pero por favor, ¡contesten el teléfono de vez en cuando! ¡Casi la reporto como mujer desaparecida!
—¡Qué exagerado eres! —responde Roqui, poniendo una mano en su pecho como si estuviera ofendido—. Solo salimos a beber unas copas y recordar viejos tiempos.
En ese momento, el móvil de Adrián suena. Al mirar la pantalla, se le dibuja una ligera mueca en el rostro al ver que es su padrino.
—¡Mami! —exclama, mirando el móvil—. ¡Se me había olvidado! Mi padrino Fermín te ha estado llamando desde ayer, por algo de un evento que tienen y para felicitarte por tu cumpleaños
—¡Por Dios, lo había olvidado!…