El Regreso De Elena

Diego había cambiado mucho en esos diez años, el no saber quién había asesinado a su Elena lo volvió un hombre más frío. Su vida la dedico a trabajar y sacar adelante a sus empresas. Hace unas noches había ido a New York con unos amigos, quería cambiar un poco la rutina, así que acepto la invitación de Sergio su mejor amigo. Llegaron a un club nocturno, realmente ese ambiente no le llamaba la atención, así que su mirada de fastidio era muy notoria. Cansado del lugar recorrió con la mirada el lugar, encontrándose con unas jóvenes de buen cuerpo bailando muy divertidas. Sergio vio el interés de su amigo por esas chicas así que lo ánimo a ir a la pista de baile donde se encontraban esa jóvenes. Diego se acercó a Elena y la invitó a bailar. Para su sorpresa ella accedió, todo de aquella noche le estaba resultando agradable. Besarla y sentir sus suaves labios con sabor a fresas lo dejo con ganas de más. además esa acción de acariciar su rostro mientras lo besaba, lo había dejado confundido, él pensó que todo era una broma de Sergio, pero al recordar su pasado ese juego era solo entre él y su Elena, nadie sabía de eso. El no pensaba parar ahí, quería invitarla a su departamento y con suerte ella aceptaría, quería conocer más a esa chica hasta que llegó la otra joven con la que andaba y llamándola Elena la saco corriendo de aquel lugar.

Cuando escucho el nombre del amor de su vida se sintió burlado, discutió con Sergio y salió corriendo de la discoteca. Él no le perdonaría a su amigo que quisiera jugarle una broma, precisamente con el recuerdo de su amada, quien era sagrada para él.

Esa misma noche tomo un avión de regreso a su casa. No quería saber de nadie y su mal humor había empeorado al punto de que su secretaria de años había renunciado. Furioso pidió una nueva secretaria para ese mismo día, o si no despedirá a toda la empresa, esa era la razón que les urgía una muchacha que tomara ese lugar, aunque fuera por unos dias. Cuando la recepcionista vio que Elena buscaba trabajo no dudó en enviarla a recursos humanos y el jefe de esa área automáticamente la envío con presidencia. Inocente de lo que pasaba, Elena cayó en la boca del lobo.

Ella no sabía que desde la oficina de presidencia se podía ver todo lo que los empleados afuera hacían, así que cuando Diego le ordenó pasar ella no tenía idea de que el había visto la cara que ella hizo. Una sonrisa se había dibujado en el rostro de él, pero al darse cuenta de cómo estaba actuando, su carácter frío y sin sentimientos salió a flote tratando a su nueva secretaria con desprecio. No se molestó ni siquiera en saber su nombre, para él ella era solo una empleada más que seguramente despedirla después de unos días.

Aunque no se podía negar que la muchacha estaba como quería, esos ojos azules tan profundos, esa carita de ángel, labios seductores que invitaban a besar y esas curvas tan bien definidas, enloquecería a cualquier hombre. Sacudiendo esos pensamientos de su cabeza Diego continuo con su trabajo. De vez en cuando miraba a través del vidrio y podía ver a su nueva secretaria trabajando sin descanso. Era una adicta al trabajo o de verdad necesitaba trabajar. La hora del almuerzo había pasado y la joven no se movió de su puesto. Pasado el medio día, Elena entro a la oficina de Diego y le informo que todos los documentos que le había entregado estaban archivados y digitalizados, así si pasaba un accidente los tendría en su computadora.

Diego quedó asombrado ante la iniciativa que había tomado la joven. Sin decir nada al respecto, le pidió que saliera de su oficina y siguió sumergido en sus documentos. Elena respiro profundo tragándose todo lo que tenía atorado en su pecho. Se repetía una y otra vez que por Inés debía aguantar, ella le tendió la mano cuando más la necesitaba y ahora le tocaba a ella ayudarla. Después de un largo día de trabajo, Elena le fue a decir a su jefe que ya se iba a retirar, está fue la segunda vez en todo el día que Diego alzó la mirada para verla.

“¿Nadie le dijo que usted se retira cuando yo me retiré?”. Señaló Diego con voz fría.

“No señor, a mí nadie me ha dado instrucciones de nada”. Respondió Elena de mala gana.

“Los términos del contrato son claros, usted es mi secretaria y, por tanto, trabaja hasta que yo salga de las instalaciones. Por eso es que se le paga muy bien”. Explico Diego mirando la expresión de Elena, él estaba disfrutando el ver cómo la joven quería gritarle cuatro cosas.

“Ok, señor. Entonces seguiré con mi trabajo hasta que usted termine”. Elena se dio media vuelta y volvió a su escritorio donde saco sé celular e hizo una llamada. Por curiosidad Diego salió de la oficina para escuchar con quién hablaba.

📱“Lo siento cariño, no podré llegar a cenar. Nos vemos más tarde. Si ves que no llego temprano no me esperes, descansa”.

Diego sintió un malestar en el pecho, escuchar hablar a su secretaria con quién parecía su amante lo hizo sentir incómodo. Mirando a Elena le dijo que ya el había terminado que podía recoger sus cosas e irse. Elena vio la hora y se dio cuenta lo tarde que era. Con angustia recogió sus cosas y salió corriendo para tomar el transporte que la llevaría lo más cerca de la zona donde vive. Ella no tenía para pagar un taxi, así que si llegaba tarde le tocaría caminar y caminar mucho. Sin voltear a mirar atrás, Elena salió corriendo hasta la parada del autobús, cuando iba llegando descubrió que el último transporte había salido y ella no logro alcanzarlo. Derrotada miro el largo camino que tenía frente a ella y empezó a caminar. Desde la distancia un auto negro se encontraba estacionado viendo como el delicado cuerpo de la joven se iba alejando en medio de la oscura noche. Le pidió al chófer que se acercara a la joven, tampoco era tan ruin como para dejarla vagar sola por las calles.