Obsesiones que matan, enredos irreparables, lascivia, seducción, lujuria y sobre todo la pasión.
La vida la a golpeado de muchas maneras, principalmente con un matrimonio irremediablemente roto, ella, siendo una arquitecta de renombre y una diseñadora famosa, se adentra en el mundo de los negocios.
Creyendo que su vida no mejoraría más, su exesposo quien se desposo nuevamente con su amante, vuelve y pone su mundo de cabeza.
Y cuando todo no podía ser peor, un Coronel, un exnovio de años atrás quien se encuentra comprometido, se reencuentra con dicha mujer que le provoca de nuevo una obsesión que dañara a los que están a su alrededor.
Por eso, nadie sabía que los engaños fueran tan placenteros como lo que despertó en la fría Celine Blackwood y el indomable Coronel Alexander Morgan.
Después de todo, ¿Los amantes lograran tener su final feliz? ¿Podrán los Villanos de esta novela sobrevivir a las adversidades?
Trilogía "Hijos del Engaño"
Enemy to lovers.
Tomo 1
+21
NovelToon tiene autorización de A.B.G.L para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Parte 2: En el ojo del Huracán
Cuando la tormenta es azotada, existen cual tipo de desastres, como la ventisca que sopla todo a su paso, las lluvias, los rayos que al caer son capaces de quemas todo, y por eso mismo son comparados con los más deliciosos placeres del engaño, son como una abrupta satisfacción que el ser humano se indigna a abandonar o dejar de sentir.
Eso ocurría en ese momento para John Mayers, como un huracán azoto sus pensamientos, quien tenso la mandíbula todo el tiempo en que reconoció al hombre de portadora aura terrorífica que no dejaba de ver a la castaña.
Y eso no es lo peor, se encontraba igual o más perdido como aquel hombre, y no lo culpaba, como negarse al simple hecho de que aquella mujer desprendía un aire más indomable, más peligroso.
Sonrió de lado cuando aquellos hermosos ojos verdes se enfocaron en él, la palidez de su rostro no tardó en apreciarla, si de algo estaba agradecido, era el hecho de perecer a la alta clase, pues eso le permitía verla en aquellos eventos.
Bebiendo de la champaña de un solo trago, le dijo a su esposa que iría a fumar un momento, asintiendo ajena a los pensamientos mal intencionados de su esposo, lo vio irse por aquella dirección.
Estando afuera, llevo una mano a su pecho sintiendo el palpitar constante de su corazón desbocado. Estar delante de esos dos hombres, no era placentero, uno intenta provocarla y el otro no la deja de ver en toda la velada.
Abrió sus ojos con pánico al sentir que empezaba a hiperventilar, un pequeño defecto que ocurría cuando se provocaban a sus nervios de aquella manera. Entendía que su mayor problema era su exmarido, el pensar tan solo en ese rubio la tenía hecha un tormento.
—Temes encontrarte conmigo
Tan rápido como escucho aquel timbre de voz molesto, se giró hacia el rubio quien ya estaba de tras de ella, tratando de colocar una distancia entre ambos cuerpos dio un paso hacia atrás, pero le fue frustrado su acción en el momento en que el rubio la tomó por la cintura abrazándola a su cuerpo.
—¿Qué crees que haces?
—Alejarme de ti, suéltame
Pidió con su respiración aún fuera de control, si algo hacía a Celine Blackwood la mejor de las mejores, era el hecho de esconder aquello que la hacía débil o le atemorizaba, colocando sus manos en las que se apoderaron de su cintura trato de soltarse de su agarre, empezando un forcejeo.
—¿Por qué tienes que complicarlo todo? Mm
—¿Por qué? De verdad estas pregunto esa estupidez, te recuerdo que nos divorciamos hace tres años, no deberías estar aquí, cuando tu esposa está ahí adentro
Dijo entre gritos ahogados por el esfuerzo que ponía al soltarse de una de las manos del rubio, pero se vio frustrada cuando este la volvió a tomar con más fuerza, tanto que le robo la poca respiración que podía inhala.
—¿Qué es lo que quieres, John?
—Ah ti
—Estás loco
—Si, me estás volviendo loco con esta nueva actitud de indomable que me muero por domar…
Intento besarle los labios, pero volteo su rostro evitando que aquellos labios tocaran los suyos, la lucha por soltarse se incrementó las conforme él la abrazaba con más fuerza.
—John, por favor, no puedo respirar
—Esperas a que me lo crea, no nací ayer Celine
—Es la verdad
Dejo de hablar al hacerse presente un ataque de tos que no le permitía respirar con normalidad, la diversión se borro del rostro de John Mayers quien la tomó por los hombros encontrándose con el rostro casi rojo de tanto toser.
—Celine, Celine que ocurre
La llamo, pero le era imposible comunicarse, sentía como su garganta fuera arañada, no encontraba la manera de inhalar tan siquiera un poco de aire, se cubrió la boca tratando de calmar su tos.
—Suéltala
Desde un lugar apartado, fumando un cigarrillo Alexander Morgan no pudo evitar apreciar el ver como aquella mujer casi se doblaba por la mitad, la conocía, conocía aquello que le ocurría a la castaña quien aún estando tan mal hacia lo posible por mantenerse alejada del rubio, expulsando el humo de sus pulmones dejó caer el cigarrillo y con la punta de su zapato lo apagó.
No dudo en acercarse a las dos únicas personas y hablar con su voz gruesa, áspera y gélida. Su presencia impactó en el rubio que cuando lo vio, no pudo evitar que su mandíbula se tensionara, sin soltar los brazos de la mujer que estaba por derrumbarse.
Esos ojos azules no apartaron la vista de esos ojos negros que se perdían en la noche, sin inmutarse alzó una ceja retando al dueño de esos glaciares, pero fue en vano, pues el hombre no mostró ni un símbolo de que desistieron de su petición. Chasqueo la lengua al mismo tiempo que soltaba a Celine quien se alejó rápidamente tratando de buscar un lugar donde sentarse, pero se vio de nuevo frustrada cuando otro par de brazos la tomaron con fuera.
Al tenerla en sus brazos, llevo una de sus enormes manos al rostro de la castaña y cubrió su nariz y boca.
—Tienes que calmarte, trata de aguantar la respiración
Le dijo sin dejar de ver esos ojos verdes que se encontraban llenos de agua al igual que sus pestañas estaban húmedas, al estar en esa cercanía donde su calor y aroma se mezclaban, Alexander, se perdió en aquella pequeña y abundantes pecas, que antes no había tenido la oportunidad de apreciarlas en el salón, pero que ahí, a la luz de la luna, podía apreciar aquellas divinas pecas que tan solo vio una sola vez, cuando ambos salían en aquellos tiempos de felicidad.
Cerro los ojos sintiendo la calma que aquella loción, que ese perfume le estaba provocando, era algo dulce y a maderado, era como si estuviera en medio de un bosque. Al ver que su respiración retomaba la tranquilidad, la fuerza de su agarre fue menguando, más nunca alejó su cuerpo del de la mujer. Era como si su mundo volará, podía sentir a la perfección como cada curva de su anatomía encajaba con su cuerpo, sus ojos dejaron de verla hasta perderse en su escote, en su pecho que subía y bajaba.
Apartando su mano y volver a posar su mirada en las esmeraldas provenientes de la mujer, todo fue tan caótico, un deseo empezó a crecer dentro de él, algo había sido motivado dentro de él, algo lo llamaba a estar más unido a ella, era más fuerte que todo, más fuerte que su voluntad y sus barreras.