— ¡Suéltame, me lastimas! —gritó Zaira mientras Marck la arrastraba hacia la casa que alguna vez fue de su familia.
— ¡Ibas a foll*rtelo! —rugió con rabia descontrolada, su voz temblando de celos—. ¡Estabas a punto de acostarte con ese imbécil cuando eres mi esposa! — Su agarre en el brazo de Zaira se hizo más fuerte.
— ¿Por qué no me dejas en paz? —gritó, sus palabras cargadas de rabia y dolor—. ¡Quiero el divorcio! Ya te vengaste de mi padre por todo el daño que le hizo a tu familia. Te quedaste con todos sus bienes, lo conseguiste todo... ¡Ahora déjame en paz! No entiendes que te odio por todo lo que nos hiciste. ¡Te detesto! —Las lágrimas brotaban de sus ojos mientras su pecho se llenaba de impotencia.
Las palabras de Zaira hirieron a Marck. Su miedo más profundo se hacía realidad: ella quería dejarlo, y eso lo aterraba. Con manos temblorosas, la atrajo bruscamente y la besó con desesperación.
— Aunque me odies —murmuró, con una voz rota y peligrosa—, siempre serás mía.
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capitulo 7: Quiero destruirlo poco a poco...
MARK
Así fue como, al día siguiente, me sumergí por completo en el trabajo para la nueva sucursal de Textil Bonelli en Florencia. Las primeras semanas fueron un torbellino de reuniones, negociaciones y visitas a proveedores. Cada día era una oportunidad para demostrar que nuestra llegada al mercado italiano no era casualidad, sino el resultado de una estrategia bien calculada.
Los días empezaban temprano, revisando contratos, ajustando los detalles del almacén que pronto sería nuestra sede principal en Italia. Marco y yo nos reuníamos constantemente para discutir el progreso, pero también para anticipar cualquier obstáculo que pudiera surgir.
Florencia era una ciudad competitiva, con muchos actores en la industria textil, pero yo estaba decidido a hacer que la sucursal de Textil Bonelli destacara. Visitamos varias fábricas locales, hablando con diseñadores y fabricantes de telas de alta calidad. Sabía que la elección de los materiales sería clave para el éxito de nuestra empresa en Europa.
La carga de trabajo era inmensa, pero me mantenía enfocado. Cada trato que cerraba, cada reunión en la que lograba obtener mejores condiciones, me acercaba un poco más a mi objetivo final.
Marco notaba mi dedicación, pero no sospechaba los motivos más profundos que me impulsaban. Para él, yo era simplemente un hombre comprometido con el crecimiento de la empresa, alguien que no se detenía ante ningún desafío. Y en cierto modo, tenía razón, pero lo que no sabía era que mi verdadero desafío no estaba en los proveedores ni en los mercados locales, sino en Fabián ocampo.
Finalmente, después de varias semanas de trabajo, el almacén estaba listo. El equipo de arquitectos había transformado el espacio en una instalación moderna, lista para operar a gran escala. Textil Bonelli estaba preparada para competir en el mercado italiano, y yo estaba listo para llevar a cabo mi plan. La inauguración oficial, estaba a la vuelta de la esquina, y con ella, la oportunidad de acercarme a Fabián.
Quiero destruirlo poco a poco...
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NARRADORA
— Deberías darle una oportunidad, Zaira. Se nota que Cristian te ama —dijo Valentina, ajustándose la mochila mientras caminaban por la acera, bajo los árboles que bordeaban el campus.
Zaira suspiró, mirando al suelo con un gesto pensativo.
— No lo sé... —respondió, dudosa—. Cuando lo veo, no siento nada, y él no se merece eso, Vale. Es un gran chico, pero si le doy una oportunidad y no llego a quererlo, me sentiré como una basura. No quiero hacerle daño.
Valentina la observó con una sonrisa comprensiva, asintiendo lentamente.
— Bueno, no te insisto más. Al final, solo tú sabes lo que sientes. Mejor vamos a la biblioteca a estudiar, los exámenes finales del semestre ya están a la vuelta de la esquina.
Zaira levantó la mirada, con un brillo de satisfacción en sus ojos.
— Estoy muy feliz. Mi papá no está muy de acuerdo con mi carrera, pero mamá me apoya, y mientras tenga su respaldo, sé que puede plantarle cara a papá sin miedo a ser aplastada.
— Por lo menos tienes el apoyo de tu madre. —Valentina hizo una pausa, dejando caer los hombros, su tono se volvió más sombrío—. En cambio, yo...
Valentina no pudo terminar su frase, ya que en ese momento apareció Cristian, corriendo hacia ellas con un ramo de flores en las manos. Su respiración era agitada, como si hubiera venido desde lejos, y su cara mostraba una mezcla de ansiedad y esperanza. El suave aroma de las flores flotaba en el aire, mientras él extendía el ramo hacia Zaira, sus ojos brillando con una emoción sincera.
— Zaira, estas son para ti —dijo, casi sin aliento, pero con una sonrisa amplia.
Zaira sintió un nudo en el estómago. Valentina la miró de reojo, sabiendo lo que ese gesto significaba para Cristian. Zaira, en cambio, solo podía pensar en lo mucho que le dolía no sentir lo mismo por él. Tomó las flores con una sonrisa forzada, intentando no mostrar la confusión que se arremolinaba en su pecho.
— Gracias, Cristian... —dijo suavemente, pero no pudo evitar que su mirada se desviara hacia el suelo. Sabía que en algún momento tendría que enfrentar la realidad, pero por ahora, solo quería evitar romper el corazón de alguien que no lo merecía.
Valentina se mordió el labio, sin saber cómo ayudar a su amiga. Cristian, ajeno a la incomodidad, sonreía, lleno de ilusión, mientras la brisa soplaba suavemente a su alrededor.
— Zaira, hay algo más... —comenzó, bajando un poco la voz mientras tomaba aire—. Este fin de semana habrá un evento en el parque central. Es una exposición de fotografía nocturna, con obras de artistas locales y algunas proyecciones en grandes pantallas. Dicen que será increíble. Yo... —hizo una pausa, como si buscara las palabras adecuadas— compré dos entradas para que vayamos juntos.
Zaira lo miró, sorprendida. Cristian jugueteaba con las entradas en la mano, como si dudara de haber tomado la decisión correcta.
— No sabía si invitarte —admitió, con una risa nerviosa—. Dudé mucho, pero pensé que te podría interesar. Siempre dices que te gusta todo lo que tenga referencia al arte, y bueno... sería genial que fuéramos juntos.
Zaira se quedó en silencio por un momento, observando las entradas que Cristian sostenía. Sabía que aceptarlas podría enviarle un mensaje equivocado, pero también se sentía incapaz de rechazarlo de manera tajante, no cuando él se esforzaba tanto por acercarse a ella. La idea del evento, además, era algo que realmente le interesaba.
— ¿Una exposición de fotografía nocturna? —preguntó, tratando de ganar algo de tiempo—. Suena interesante.
Cristian sonrió con más confianza, como si sus dudas se desvanecieran de golpe.
— ¡Sí! Dicen que va a ser espectacular. Habrá fotos increíbles de cielos estrellados, ciudades iluminadas de noche, y hasta paisajes de otros países. Estoy seguro de que te encantaría. Y bueno... pensé que podría ser divertido ir juntos.
Zaira dudó, sintiendo la mirada expectante de Valentina sobre ella. El silencio se hizo un poco incómodo, pero finalmente tomó una decisión.
— Está bien, Cristian, acepto. Vamos juntos, —respondió con una sonrisa pequeña, sin atreverse a mirar directamente a los ojos de su amiga.
El rostro de Cristian se iluminó, como si acabara de recibir la mejor noticia del día.
— ¡Genial! No te arrepentirás, lo prometo. Será una noche increíble —dijo, casi saltando de la emoción.
— Ok pero es mejor que nos encontremos en el lugar, es que mis hermanos son un poco... — la interrumpe.
— no te preocupes, comprendo, entonces nos veremos.
Mientras Cristian se alejaba con una sonrisa radiante, Valentina se acercó a Zaira, cruzando los brazos con una expresión seria.
— ¿Estás segura de lo que acabas de hacer? —le preguntó en voz baja.
Zaira suspiró, mirando el ramo de flores que aún sostenía en la mano.
— No lo sé, Vale. Él es un buen chico, no quiero hacerle daño... pero tampoco quiero engañarlo.
— Entonces ten cuidado —le aconsejó Valentina, mirándola fijamente—. Porque mientras más lo dejes avanzar, más difícil será salir de esto sin herirlo.
Zaira asintió lentamente, sabiendo que Valentina tenía razón.
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MARCK
La inauguración de la nueva sucursal de Textil Bonelli se acercaba rápidamente, y cada detalle debía ser perfecto. Pasé la semana revisando los últimos aspectos: las invitaciones, la lista de invitados, y la presentación del catálogo exclusivo con los nuevos diseños italianos. El equipo trabajaba sin descanso, ajustando las exhibiciones y asegurándose de que el lugar transmitiera la elegancia y el prestigio que la empresa representaba.
Había estado en contacto constante con los proveedores, asegurándome de que todo llegara a tiempo, y con los diseñadores locales, quienes eran clave para nuestro éxito en este nuevo mercado. La apertura era un evento importante en el sector textil, y todas las miradas estarían puestas en nosotros.
Después de un día agotador en la sede, decidí que era momento de volver a casa. Llegué a la casa que me habían asignado, un espacio amplio y moderno que me proporcionaba toda la comodidad que necesitaba para mantenerme enfocado en mi plan. Me quité el saco y me dejé caer en el sofá. En ese momento, el teléfono sonó. Era Fabricio.
— ¿Cómo va todo por allá? —me preguntó con su habitual tono relajado.
— Todo está en marcha. La inauguración será un éxito, estoy seguro de eso. —le respondí con seguridad.
— Me alegra oírlo. Voy a Italia en unas semanas, quería coordinar algunos detalles contigo. Además, creo que es hora de que hablemos de tu plan más grande. —dijo Fabricio, bajando el tono de voz.
Sentí que el momento había llegado. Hasta ahora, había mantenido mis verdaderas intenciones solo para mí, pero Fabricio era alguien en quien podía confiar además el me ayudaría a llevarlo a cabo. Me enderecé en el sofá y respiré hondo antes de comenzar.
— Mi plan no se limita a hacer que Textil Bonelli sea un éxito aquí. Eso es solo el principio. Lo que realmente quiero es destruir a Fabián Ocampo, llevarlo a la ruina por todo lo que le hizo a mi familia. —le dije en voz baja pero firme.
— ¿Destruirlo? —preguntó Fabricio, claramente intrigado.
— Exactamente. Quiero que vea cómo Textil Bonelli crece aquí en Italia, cómo nos expandimos hasta el punto de que su empresa "Fabiano moda" comience a perder terreno. Pero eso no es todo —continué—. Mi plan es mucho más elaborado. Primero, haré que Fabián sienta que está perdiendo su imperio, pero lentamente, para que la desesperación lo consuma.
Fabricio guardó silencio, dejando que yo siguiera hablando.
— Luego, introduciré a alguien de confianza en su empresa, un infiltrado que desvíe fondos y lleve su compañía a la quiebra. Cuando eso suceda, Fabián será el único responsable, exactamente como lo fue mi padre en su momento. Solo que esta vez, no podrá escapar. Lo verán como un fraude, y acabará en la cárcel. —mi tono era frío y calculador, reflejando la claridad con la que había planificado cada paso.
— Vaya… estás decidido a aplastarlo. —murmuró Fabricio, sorprendido por la magnitud de mi plan.
— No he terminado —dije, interrumpiéndolo—. Su ruina financiera será solo una parte. El golpe final será personal. Tengo pensado enamorar a su hija, Zaira. En información que me diste ella es la más alejada de los negocios, la más vulnerable. Me ganaré su confianza, la haré enamorarse de mí y, eventualmente, me casaré con ella. Cuando llegue ese momento, todo lo que Fabián tenga a su nombre pasará a ser de mi madre. Voy a dejarlo sin absolutamente nada. Y lo mejor es que ni siquiera verá venir el golpe final.
Fabricio se quedó en silencio durante unos segundos, asimilando todo lo que le había dicho. Sabía que mi plan era ambicioso, pero también comprendía la intensidad de mi motivación.
— Es un plan arriesgado, Marck… Pero si alguien puede llevarlo a cabo, eres tú. —dijo finalmente, con un tono de admiración—. Tienes mi apoyo en esto.
— Lo sé —respondí, relajándome un poco—. Este es un plan a largo plazo. Quiero hacerlo sufrir, pero también quiero que todo parezca natural, como si el destino mismo estuviera en su contra. Voy a hacerle sentir el mismo dolor que él nos causó, hasta el último centavo que le quitó a mi familia.
Fabricio asintió, aunque no podía verlo.
— Bueno, ahora que ya sé lo que tienes en mente, haré algunos movimientos discretos para asegurarme de que todo salga bien cuando llegue el momento.
Después de la llamada, me quedé mirando la ventana que daba a la ciudad iluminada. Mi mente estaba completamente en el plan. Sabía que mi madre no aprobaría lo que estaba haciendo, pero la imagen de mi padre, traicionado y destruido, era lo único que necesitaba para mantenerme firme.
Esto no era solo un negocio, era venganza, y Fabián Ocampo lo pagaría caro.
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NARRADORA
Fabián estaba en su oficina, revisando informes de la empresa cuando su hijo Alonso entró sin previo aviso. Llevaba un gesto serio, como si tuviera algo importante que decir.
— Papá, ¿tienes un momento? —preguntó Alonso, caminando hacia el escritorio.
Fabián asintió sin apartar la vista de los documentos.
— ¿Qué pasa, Alonso? Deberías de estar en casa, ya es un poco tarde.
— Hay una nueva empresa que está ganando terreno en Italia. Está llamando la atención de varias marcas grandes, sobre todo por la inauguración que están organizando. —Alonso dejó un folleto sobre el escritorio—. Se llama Textil Bonelli.
El nombre hizo que Fabián levantara la vista de golpe. Un escalofrío recorrió su espalda, y por un segundo, el aire en la oficina pareció volverse más denso. Miró el folleto con el logotipo de la empresa, sus ojos se entrecerraron.
— ¿Textil Bonelli? —murmuró, sintiendo una inquietud que no lograba sacudirse.
Alonso, ajeno a la reacción de su padre, siguió hablando.
— Sí, parece que es una empresa extranjera que se mueve por todo Latinoamérica, pero han invertido mucho en la expansión aquí en Italia. Van a inaugurar su nueva sucursal aquí en Florencia y están generando bastante expectativa en el mercado.
Fabián tomó el folleto entre sus manos, tratando de mantener la compostura, pero su mente ya lo había llevado de vuelta a Abel, aquel hombre que había hecho una promesa hace tantos años. A pesar de que no lo había visto ni escuchado más de él.
flashback
— Tú lo arruinaste todo, Fabián —le había dicho Abel con una calma peligrosa—. No solo traicionaste a Octavio, sino que destrozaste a mi hermana y a mi sobrino. Pero esto no termina aquí. Te aseguro que algún día pagarás por todo el daño que has causado.
Fabián había sonreído con desdén en aquel momento, convencido de que Abel no era más que un hombre desesperado, incapaz de hacerle frente. Con el paso de los años, esa amenaza se fue desvaneciendo en su mente. Abel nunca hizo nada, se había retirado en silencio, y Fabián continuó con su vida, acumulando éxito y riquezas. La advertencia quedó enterrada en el olvido... hasta hoy.
De vuelta en el presente, Fabián cerró los ojos y respiró profundamente, intentando controlar el latido acelerado de su corazón. No podía ser coincidencia. El nombre Bonelli, la llegada de esa empresa justo en Italia, el país donde ahora residía gran parte de su fortuna.
— ¿Todo bien, papá? —preguntó Alonso, notando el cambio en el rostro de su padre.
Fabián abrió los ojos y se obligó a sonreír, aunque su mente seguía enredada en el recuerdo de aquella amenaza.
— Sí, Alonso, todo bien —mintió, intentando no parecer afectado—. ¿Tienes más información sobre esta empresa?
— Todavía no mucho, pero puedo investigar si lo prefieres. Aunque por lo que he visto, parecen ser fuertes competidores en el sector textil de lujo. Tendremos que mantener un ojo en ellos.
Fabián asintió, aunque su mente estaba en otra parte. Textil Bonelli. Había demasiadas coincidencias para ignorarlas. Se obligó a dejar el folleto en el escritorio, pero la sensación de que algo oscuro se acercaba era innegable.
— Haz eso. Y mantenme informado de cualquier movimiento que hagan. Quiero saber exactamente quién está detrás de esta empresa —ordenó Fabián con voz firme.
Alonso asintió y se retiró de la oficina, dejando a su padre sumido en sus pensamientos.
Fabián se recostó en su silla, mirando hacia el techo. ¿Y si Abel realmente había encontrado una manera de cumplir su promesa?
La idea parecía ridícula al principio, pero el nombre seguía golpeando su mente como un tambor inquietante. Si había algo que Abel planeaba, tenía que asegurarse de estar un paso adelante.
Con esa resolución, se levantó de su silla y caminó hacia la ventana, observando el horizonte. Textil Bonelli, pensó nuevamente. Podía ser una simple coincidencia… pero si no lo era, entonces tendría que prepararse para lo que vendría.
Fabián nunca había sido un hombre fácil de intimidar, pero esta vez, el fantasma del pasado le recordaba que las deudas siempre encuentran la forma de ser saldadas.