Amar Entre Dos Mundos. 2

Los días transcurrían cada vez más a prisa, Dulcinea todas las mañanas controlaba la herida de Cupido y lograba que alimentara mucho mejor, ya poco a poco su cuerpo recuperaba sus energías, sus mejillas se teñían de color y estaba mucho más fuerte.

Con el tiempo Cupido comenzó a confiar en la anciana, era la única visita que aceptaba y con quien podía hablar sin ser juzgado.

⎯ Gracias, hoy me siento muy bien y es gracias a ti.⎯ le dice acariciando el rostro de la mujer una vez que termina de aplicar la pomada sobre su pecho.⎯ Eres lo más cercano a una madre, me siento feliz de haberte conocido.

⎯ No tienes nada que agradecerme, solo cumplo con mi deber.

⎯ Tu deber no es alimentarme como a un niño.⎯ ambos se ríen al ver la bandeja de frutas y dulces que hay sobre la mesa.

⎯ No, pero me encanta consentirte. Eres un ser muy noble y te lo mereces.

⎯ Ves eres muy tierna y dulce, le haces honor a tu nombre.

⎯ ¡Ya basta o me pondré colorada!⎯ la mujer se sienta frente a él, toma su mano y con suavidad le habla como si realmente fuera su madre.⎯ Cupido, necesito pedirte un favor.

⎯ Claro, lo que sea, sí está en mis posibilidades, te ayudaré con gusto.

⎯ En realidad, es para tu propio bien y el de una personita que amo como sí fuera mi propia hija.

El dios la mira intrigado, pero no dice absolutamente nada, sabe perfectamente de a quién se refiere y deja que la curandera continúe hablando. Él desde que Venus no está a su lado se dio cuenta de cuánto la extraña, pero se sentía muy débil para ir a su encuentro.

⎯ Quiero que hables con Venus, ella te extraña y está muy triste.⎯ suspira y continúa.⎯ Desde que se fue de este lugar, no es la misma.

⎯ Lo sé y no tienes que preocuparte por eso. De todas formas pensaba ir a su palacio a hablar con ella.

⎯ Hay algo más.

⎯ Morfeo descubrió que tu mente está bloqueada, no hay forma de entrar en ella y lo más extraño es que no puedes soñar con nada.

⎯ Ahora que lo mencionas, no he soñado desde que estuve con Centella.

⎯ Mi niño, esa mujer es una bruja y a veces dudo que realmente estuvieron juntos. Una cosa así no se olvida.

⎯ No hables así. Ella no tenía porqué fingir algo así, además en mi cama, en mis propias sábanas, vi la sangre de su deshonra.

Dulcinea mueve su cabeza negando, no puede creer que ese joven sea tan terco y no pueda ver la realidad. Entonces se pone de pie, llegó la hora de irse antes de decir algo de lo que se pueda arrepentir, ella se despide despeinando el cabello perfectamente ordenado del dios y él se molesta, adora su pelo y no deja que nadie se lo toque. La anciana sale de la habitación riendo a carcajadas por su travesura.

Una vez más las palabras de la anciana resuena en su cabeza, entonces llama a Aldo su mayordomo de confianza con una campanita.

⎯ Señor ¿qué desea?⎯ el hombre llega a su lado.

⎯  Aldo, toma asiento.

El hombre se sienta en la silla que hasta unos minutos antes era ocupada por la hechicera, entonces con intriga le pregunta.

⎯ ¿Hice algo mal?

⎯ No, no es nada de eso.

⎯  Entonces, no entiendo.

⎯  Aldo, solo quiero hablar contigo, tú has sido mi mano derecha desde que era muy joven, me conoces de toda la vida.

⎯  Así es.

⎯  Necesito que me digas sinceramente que piensas de Centella. Todos me hablan de ella como si fuera una mala persona y en mi mente ella es perfecta.

⎯  Mi niño, no se ofenda por lo que voy a decir.

⎯  Adelante habla con confianza. Dime ¿ qué pasó cuando ella estuvo aquí?

Aldo duda por un instante, entonces con valor y paciencia le comenta todo una vez más, desde el momento en que llegaron a la casa y como la vio deambular durante la noche por toda la casa con una vela y hablando sola.

⎯  Seguro solo quería conocer el palacio.

⎯  Cupido, esa mujer no es buena y hasta que no abra los ojos por ti mismo, no podremos ayudarte.

⎯  Es difícil de aceptar que me enamore de una persona tan cruel, no lo creo.

⎯  Mi niño, usted no la ama.⎯ lo mira a los ojos y le habla como si fuera su hijo.⎯ Yo lo vi con esa mujer y usted nunca estuvo ahí, solo su cuerpo caminaba a su lado, sin embargo su mente y corazón estaban vacíos. Usted estaba bajo un encantamiento.

⎯ Gracias Aldo, eso es todo.

El hombre se pone de pie, lo mira una vez más y antes de retirarse apoya su mano sobre el hombro del joven dios y con ternura le dice.

⎯ Usted es el dios del amor, sí estuviera enamorado de esa mujer y sí realmente hubieran tenido intimidad, créame que todo el Olimpo lo sabría.

⎯  Aldo ¿crees qué me engaño?

⎯ ¡No lo creo, estoy seguro!

Aldo se va a continuar con sus tareas y deja a su amo solo con sus pensamientos, él quería respuestas y solo tiene más dudas. Entonces sale al jardín a tomar un poco de aire, necesita caminar y aclarar sus ideas. Además sí lo que dice Aldo es cierto, él no está enamorado de Centella porque a la única mujer que siempre se imagina y extraña en todo momento es a Venus; pero ahora no puede estar con ella y hacerle daño a la mujer que supuestamente deshonró y le quitó su virtud, aunque duda de esa parte de la historia, debe cumplir con su deber y serle fiel y cuando Centella regrese de su misión tendrá tiempo para aclarar las cosas.

Por más que sienta que su corazón le pertenece a otra, no hará nada para cambiar su destino y afrontará las consecuencias de sus actos. Sabe que su castigo es doloroso y cruel; pero se lo merece por tonto, por no confesar a tiempo su verdadero amor y por más que cada vez que vea a Venus muera por dentro y se arrepienta de su error, ya no hay forma de cambiar las cosas o sí.