El Imperio De Las Rosas

El miedo inundó el cuerpo de la rubia al momento de bajar cada grada hecha de piedra hasta llegar a ese lugar, el cual había marcado por completo su infancia. Su padre estaba a su lado, no debía mostrarse vulnerable o mostrar algún signo de debilidad; debe hacerlo sentir orgulloso de ella.

Al momento en que entró a ese sitio, supo que debía empezar una estrategia para sobrevivir. Se encontraba en la entrada del infierno, Dietrich chasqueó los dedos haciendo que apareciera el mayordomo quien con su juego de llaves abrió la puerta; una puerta de un color oscuro tan profundo que fácilmente se podría confundir con el cielo nocturno.

Este era el castigo de Ellie, debía pagar por los inconvenientes que le podría haber provocado a su padre de haber sabido si violación a la ley, su padre podría haber sido condenado a traición, pero debido a que Arthur se sentía completamente humillado decidió que lo mejor para su ego era no contarle a nadie de lo sucedido.

Daechit, la entrada al infierno. En donde las sombras gobernaban y no había nada más que almas en penas que jugarían con tu cabeza hasta volverte loco para después devorar tu cuerpo junto a tu alma, convirtiendo está en uno más de los suyos.

En este lugar fue prohibido para los humanos por los dioses, ya que había quienes codician el tesoro escondido en él los cual no era falso en su totalidad, había un tesoro, pero no era oro, ni joyas si no lo dóciles qué se volvían estas almas en pena al ser derrotadas; fácilmente se podrían volver un ejército fiel qué solo seguirían a su amo y morirían por el.

Este secreto solo lo sabían Ellie y Esteban, quienes fueron los únicos quienes habían conquistado ese lugar. Esteban fue el primer humano en sobrevivir, y él más odiado por el dios Eρεϐος quién vio desafiada su autoridad así que no le quedó más remedio que volver a Esteban su perro fiel, encadenándolo a una vida eterna junto a él.

En una mano su espada y en la otra su corazón, así es como se sentía Ellie mientras era entregada a ese mundo lleno de sombras. Su padre lo único que le dio fue un beso en la frente y dejó a Esteban empujarla a ese lugar, en donde fácilmente las pesadillas se hacen realidad.

...Primera respiración....

...Segunda respiración....

Se había olvidado de lo difícil que es respirar en ese lugar, su garganta quemaba y sus pulmones ardían. Cayó en el suelo sin más remedio, su cuerpo iba a tardar en acostumbrarse nuevamente.

.........

Al levantarse podía sentir la presencia de los monstruos a su alrededor, ninguno atacaría hasta que ella hiciera su primer movimiento. Primero necesitaban encontrar una debilidad mental en Ellie, para derrotarla con más facilidad debido a sus incapacidades físicas.

Su cuerpo dolía, cada respiración estaba siendo más dolorosa qué la anterior pero debía soportarlo. Debía dejarse llevar por las sombras, podía perder el control y dejarse llevar por sus emociones.

“Umbrae Σκοτος”. Sus ojos se volvieron de un azul apagado, teñido de destellos negros mientras en su cuerpo aparecían los gravados que se habían realizado el día en que su padre entregó la mitad de su alma en ese pacto que condenó su vida, para siempre.

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“¡DEBES COMPRENDERME! MI HIJO ESTÁ SIENDO ENTREGADO A LA MUERTE”. La emperatriz no deja de gritarle al emperador histérica desde el momento en que entró a su habitación, haciendo que la cabeza de su esposo empezará a doler. ¿En qué momento eligió a esta mujer como su esposa?

Los ojos del emperador estaban llenos de asco y rabia hacia la mujer que tenía en frente, se encontraba harto de su voz. Sus quejas siempre eran las mismas, sobre que Arthur debía ser el futuro emperador y demás; se encontraba frustrado.

Cuando al fin pensó en argumentar algo entró su hijo, el príncipe heredero a la habitación quien al ver a su madre a ese estado quedó sorprendido, pero ¿quién no? Se encontraba de rodillas, la habitación estaba hecha un desastre por ella y estaba casi en su totalidad destruida.

Sabía perfectamente de que lado estaría Arthur, después de todo para el emperador él no significaba nada. El príncipe le ayudó a la emperatriz a levantarse del suelo mientras el emperador solo observaba la escena sin interés alguno.

“No lo hagas por mí, hazlo por madre”. Esas palabras habían hecho algo explotar en el emperador, como si hubieran sido hábilmente elegidas para que él no pudiera contenerse.

...¡ZAS!...

El emperador había golpeado por primera vez a su hijo, ni siquiera midió su fuerza. La emperatriz se encontraba aterrorizada mientras Arthur solo tocaba cada vez más fondo, primero su prometida ahora su padre; no tenía idea de como reaccionar.

“¡GUARDIAS! Llévense al príncipe heredero donde los soldados y confínenlo por una semana, que no se le ningún privilegio”. Cada palabra que decía era un golpe para la emperatriz y para el príncipe, quienes se encontraban abrumados por todas las emociones que estaban acumulando.

“Un cobarde no puede ser emperador”. Fue lo último que le dijo al príncipe heredero el emperador.

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“Archiduque, ha llegado una carta de la emperatriz. Quiere que el príncipe heredero y Ellie se vean en dos días”