Crepúsculo De Alianzas

La caravana avanzaba con determinación hacia la capital de Nocturnia, una ciudad envuelta en sombras y misterio, cuyas altas torres se alzaban contra el cielo nocturno como guardianes vigilantes de un reino lleno de secretos. A medida que se acercaban, el ambiente se volvía más opresivo, impregnado por una atmósfera cargada de magia oscura y un aire de intriga palpable.

Al fin, la imponente muralla de la ciudad se alzaba ante ellos, sus altos muros oscuros contrastando con las débiles luces que se filtraban desde el interior. Las puertas se abrieron lentamente ante la llegada de la caravana, revelando un camino empedrado que conducía hacia el corazón de la capital.

Elyssia observaba con cautela su entorno, maravillada por la majestuosidad sombría de Nocturnia, pero también consciente del peligro latente que acechaba en cada sombra. A su lado, Lucien guiaba la caravana con una expresión de satisfacción en su rostro, como si estuviera en su elemento natural en aquel reino de oscuridad.

—Bienvenidos a Nocturnia, la joya de la noche —anunció Lucien con un gesto de su mano, invitando a todos a adentrarse en la ciudad.

Elyssia asintió en silencio, tomando nota mental de cada detalle mientras avanzaban por las calles adoquinadas de la capital. Las casas y edificios estaban construidos con piedra oscura y adornados con motivos góticos, dándoles un aspecto imponente y siniestro a la vez.

A medida que se adentraban más en la ciudad, Elyssia podía sentir la mirada de los habitantes de Nocturnia sobre ellos, sus ojos brillando con un brillo inquietante en la penumbra. Aunque algunos parecían curiosos por la llegada de la caravana, otros observaban con hostilidad, recordándole a Elyssia la delicada situación en la que se encontraba.

Finalmente, llegaron al corazón de la ciudad, donde se alzaba el imponente castillo de Nocturnia, una fortaleza oscura y ominosa que se alzaba contra el cielo estrellado. Sus torres se perdían en la oscuridad, evocando una sensación de poder y misterio que envolvía todo el lugar.

Al llegar al pie del castillo, Lucien se volvió hacia Elyssia con una sonrisa siniestra.

—Bienvenida a la corte de Nocturnia, Lady Elyssia. Tu nueva vida comienza aquí —declaró, su voz resonando con una mezcla de orgullo y malicia mientras los portones del castillo se abrían ante ellos.

Una vez dentro del castillo, la caravana fue escoltada por los pasillos sombríos hasta llegar a la majestuosa sala del trono. Las paredes estaban adornadas con estandartes oscuros bordados con el emblema de Nocturnia, mientras que antorchas ardientes iluminaban la estancia con una luz mortecina.

Elyssia se sintió un escalofrío recorriendo su espina dorsal mientras cruzaba el umbral de la sala del trono. A su alrededor, podía percibir la presencia de la realeza vampírica, una sensación de poder y peligro que llenaba el aire.

Finalmente, llegó el momento de las presentaciones reales. Ante ellos se encontraban los reyes vampiros de Nocturnia, sentados en tronos tallados en ébano y rodeados de una atmósfera de oscuridad y grandeza.

Lucien se adelantó con elegancia y solemnidad, dispuesto a presentar a los miembros de la caravana ante los reyes vampiros de Nocturnia. Con una reverencia respetuosa, comenzó con Erik, el hijo menor del Alfa de la manada del norte.

—Vuestra Majestad —anunció Lucien con voz serena y modulada—, permitidme presentaros a Erik, un valiente lobo que ha servido fielmente a su manada y ahora busca asegurar un futuro próspero para su pueblo.

Erik inclinó la cabeza en señal de respeto, manteniendo su mirada firme ante los reyes vampiros mientras esperaba su veredicto.

Luego, Lucien se dirigió a Alara, la hija de Lord Caledor, con una inclinación cortés.

—Y aquí tenemos a Alara, una noble elfa que ha sido confiada a nuestra custodia por su propio pueblo. Es un honor tenerla entre nosotros y asegurar su bienestar en nuestro reino.

Alara asintió con gracia, reconociendo la presentación de Lucien con una sonrisa tensa, consciente de la delicada posición en la que se encontraba.

Finalmente, llegó el turno de Elyssia, la figura central de la caravana y objeto de gran interés para los reyes vampiros. Lucien se acercó a ella con un gesto reverencial.

—Y por último, pero no menos importante, presento a Lady Elyssia —anunció Lucien con solemnidad—. Heredera de una de las casas nobles más distinguidas de Evergreen, su llegada a Nocturnia marca un hito en nuestras relaciones con el reino vecino, ya que es la prometida del Príncipe Damien.

El rey, un hombre alto y esbelto con cabello oscuro y ojos penetrantes, se levantó para recibir a los recién llegados. Su presencia era imponente, emanando un aura de autoridad y poder indiscutibles.

—Bienvenidos a Nocturnia, Lady Elyssia y compañía —declaró el rey con una voz profunda y resonante que llenó la sala—. Soy Vladmir, rey de los vampiros, y esta es mi consorte, la reina Isabella.

La reina, una mujer de belleza etérea con cabello negro como la noche y ojos del color de la luna llena, se inclinó con gracia en señal de saludo. Su mirada era cautivadora, pero también había un destello de peligro en ella que no pasó desapercibido para Elyssia.

—Es un honor recibirlos en nuestro reino —añadió la reina, su voz suave como el susurro del viento en la noche—. Esperamos que su estancia en Nocturnia sea placentera y provechosa.

Elyssia devolvió el saludo con una reverencia formal, tratando de mantener su compostura a pesar de la tensión palpable en el aire. Sabía que su futuro estaba ahora en manos de los reyes vampiros, y debía comportarse con la dignidad y el decoro adecuados para ganarse su favor.