No Me Casaré Con Él

Scarlett se sentía perdida, no sabía que más seguía.

Mario acudió en su ayuda para darle todas las instrucciones necesarias...

Mira niña en ese papel vienen todas las instrucciones que debes de seguir al pie de la letra, de hoy en adelante harás todo lo que venga aquí sin excepción.

Mario le dio una bitácora con todas las instrucciones enumeradas del uno al veinte.

Después de que hayas cumplido con todas las instrucciones diariamente, podrás ir a tu escuela y estudiar, en cuanto terminen las clases te regresarás inmediatamente al hospital, ¿ok?

Tendrás libre solamente el tiempo que estés en la escuela, de ahí en adelante seguirás todas instrucciones, No quiero fallas, ¿está claro?

Scarlett dijo muy seria, sí señor...

Bueno, pues tu trabajo empieza desde hoy. Así es que te dejo sola, vendré en una semana a ver qué tal evoluciona mi hijo, porque voy a salir con mi esposa, pero regresaré...

Y no creas que podrás hacer lo que quieras, siempre tendrás una escolta que te seguirá de día y de noche para que cumplas cabalmente las instrucciones que te di.

Sí señor, dijo Scarlett resignada...

Así corría la vida de Scarlett que sin siquiera haberlo imaginado ahora se encontraba casada con un moribundo, siguiendo unas instrucciones idiotas y yendo a la escuela.

De sus padres ni hablar, ya no los había visto y no sabía que había pasado con ellos, ni siquiera sabía que se habían ido de viaje y qué poco les había importado su hija.

Como la mayor parte del tiempo se la pasaba en el hospital, le daba masajes a Adolfo en las piernas y en los brazos trataba de reconfortarlo.

Don Mario le había dado una cita para inseminarle el semen para que tuviera un hijo, y ese paso la tenía un poco atemorizada, no sabía que iba a pasar...

Para eso primero le tendrían que hacer algunos estudios para ver si estaba completamente sana.

Solo en esos momentos podría salir del hospital para checarse, pero inmediatamente después del chequeo tendría que regresar otra vez.

Solo cuando estaba con sus amigas la vida le sonreía porque no se preocupaba de nada más. Pero en cuanto llegaba al hospital su vida se le volvía otra vez sombría y triste.

Una semana después los padres de Adolfo regresaron y fueron directamente al hospital a ver qué novedades había...

Adolfo seguía igual, no se había vuelto a mover seguía quieto como un muñeco.

Niña, los doctores me dijeron que ya estabas lista para la inseminación, estoy feliz porque pronto me darás un heredero.

Scarlett no dijo nada, solo se le quedó viendo con un poco de temor reflejado en sus ojos...

No te preocupes niña, no te va a pasar nada malo... Mario trataba de reconfortarla.

En dos días más te llevaré para que te hagan la inseminación, ¿estamos de acuerdo?

Solo por este día el escolta no te va a acompañar, puedes ir a la escuela y cuando salgas te vienes para acá, al cabo aquí voy a estar yo...

Sí señor, era todo lo que sabía decir Scarlett.

Joaquín regresó después de haber estado ausente dos meses, Se disculpó con sus padres diciendo que tuvo que salir urgentemente para unos negocios que tenía que resolver y no había tenido tiempo de avisar...

Sus padres lo entendieron y no le reclamaron nada pero le dijeron que de vez en cuando fuera a visitar a su hermano al hospital...

Sí papá, perdón, mañana mismo iré a ver a mi hermano, supe que se casó ¿es verdad eso?

Sí, hijo, tu hermano tiene dos semanas de casado.

Papá, yo también soy tu hijo, y también puedo darte un heredero... dijo Joaquín, en el fondo se sentía rechazado por sus padres.

Sí, hijo, ya lo sé, pero no es por eso, es que Adolfo es mayor que tú y, por lo tanto, él es el que tiene que darme primero un heredero.

Está bien papá, pero yo también te puedo dar un heredero aunque no sea el primogénito...

Bueno, hijo después hablamos de eso, quedamos en que mañana vas al hospital, ¿verdad?

Sí, papá, así será...

Lo que no sabía Joaquín es que Adolfo se había casado con Scarlett la mujer que le gustaba.

Pronto se daría cuenta de eso al ir al hospital...

Scarlett se llevaba la tarea al hospital porque no podía estar en otra parte, ahí hacía lo que podía por atender a Adolfo y hacer su tarea, claro, con el permiso de señor Mario.

Mario estaba pagando mucho dinero para que le acondicionaran un cuarto a Scarlett para que se quedara a vivir en el hospital el tiempo que estuviera su hijo ahí, pero también el cuarto tendría que conectar con el de su hijo, solo por las noches tendría libertad, podría dormir tranquilamente sola, y al día siguiente ya estaba tempranito con Adolfo...

Scarlett nunca hubiera imaginado que viviría en un cuarto de hospital.

Pero aún así se sentía agradecida con Dios de que tuviera vida, y de que estuviera sana para poder cuidar de su esposo, que aunque ella no lo había elegido, al fin y al cabo era su esposo.

Muy temprano en la mañana siguiente Scarlett ya estaba con Adolfo dándole masajes en las piernas y en los brazos...

Tienes que despertar Adolfo por favor, los médicos dicen que ya no tienes remedio pero yo tengo una esperanza de que tú despertarás...

¿Sabes?, estoy viviendo aquí en el hospital al lado tuyo, tu padre no quiere que te abandone ni un minuto solo en las tardes que tengo que ir a la prepa, ¿tú comprendes verdad?

Se asombró porque Adolfo movió el dedo meñique en señal de que la estaba escuchando; los doctores no quieren entender, ya les dije que te volvieran a checar, pero se enojan porque no quieren que les diga cómo hacer su trabajo. Pero yo sé que tú estás vivo y que entiendes, por favor, no dejes que te desconecten, da señales de vida, te lo pido encarecidamente.

Scarlett estaba masajeando las piernas con un aceitito muy suave que olía muy rico y no se dio cuenta de que alguien entró al cuarto...

Buen día, soy Joaquín del Villar hermano de Adolfo, tú debes ser su esposa, ¿verdad?

Scarlett volteó intrigada y más se asombró al ver a Joaquín frente a ella...

¡¿Scarlett?!, ¿acaso tú eres la esposa de Adolfo?, Joaquín no podía salir de su asombro...