renaci en otro tiempo
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capítulo 16
-¿Qué es lo que buscas en la habitación de una chica? -pregunto. Veo cómo se asusta y dirige su mirada hacia mí.
-Holaaaa -responde animosamente. Me doy cuenta de que es Wei. Le doy un tortazo. Veo que se ha puesto unos pantalones con un buzo deportivo.
-¡Auuch, maestra! ¿Por qué? -sobándose la cabeza.
-Es demasiado temprano para que me levantes y vengas -enojada-. Quería descansar un poco. -Le doy una mirada aterradora.
-El traga saliva- pero usted dijo que venga a estas horas -menciona.
-Pues sí, pero ese fue el otro día. No te dije que vinieras estos días a estas horas -tomando asiento-. Ayer te dije que vinieras a las 5, no a las 4. Pero bueno, ya que estás aquí, vamos a entrenar.
Narrador:
Mía ya estaba lista, así que decidieron partir.
Ellos todos los días iban a entrenar al bosque. Emil, también vestido de la misma forma, iba a entrenar. Ella les enseñaba a pelear karate, boxeo, kin boxing, boxeo, el manejo de los cuchillos o dagas, otras cosas como capoeira. Ellos aprendían de a poco, pero iban bien hasta ahora. Los hacía enfrentarse e incluso si querían pelear sucio, se lo permitía, ya que este es otro tiempo y nadie tenía piedad cuando se trataba de pelear. Después de una hora y media, se despidieron.
Llegué a mi casa y Wei me había mencionado que el príncipe Maon buscaba al sujeto misterioso. En mi fiesta debía presentarme, pero con tantas cosas, me había olvidado. Por ahora, no diría nada, pensé. Entré al espacio, tomé una ducha y me puse un vestido sencillo de color verde claro. Preparé el desayuno, ya eran las 7, levanté a los niños, así como a mi abuela y Brainton. Terminamos de comer y decidí sacar a todos del espacio, excepto a los dragones. Todos estaban contentos. Yo ya había preparado el desayuno de mi padre y lo dejé en la cocina con los sirvientes.
Después de eso, mandé a preparar los carruajes. Tuo fue para sus clases. "Debo empezar a ver si los niños pueden tener maestros. Estuve investigando y no hay escuelas. Deberé hacer algo para eso. Por ahora, los dejaré libres disfrutando un poco", pensé. Nos fuimos a ver al amigo de mi abuela, quien nos esperaba con dulces. Debo aceptar que son deliciosos. Además, me di cuenta de cómo el señor le hace ojitos a mi abuela. Jajaj, me da ternura. Después de eso, decidimos mirar la plaza, ver donde pondría el escenario. Estoy segura de que el príncipe podrá conseguir el permiso. Espero que no haya ningún inconveniente. Ese día doy un suspiro mientras veo a los niños jugar.
Maón
Me levanté temprano. Eran las 6. Últimamente, mis subordinados me cuentan que Wei sale a escondidas. Deberé preguntarle qué es lo que pasa. Sé que es leal, pero siento que me está ocultando algo. Se ve más feliz e incluso un poco cansado. Quizás sale a ver a su novia. La verdad, no sé, pero se lo preguntaré. Desayuno, tomo café y unos postres que me quedan. Mía es una chica misteriosa, seria pero amable. Quiero acercarme a ella, pero siento que no me deja acercarme. Pero no me rendiré, pienso mientras tomo un sorbo de café. Después de desayunar, voy a mi despacho. Ya eran las 6:35. Reviso los papeles que debo firmar. Debo ir al palacio a sacar el permiso. Aunque le mentí un poco a Mía, el permiso lo puede obtener al siguiente día o a tres. Quería que ella sienta que yo le ayudo un poco. Ahora siento que hice mal en eso, pero bueno, ya pasó. Ya a las 7:10, golpean la puerta y le hago pasar.
Wei
He salido todas las mañanas a entrenar. Me gustan esos movimientos y siento que estoy más ágil. Mía es una gran maestra. Al principio, pensé que no me iba a entrenar, pero después ya empezamos a full junto a otro chico que era un poco más joven que yo. Después de entrenar, debía volver con el príncipe. Ya había llegado a la mansión. Pregunté por el príncipe, quien me dijo que está en su despacho. Golpeé la puerta y me hizo pasar.
Narrador
Después de que el príncipe lo hace pasar a Wei, se saludan y después de un silencio, Maon habla.
-Wei, debo preguntarte algo - se pone serio.
-Claro, príncipe - le dice este con respeto.
-¿Sales con alguien? - pregunta Maon.
Wei lo mira con los ojos bien abiertos y dice casi gritando -¿QUÉ??
-Sí, sales con alguien.
-No, príncipe.
-Entonces, ¿puedo preguntarte por qué sales todos los días a la madrugada?
Wei estaba un poco tembloroso, pero debía decirle la verdad a Maon. Pero también está Mía, lo pensó por un buen rato.
-¿Y? - pregunta Maon.
-Yo debo decirle la verdad - hace una pausa - Estoy entrenando nuevas técnicas de combate con un maestro - agacha la cabeza. Debía decir la verdad después de todo era su jefe y su amigo.
Narrador
Maón quedó en silencio. No pensó que Wei estuviera entrenando afuera y se quedó sorprendido. Pero ahora la pregunta era quién sería el maestro que le estaba enseñando. Entonces le preguntó. Wei decidió decirle quién era, pero no tanto. "Me enseña el maestro misterioso", dijo. "¿Y por qué no me lo dijiste?", preguntó Maón, enojado. "Porque el maestro me dijo que no diga nada", respondió Wei con la cabeza gacha. "Oh bueno", se frotó la sien. "Entonces deberás decirle a tu maestro que lo quiero ver", decidió. "Sí, majestad", respondió Wei, un poco nervioso. "Consigue un permiso para hacer un evento en la plaza", dijo Maón. "Sí, majestad", respondió Wei antes de irse rápidamente de allí. "Hoy iré a verla de nuevo", suspiró Maón como un loco enamorado.
Toc toc tocan la puerta. "Pasen", dijo Maón, serio. "Majestad, tenemos un problema", dijo un guardia de las sombras. "Dime qué es", preguntó Maón, preocupado. "Es sobre los nobles que están comerciando con personas. Aquí está la lista de nombres", dijo el guardia. "Esto ya se está saliendo de control. ¿Ya tienes todas las pruebas?", preguntó Maón. "Sí, su majestad", respondió el guardia. "Bien, ahora iremos a darles su merecido a esos bastardos", dijo Maón, enojado.
Mía
Mi abuela fue a comprar unas cosas con su amigo, mientras yo decidí ir a ver las tiendas con los niños. Entramos a una tienda de armas que se veía un poco mal. Decidí entrenar a Ping, así que le iba a comprar unas cuantas cosas. Nos atendió un señor ya mayor que apenas podía caminar. Debe tener un hueso mal acomodado. Mi conciencia de doctora no lo soporta, así que decido preguntarle. Él me respondió que se había caído de un caballo cuando era joven y desde entonces apenas podía caminar, ya que todavía sentía el dolor en las piernas. Le digo que lo puedo curar. Él me mira sorprendido y un poco desconfiado. Me dice que varios doctores lo atendieron, pero no lograron hacerlo. Le digo que si me deja intentar sanarlo, él acepta un poco escéptico. Me lleva a la parte de atrás y le empiezo a tratar. Le acomodo el hueso con un poco de acupuntura. Le tuve que dar amnesia. Le abrí la pierna y empecé a hacerle la cirugía en el espacio, ya que como yo lo controlo ahí dentro, pueden pasar varios días y afuera unos minutos. En la noche lo pongo normal, así puedo dormir lo que necesito y a la mañana estoy a horario.
Volviendo al tema de la cirugía, los niños querían jugar con los Dragones y Brainton, así que ellos también entraron. Pasaron varias horas y el señor ya se levantaba, así que decidí sacarlo antes de que se diera cuenta. Cuando salí, solo pasaron 5 minutos.
El señor se terminó de despertar y estaba en la silla. Él me agradeció llorando. Yo le dije que no pasaba nada, que era un placer. Me regaló una espada, pero como no me gusta que me regalen cosas, le di algo de dinero. También le dije que si necesitaba algo, podría ir a buscarme en la tienda de las chicas. Él me volvió a agradecer y salí de ahí.
Volví a la plaza y ahí estaban mi abuela y su amigo. Acompañamos a su amigo a la casa, nos despedimos y volvimos a la casa. En el camino, mi abuela se veía feliz y me habló de lo que compró y de que la pasó muy bien. Llegamos ya para la hora del almuerzo y mi padre nos llamó para comer con él. Mi abuela aún considera a mi padre una escoria y le tiene un poquito de bronca, mientras yo me pregunto el cambio repentino que tiene hacia mí.
General Winston Meng:
He intentado acercarme a mi hija Mía, pero veo que es muy cautelosa. Pero no la culpo después de todo lo que le hicimos creer. Me siento culpable por no saber manejar la situación. La madre de mi primera esposa me odia, se nota en su mirada. No la culpo.
Hoy he pedido que almuerzen conmigo. Ahora estamos un poco incómodos, pero decidí hablar.
-¿Eh escuchado que fueron al pueblo hoy? -preguntó mi padre.
-Sí, padre. Fuimos a hacer unas compras -respondió ella.
-Ya veo. ¿Cómo te fue con tus clases, Tuo? -preguntó mi padre.
Vi cómo se le iluminaron los ojos a Tuo. Ella es pequeña, la quiero mucho y me hace recordar a Mía.
-Bien, padre -se sonroja-. Mi hermana me ha ayudado mucho, sabe muchas cosas -dice sonriendo.
-¿Es en serio, Mía? -pregunto asombrado.
-Sí, padre. He leído muchos libros, así que sé muchas cosas -responde ella.
-Bueno, eso es bueno -digo.
-Padre, me gustaría que Tuo descanse un poco de sus clases -me dice de repente.
-¿Por qué? -pregunto.
-Aunque es inteligente, necesita un descanso. Veo cómo todos los días, mañana y tarde, está estudiando. He leído que demasiado esfuerzo puede hacerle mal a una niña tan pequeña como ella.
-Pero es mi hija, debe aguantar todo -digo serio.
-Padre, si la sigue sobrecargando, habrá un día que ya no pueda más e incluso puede morir de agotamiento -dice segura.
-Está bien, puede pasar las mañanas libres y los fines de semana.
-Me alegra que padre me conceda esto, y también tengo una petición más -hace una pausa-. Padre, usted debería trabajar 8 horas, así su cuerpo no se cansa y estará saludable. Si usted quiere, puedo ayudarle con algunas cosas de la mansión. Sé que no es fácil, pero si usted me permite ser de ayuda, estaré encantada.
"Veo cómo ella está segura de sí misma, me alegra que se preocupe por mí. Haré lo que ella dice y le daré una oportunidad", pienso.
Acepto su propuesta y después de comer informo a los profesores que a partir de hoy deberán hacerle caso a mi primera hija, deberán presentarse ante ella.
EN OTRO LADO
Maon
-Majestad, aquí están los encargados del comercio de esclavos. Le presento las pruebas y a los culpables. Solo faltaría que les ponga su castigo.
Estaba frente a mi padre con las pruebas contra los mercantes de esclavos, y ellos estaban presentes.
El Conde Teevok,
El Marqués Nosai,
y el Barón Gonso.
Ellos se defendían diciendo que no eran ellos, que les tendieron una trampa. Vi como el emperador tenía unas venas en la frente.
-¿CREEN QUE SOY ESTÚPIDO? AQUÍ ESTÁN LAS PRUEBAS DETALLADAS DE LO QUE HACÍAN. ESTÁ PROHIBIDO EL COMERCIO DE ESCLAVOS Y USTEDES SE CREEN SUPERIORES AL EMPERADOR QUE HACEN LO QUE SE LES DA LA GANA.
Ellos se defendían más y gritaban piedad.
El emperador determinó su sentencia: 40 latigazos y la horca por sus crímenes.
Después de la sentencia, los llevaron a su destino.
-Bien hecho, hijo -me dice él-. Me alegro de que hayas sacado a esos bandidos de mi vista. Estoy orgulloso de ti -decía estas palabras con furia y desagrado. Me retiré de allí antes de querer matarlo.
Hoy iba a ver a su linda prometida. Esa mujer no salía de su cabeza.
Fue a su mansión para prepararse y almorzar, ya que le tomó toda la mañana liberar a esa pobre gente y darles dinero para que sobrevivieran una temporada.
Cuando llegó, Wei ya tenía el permiso y se lo entregó a él.
Narra Mía
Hoy no fui a la tienda. Dije que iba a ir un rato al mediodía. Tendré que mandarles una carta. No puedo dejarlas así.
Escribí una carta y mandé a llamar al mensajero. Cuando llegó, le di las indicaciones de dónde debería llegar la carta. Después pedí que prepararan la llegada del príncipe. Es muy atrevido y dulce. Me pregunto qué esconde en su máscara. Tiene un aura seductora y no puedo negar que la ropa le queda perfectamente. Y solo pensar cómo será su cuerpo musculoso... Pero, ¿qué cosas estoy pensando? Aunque no niego que quiero tener sexo con él.
Me muerdo los labios pensando en cómo sería tenerlo abrazándome con su cuerpo. Niego con la cabeza. No debería pensar en estas cosas.
Estuve dentro del espacio dimensional practicando el manejo de la espada. Mi cuerpo ya era fuerte, aunque con eso parecía esgrima. Debería perfeccionarlo. Eran muy diferentes. Ping me acompañó en el entrenamiento, mientras Brainton ayudaba a hacer ejercicios a Mei. Ella empezaría el entrenamiento en una semana. Quería que ellos supieran defenderse, ya que podrían estar en peligro.
Volviendo al tema, cuando terminamos, nos bañamos y saqué todo, excepto a los dragones.
Estábamos en mi patio jugando cuando alguien me avisa de que el príncipe estaba allí. Yo iba a recibirlo y veo que ya está en mi patio.
Narrador
Maon, después de comer, se puso a hacer su trabajo. Cuando llegó la hora de ir a la casa de Mia, se bañó, se cambió y salió con el permiso.
En el camino, pensó cómo estaría ella vestida o qué estaría haciendo. Aunque dijo que iba a visitarla, no dijo a qué hora iría.
Mía sabía que vendría a la hora de la merienda, por eso había pedido que prepararan el café y la leche para esa hora. Cuando él llegó, pasó y le hizo saber a un sirviente que venía a verla. Él lo siguió al mismo, encontrándose en el patio de Mía.
--Saludos a la estrella del imperio y que Dios ilumine su camino-- saludaron todos.
-No es necesario tanta cordialidad-- viendo a Brainton porque este no lo saludó, hizo la vista gorda.
-Hola, no es necesario que saluden tan formalmente-- dice él entrando frente a Mía-- Vine a darte esto-- le da el papel, el permiso.
-Pase majestad, tengo preparada la merienda. Mis niños saluden al príncipe-- dice Mía sonriendo.
-Hola, niños-- saluda él.
Ya estaban todos en la mesa, los niños comiendo los postres con leche, mientras ellos tomaban café y algunas masas. El príncipe Maón buscaba una conversación con Mía, ya que ella hablaba con su abuela y Brainton.
(Me siento un poco ignorado, ¿cómo es que puede hablar tan sonriente con este chico? ¿Acaso estoy sintiendo celos? No, no era eso) pensaba él.
-Y príncipe, ¿va a tener tiempo de venir al desfile?
-Sí, señorita Mía, podré ir, no se preocupe.
-Bueno, me alegra escuchar eso. Antes de que se vaya, voy a darle su traje para que se lo ponga.
-Brainton habló, por cierto, ¿tienes el mío también?
-Sí, lo tengo. Te lo dejé en la cabaña-- esto sonó en Maón.
(¿Acaso se ven a escondidas? ¿Se conocen tan bien que tienen una cabaña?) se sentía molesto. Mía lo notó molesto, iba a hablar, pero alguien habló.
-Tío Brainton, ¿hoy haremos ejercicios como ayer? - Mei preguntó.
-Claro que sí, todo por mi pequeña sobrina-- este comentario calmó el enojo del príncipe, lo cual Mía notó.
¿Acaso él estaba celoso? ¿Por qué? Se preguntaba ella.
-Con su permiso, iré al tocador.
-Puede irse tranquila-- dijo Maón.
-Puedes irte con cuidado-- respondieron los otros al unísono.
Eso le pareció un poco gracioso, así que salió de allí rápidamente. Maon estaba mirando cómo hablaban los niños con aquel desconocido.
¿Acaso tiene curiosidad de quién es él? - La abuela notó los celos que tenía Maon.
-Oh, yo... sí, la verdad - respondió con sinceridad.
-Es amigo de mi nieta, más bien es como su hermanito menor, y él la quiere pero no de una forma romántica - explicó ella.
Eso es bueno - dijo Maon.
La abuela lo miró, se veía relajado con lo que ella le dijo y parecía un buen muchacho para Mía. Justo cuando él iba a decir otra cosa, viene alguien corriendo.
Saludos, majestad, señora, señorita, señor, señorito, príncipe, el emperador lo llama urgente.
-¿Es necesario ir ahora?
Sí, majestad.
-Está bien - resignado - deberé irme en este momento, pueden avisar a la señorita Mía, que fui y que alguien vendrá a buscar la ropa - los cuatro asintieron, él se despidió y se fue.
-Si, príncipe, yo se lo digo - la abuela respondió.
Él salió apresurado, pero se despidió antes de salir de la vista de todos. Un rato después, Mía apareció con una bolsa.
-¿Dónde está el príncipe? - mirando a todos lados.
-Se fue apresurado, al parecer el emperador lo mandó a llamar. Antes de irse, dijo que alguien vendría por la ropa.
-Okay, está bien - un poco preocupada.
-Hija mía, debo hablar contigo sobre algo - dice la abuela.
-Bueno, mi abuela - dice - ¿te parece ahora?
-Claro, niños, quédense con su tío - responde tomando la mano de Mía.
-Sí, abue - los niños respondieron.
Ellas se alejaron para hablar.
-Mi niña, me gustaría saber si podemos vivir en una casa aquí afuera.
-¿Por qué, abuela?
-Es que allá dentro, aunque es hermoso, me gustaría poder comprar mis cosas. Me gustaría pasear con los niños en la ciudad.
(Es cierto, dentro no pueden convivir con personas, no puedo ser egoísta después de todo).
-Está bien, abuela, pero ahora no es el momento. Después del desfile, buscaremos una casa, ¿te parece?
-Sí, mi hijita - dice sonriendo.
Después de la merienda, jugaron con los niños.
Ellos, cansados, fueron al espacio. Mía les dijo que cenaran solos y ellos asintieron. Mía se fue a la cocina para ver qué cocinarían hoy para cenar, pero en el camino un sirviente le dijo que los maestros de Tuo la buscaban.
Señorita Mía, es un placer conocerla - hicieron una reverencia.
-¡El placer es mío! ¿Puedo saber por qué han venido a mí? - sentándose en la sala, era la primera vez que venía ahí.
-Su padre, el General, nos ha dicho que de ahora en adelante le debemos dar el informe de clase de la señorita Tuo - menciona una señora de unos 30 años, cabello rojizo, estatura de un metro setenta, con pecas en la cara delgada y refinada.
-Ah, sí, bueno, también le dije que habrá cambios en sus horarios y clases - le responde Mía.
-¿Cómo que cambios en los horarios y las clases? - habla un hombre de 55 años, canoso y de un metro cincuenta.
Sí, cambios. Tuo todavía es una niña y no es bueno sobrecargarla en las tareas - responde Mía tranquila.
-Pues, inaudito, cómo piensa. Desde pequeños deben empezar a estudiar, así retienen más y, al menos cuando sean grandes, conseguirán un buen esposo - habla otro señor barbón de unos 40 años.
-Haber, las mujeres no servimos solamente para estar en casa y ser unos maniquíes, saber cocinar y atender al hombre. Una mujer puede lograr incluso mucho más que un hombre - dice Mía sonriendo.
-Ja, usted que sabrá, solo es una chica de campo que no sabe nada y se quiere meter en las cosas de su pequeña hermana para hacerla inútil - dice el barbón.
-Haber, señor... ¿cómo se llama?
-Me llamo Maurice, señorita Mía.
-Bien, señor Maurice, si usted no está contento con lo que voy a decir, puede irse tranquilo. Se le dará una compensación por la renuncia y listo.
-Ja, qué insolencia, pero ya verá cuando necesite de mí - sale de ahí, enojado.
-Bien, ¿alguien más comparte el mismo pensamiento? - pregunta ella mirando a los presentes.
-No, señorita - dicen todos.
-Bueno, los cambios se darán así. Todos los que sean de artes, ya sea música, baile, pintura, poesía, por un lado, y todo lo que tenga que ver con historia, matemáticas, etiqueta, modales, por otro lado - al terminar, todo estaba de un lado y del otro - bien, artes se darán los días lunes y martes, dos horas cada una y a la tarde, el miércoles pueden ensayar una hora cada clase de arte.
Los de Artes asintieron y los de Historia lo harán los jueves y viernes, ensayando los mismos días. Solo que cada uno tendrá un día, no sé si me explico -explicó alguien.
-¿Nosotros haremos dos horas y al final de las cuatro horas de clase se nos dará una hora cada semana para practicar? ¿Así será un jueves etiqueta, otros modales, un viernes historia y otra matemática? -preguntó un joven de unos 25 años.
-¿Es así, señor? -preguntó otra persona.
-Señor Morales, señorita Mía -hizo una reverencia.
-Sí, es así, señor Morales -afirmó ella y agregó- no se preocupen por la paga, se les dará lo mismo que se les viene dando, ¿les parece?
Los presentes se sorprendieron, pero aceptaron.
-¿Qué clases daba el señor Maurice? -preguntó Mía.
-Daba historia, señorita -respondieron todos.
-Ya veo, si no hay nada más que hablar, pueden retirarse. Gracias por las molestias tomadas, espero que tengan una linda cena -hizo una reverencia elegante y hermosa y salió de ahí.
-Es increíble cuán educada es la señorita, cualquiera puede decir que recibió una gran etiqueta, si no conocieran que estuvo en un bosque -mencionó uno.
-Es interesante -dijo la señora de cabello rojizo.
Todos se retiraron a sus hogares, mientras Mía se dirigía a la cocina nuevamente. Los sirvientes le hicieron saber que ya todo estaba en la mesa, así que se dirigió hacia allá. Ya en la mesa estaba su padre, quien lucía un poco preocupado.
-¡Hola padre! ¿Pasa algo? -preguntó ella.
-Oh, no es nada, mi vida -dijo él tratando de cambiar de tema-. Comamos. (No le puedo decir que pronto deberé irme, ya que el Imperio Hordio quiere declarar la guerra y está en la frontera).
Mía dudó por un momento, después averiguará lo que pasa. La cena estuvo tranquila, ella mencionó lo que pasó con los maestros y este le dijo que iba a conseguir otro para que no se preocupara.
Después de salir de la mansión del General, fue directo al palacio.
-Príncipe Maón-, se acerca quedando frente al gran sillón.
-Padre, ¿puedo preguntarle qué es ese asunto tan urgente?
-Claro que sí, pero ahora esperemos al General-, dice este sonriente.
-Saludos al sol del imperio y al quinto príncipe-, hace una reverencia.
-Bien, ahora que están los dos juntos, les informo que el imperio Hordio está en la frontera y quiere declarar la guerra. Necesito que preparen a sus hombres, vayan para allá, vean si pueden hacer un tratado de paz y si no aceptan, pueden ir contra ellos…
-Está bien, su majestad, pero primero deberemos prepararnos.
-Les daré una semana y media, eso es todo.
(Una semana? Eso no nos alcanza para nada), pienso.
Salimos de ahí.
-General Winston, si hubiera sabido que vendría, hubiera compartido carruaje con usted.
-Sí, escuché que fue a mi mansión, príncipe-, un poco sombrío-, debería mandar una carta que me avise que irá a visitar a mi hija.
-Bueno, General, la próxima le mando una carta-, sonríe.