Violeta, La Nueva Esposa Del CEO

Capítulo Doce

Aún no sé la razón por la que Violeta y yo ya no hablamos. Desde la visita al médico no puedo verla. Por un lado, mi madre la secuestró mientras estuvo en casa. Cuando finalmente mis padres volvieron a Inglaterra, hogar de mi alborotadora progenitora, todo empeoró. Ahora está encerrada en el estudio y se la pasa pintando. Sé que la traté mal cuando me dijo que estaba dispuesta a hacer lo que sea por darme el hijo que mi familia exigía, pero por un instante me pregunté hasta donde llegaría su devoción, me aterré al pensar que tal vez ella tendría relaciones con un hombre que no sea yo si mis genes no son buenos. Sobre todo, porque cuando tratamos el tema de su virginidad pareció dudarlo. Para ser sincero, me atemoriza suponer que no puedo tener hijos. Paola y yo tratamos durante casi dos años y ella no quedaba embarazada.

Aun así, eso no explica por qué soy un patán con esta bella mujer. Quiero creer que me estoy encariñando con ella y deseo protegerla de las locuras de mi familia, pero firmamos un contrato. Violeta solo está siendo lo que se espera de ella. No me daba problemas y siempre estaba resolviendo cosas, como si fuera una esposa real. Incluso mejor de lo que lo hacía Paola, aunque no debería compararlas, ya que ella sufría mucho al saber que mis padres no la aceptaran.

La puerta de mi despacho se abrió e inesperadamente Violeta entró. ¿Qué hacía ella en mi oficina? Se veía muy bella con ese vestido que seguramente Alisé eligió para ella, aunque empezaba a gustarme más verla en sus overoles.

—Alisé me pidió que te traiga esto, ya que está ocupada —dijo Violeta y me acercó unos documentos que por error habían llegado a casa.

—Viajaste mucho para llegar aquí. ¿Quieres que vayamos a almorzar juntos? —le pregunté apresurándome a hablar. No quería que se fuera, porque era nuestra primera conversación en días.

—Por mí está bien. Ya fui a ver a mi madre; el médico dice que pronto la pasarán a sala —dijo ella con una leve sonrisa.

—Que felicidad, podemos ir juntos a verla cuando lo hagan, si te parece, claro —dije y me di cuenta que me comportaba con demasiada efusividad.

—Me gustaría compañía —dijo Violeta y pude sentirme más tranquilo.

—¿A dónde te gustaría que fuéramos a almorzar? —le pregunté, ya que recordaba cómo había visto la comida en el restorán al que fuimos con mis padres.

—Conocí un restorán cerca de aquí y me gustó lo que probé —dijo ella bastante animada.

—Entonces ahí será —dije y me puse el saco.

Ella me preguntó si no revisaría los documentos que me trajo y recordé tomarlos del escritorio.

—Son para que los veamos juntos —le dije y fuimos al lugar que ella propuso.

Me sorprendió lo bello que parecía el sitio. Había mucha gente comiendo ahí, y, aun así, la atención era excelente. Por lo menos las camareras, excepto una chica de cabello rosa. Parecía que era su primer día por cómo se movía.

—Dijiste que esos documentos son para nosotros ¿Qué tengo yo que ver con eso? —preguntó Violeta después de comer una gran porción de vegetales.

—Estuve pensando en hacer un par de cambios en el contrato prenupcial. Creo que lo mejor sería que vuelvas a la universidad. Estás haciendo muchas cosas por mí y sería injusto de mi parte obligarte a estar en casa el tiempo que no pasemos juntos por la prensa —dije y noté como sus ojos comenzaban a brillar. Tuve que detenerme a admirarla por un momento—. Claro que, si la fecha de un examen coincide con algún evento público, discutiríamos la relevancia para que ninguno de los dos salga perjudicado.

—Gracias —dijo ella casi poniéndose a llorar—. Supuse que querrías que nuestro acuerdo terminara, pero me estás ayudando para poder seguir estudiando. Es muy amable de tu parte.

No pude evitar ponerme de pie e ir hasta donde estaba y abrazarla. Era una manera de reaccionar que no me esperaba.

—Considero que eres una chica muy buena y mereces que comiencen a pasarte cosas mejores —le aseguré. No sé por qué mi corazón empezó a latir con fuerza. ¿Me sentía orgulloso por ayudarla?

Probablemente, empezaba a tomarle más cariño del que esperaba a esta pequeña artista. Volví a mi asiento luego de darle un pañuelo. Aún no era todo lo que tenía que decirle.

—Después de eso, efectué algunos cambios más. Ya que ahora que la carga genética del bebé que llevaras en tu vientre será de los dos y por cómo es mi familia; al tener que divorciarnos en un año sería un inconveniente que…–dije y ella tomó el contrato sin siquiera mirarlo y lo firmó.

—Siempre será tu hijo, nunca me atrevería a generarte ningún problema —dijo, y él que estuvo por ponerse a llorar, esta vez fui yo. Me avergonzaba tener que ser tan frío con ella cuando estaba seguro de que no se lo merecía. Aun así, Violeta me ayudó a no pasar tan mal momento.

—Te lo agradezco, Vi —dije tratando de estar tranquilo, ya que ella provocaba cosas en mí que no sabía que podía experimentar.

Cuando salimos del restorán comenzó a llover con fuerza, así que le propuse a Violeta que me esperara un poco en la oficina para que pudiéramos volver a casa juntos. Ella aceptó y aunque le di mi saco su vestido se mojó. Después de entrar a mi oficina mandé a pedir un conjunto nuevo para ella, ya que yo tenía otro en el trabajo. Mientras ella se secaba el cabello con una toalla no pude evitar ver como su vestido se trasparentaba y permitía que la viera más al natural. Mi cuerpo empezó a reaccionar y tuve que ir al baño. Tras cambiarme y refrescarme un poco salí. Ella me esperaba con su ropa nueva en la mano.

—Tardaste mucho —dijo con frío.

Traté de no pensar en lo que me había demorado en el baño y así concentrarme en el trabajo para poder volver pronto a casa con ella. Tenía deseos de que pudiéramos cenar juntos y tal vez ver cuánto habían avanzado sus obras.

Autora: Osaku