Sara Frigo , socióloga, estaba convencida que el amor no existe. La experiencia personal se lo confirmaba. Su abuela tuvo como madre soltera a su madre. Su madre fue abandonada por su esposo cuando tenia apenas 4 años. Su primera relación sexual en la época universitaria fue molesta y desagradable. Sus colegas de trabajo , maquilladas y atrevidas eran perseguidas por los jefes y luego despedidas."Los hombres son una plaga" pensaba. El amor no existe.
Marco Donatti, un hetero sexual ,acostumbrado a la adoración femenina, viene después de su viaje a Italia a trabajar en la empresa de su padre. Las mujeres , son todas iguales,pensaba. Maravillosos seres que te pueden dar mucho placer pero molestarte la vida entera.Lo suyo era una noche, en un hotel no en su departamento, para que no sepan dónde vivía, un buen revolcón y a otra cosa. Pensaba: El amor ? ridícula alusión de poetas y mediocres.
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Capitulo 12. Sara Agostini Frigo.
Uno de los cambios casi inmediatos que pasaron en la vida de Sara, fue su cambio de apellido. Su abuelo insistió en darle su apellido a su único familiar vivo. Ella aceptó, ya que la historia del anciano no tenía nada que ver con el abandono.
El nunca se había casado llevando consigo siempre el recuerdo de su abuelita. Los papeles legales estuvieron pronto y Sara pasó a llamarse Agostini, pero insistió en mantener el apellido de las dos mujeres más importantes de su vida.
Otro de los cambios, fue que decidió dejar de trabajar y cuidar de cerca la salud del anciano. Conversó detenidamente con su médico de cabecera y se interiorizo del estado de salud de su abuelo. Sus picos de presión y sus dolores musculares debido a la edad que muchas veces lo hacían depender de una silla de ruedas. Cambio su dieta por una más saludable y contrató kinesiólogos y masajistas para mejorar resistencia y circulación en las piernas y brazos de su abuelo.
El estaba tan feliz de tenerla que pasaba horas conversando con ella.
Sara le contó su historia con Marco y porque lo abandonó. El anciano quedó impresionado de la maldad de la madre de Marco y de Vanesa Rigotti. Dejaron a su nieta herida en el suelo después de atropellarla. Su nieta perdió a su bisnieto , tuvo que abandonar al hombre que ella amaba , por la perfidia de esas mujeres.
_ Esto no quedará impune, se dijo el abuelo. Algo se debe hacer para que paguen su maldad.
Tulio Agostini, a pesar de su edad, era un hombre temible y de mente clara , gran ejecutivo y controlador de su inmensa fortuna. Primero mostró a su nieta su inmenso patrimonio, documentos de casas, empresas y campos. Gran variedad de inversiones y mucha gente a quien mandar , controlar y dirigir.
_ Tu me ayudarás de aquí en más hija, dijo.
_ Abuelo, yo no quiero nada de todo esto-- dijo Sara que aún no salía de su asombro--Yo solo te quiero a ti. Contigo volví a tener una familia en mí vida.
_ Lo sé-- dijo el abuelo. --Se quién eres Sara. Se de tus valores y principios. Pero esto será todo tuyo y de tus propios hijos.
Sara sonrió tristemente-- yo no me casaré nunca abuelo. Solo seremos tu y yo, dijo.
_La vida nos sorprende hija. Mira, un giro imprevisto de la tuya por dos pérdidas muy grandes, la de tu amor y la de tu hijo, y encontraste a este viejo. Y has llegado a mí vida para hacer dichosos mis últimos días. Todo esto sería si no te encontraba para el hijo de mí única hermana fallecida que vive en Italia y que ya tiene un gran patrimonio y para causas benéficas, fundaciones e instituciones que he apadrinado durante toda mí vida.
Tendremos que ir pronto a Buenos Aires, necesito ver cómo marcha mis negocios allí y tu estarás conmigo.--
Sara se asombró de saber que muchas veces pasó frente al enorme edificio de Empresa Agostini, en pleno centro capitalino y que jamás hubiera imaginado que era de su abuelo.
_ No sé si estoy preparada para volver abuelo--dijo.
_ Lo estarás. Eres mí nieta. Eres mí sangre--dijo con orgullo--Además quiero visitar las tumbas de mí amada Magdalena y de mí hermosa y fuerte hija María. Los ojos del anciano se llenaron de lágrimas.
_Claro abuelo. Lo haremos juntos_ dijo emocionada Sara.
Apenas había llegado a la mansión , su abuelo le pidió los retratos de las dos mujeres a Sara y mandó a hacer dos imponentes pinturas que ahora presidían su hall de entrada.
Un fotógrafo de renombre acudió a la casa y tomó fotos del abuelo y la nieta. Tulio eligió una de ellas, donde estaba sentado en su escritorio y su nieta parada a su lado.
Está quiero ampliada --dijo , y cuando la trajeron colocó el cuadro en la sala de ingreso.
Sara se interiorizo del manejo de cada área de las inversiones de su abuelo. Pasó mucho tiempo estudiando documentos y contratos. Revisó cuentas bancarias y bonos en cuentas nacionales y en bancos del exterior. Su abuelo tenía una gran fortuna y sin querer ni buscar ella se había convertido en millonaria.
_ Abuelo. Tengo como única propiedad la casa de mí abuelita Magdalena que fue de mí madre y mía después. Ahora la tengo alquilada pero si te parece me gustaría donarla al asilo donde vivió mí abuela en la época que mamá no podía cuidarla. Ella fue muy feliz allí , se hizo de amigas y nosotras las visitábamos siempre.
_ Por supuesto hija. Pero no vendas ningun mueble personal de tu abuela y de mí hija. Quiero conocerlos.
_ Están en un depósito. Los haré traer abuelo y los pondremos en la casita de empleados que ahora está vacía.
_ Muy bien , pequeña.
_ Sara realizó los arreglos . Pronto llegó un camión de transporte con los muebles de su abuela y sus cosas personales. Sara los hizo colocar en un chalecito junto a la mansión recién pintado y acondicionado. Su abuelito paso el día entero revisando fotos y otros elementos de Magdalena y su hija. Eligió algunas e hizo retratos que puso en su escritorio. Encontró un viejo reloj de mano que su abuela Magdalena guardaba en una cajita junto a unas lilas secas. Llamó a su nieta y emocionado le mostró su hallazgo. El reloj era suyo. Tenía sus iniciales : T A. en la parte de atrás y las lilas dijo que eran flores del salón del barco que el había .robado para su amada.
Sara abrazó a su abuelo.
--El amor existe abuelo. Existe.
_ Claro que existe nieta. ¿Tu alguna vez dudaste.?
_No creía en el amor , abuelo. Hasta que conocí a Marco Donatti. Pero sin embargo nunca nos dijimos : Te amo.Decíamos te quiero, te necesito, te deseo pero no te amo.
_ Bien, dijo el abuelo. Aveces no se dice pero se siente. No se dice quizá por temor o como en tu caso, por la mala experiencia del abandono de tu padre. El alma humana se protege para no sufrir.
Pero ,el amor es el sentimiento sublime que te lleva a hacer cosas que nunca te imaginabas que harías. Renunciar a tu amor por Marco para que él no renuncie por rencor a su madre, es también un acto de amor chiquilla.
_ Chiquilla? Abuelo , tengo 27 años.
_ Para mí eres una niña y siempre lo serás.
Otra cosa importante que hizo en todo este tiempo fue conocer la vida de cada empleado de la mansión. Sus problemas y necesidades.
Doña Marta era el ama de Llaves. Maricarmen su doncella personal, Javier el encargado de los autos del abuelo, Germán el administrador, el joven rubio y alto que le presentó al abuelo y que vivió antes en el chalet hasta que se casó.
Germán era un niño que su abuelo rescató del orfanato y le dió estudios convirtiéndole en su mano derecha. El abuelo dió su apellido a Germán ,aunque nunca lo adoptó legalmente. German Agostini, cuando se casó recibió de Tulio Agostini, una casa hermosa y una fuerte suma en dinero. Era un buen hombre y muy agradecido a Don Tulio, cómo lo llamaba y además feliz de que su benefactor haya encontrado a su nieta.
Ese día en particular, German Agostini, estaba enfrascado en la biblioteca revisando papeles legales, cuando el teléfono fijo de la casa , sonó con insistencia. El teléfono estaba a su lado y respondió :
_ Residencia Agostini. Buenos días, dijo.
_ ¡Quiero hablar con Sara! _ exclamó Marco.
_ La señora Sara Agostini no está disponible en este momento.¿ Puedo hacer algo por usted señor?
_ Sí, dijo Marco Donatti.¡ Decirme quién es usted, por ejemplo !
_ Soy German Agostini. Si me deja su nombre y número diré a Sara que lo llame.
_ No gracias --dijo Marco. --Ya me enteré lo que quería saber. Y colgó el teléfono.
German quedó sorprendido. Algún loco pensó.