Segunda parte de la Saga PROMESA Y DESTINO que narra la historia de Fafner y Lugus
La existencia de Taranis Lugus ha sido marcada por el dolor, creyéndose un ser maldito, que sólo puede llevar desgracia a los que lo rodean y que no merece la esperanza del amor. Decidido a ayudar a su pequeña Libelle a traer a sus crías al mundo, Lugus elige sacrificarse, creyendo que es lo mejor para sus seres queridos, a pesar de que esto pueda significar tener que dormir un par de siglos y no volverlos a ver...
Por su parte, Fafner intenta escapar nuevamente de lo que comienza a sentir por Lugus; embarcandose en una serie de misiones que en lugar de ayudarlo a olvidar lo harán conocer más sobre la raza demoníaca y quién es realmente Lugus.
¿Podrá Fafner regresar a tiempo para volver a ver a su demonio?
¿Lugus logrará superar su terrible pasado y aceptar que él también merece amor?
Acompaña en esta nueva historia al Clan Lanira y los Dragones del Clan Nithe Ragnar.
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También llegué tarde
Cualquier plan que Fafner hubiera podido elaborar quedo de más... En el momento que Andras escuchó el sollozo del pequeño perdió por completo el control, liberando una pesada oscuridad a su alrededor, semejante al aura que usaban los dragones en su transformación, sin embargo, en lugar de emitir una luz resplandeciente, esta parecía devorar la poca luz que había a su alrededor. Y a una velocidad muy semejante a la de su hermano Ejder, el demonio avanzó sin contemplaciones, dejando salir en el camino su transformación, en lo que a Fafner le pareció un parpadeo, Andras ya no era ese muchacho pequeño y de apariencia andrógina, ahora, en su lugar estaba un ser larguirucho, que se veía perturbadoramente delgado, al punto de hacer sentir enfermo a cualquiera que lo viera; su torso estaba descubierto, mostrando en su espalda un par de alas cubiertas de piel escamada que daba la apariencia de estar a punto de caer en jirones y sus pantalones ahora parecían estar hechas de escamas rojas y blancas como si fuera la piel de una serpiente, de sus flacas y huesudas manos brotaron garras semejantes a navajas y tan largas como cuchillos de carnicero, sus colmillos se alargaron y sus huesos de la cara se volvieron prominentes al tiempo que sus ojos se encendían y contrario a su apariencia su cuerpo se volvió tan duro como la roca, sus cuernos no eran ni la mitad del largo que los de Lugus, pero no dejaban dudas de que su rango no era inferior, y mientras su largo cabello negro ondeaba lanzó un chillido aterrador que hizo sangrar los oídos de sus desprevenidas victimas.
Los mercenarios que se encontraban en el lugar ni siquiera se lo esperaron, las primeras victimas fueron despedazadas antes de que pudieran reaccionar, Fafner comprendió que el único apoyo que podría llegar necesitar ese demonio sería que le cubrieran la espalda desde una distancia segura, ya que Andras no parecía poder distinguir entre amigos y enemigos, por lo que el dragón se apresuró a sacar sus armas, y usando su visión y puntería privilegiadas, él se dedicó a neutralizar a todo aquel que intentara atacar a Andras al tiempo que sus hombres se ocupaban de capturar a cualquiera que intentara escapar de la masacre, ya que después podrían interrogarlos.
La carnicería no duró mucho, Andras se encontraba totalmente bañado de restos de lo que pudieron ser alguna vez hombres, había dejado tan poco de ellos, que a simple vista sería imposible saber el número exacto de victimas, pero el demonio aún no se encontraba tranquilo, con sus garras comenzó a destrozar las cerraduras del contenedor y aunque se trató de humanizar antes de abrir la puerta, la tarea le resultó casi imposible debido a su nivel de exaltación, aún así Andras no se detuvo, él necesitaba dar por terminada su misión...
Todos los presentes enmudecieron en el instante en el que las puertas del contenedor fueron abiertas, el lugar estaba lleno de niños y adolescentes, niños y niñas con poca ropa o desnudos, con claras huellas de violencia y miradas apagadas, llenas de desolación; el demonio al instante calló de rodillas...
—Sucedió otra vez...— murmuró al tiempo que su delgado cuerpo se estremecía como si estuviera llorando, aunque no emitía ningún sonido, permaneció así por un largo rato sin que nadie se atreviera a interrumpirlo —Es tu turno dragón, prepara la extracción...— al fin pudo decir con una voz extrañamente suave que llenó de pena a todo aquel que lo escuchó, y mientras Fafner le daba las indicaciones a sus hombres, Andras se puso de pie, acercándose a los más heridos para entregarles pequeñas perlas rojas que Fafner de inmediato identificó.
La extracción se realizó en absoluto silencio, el apoyo medico se presentó enseguida y por los rostros terriblemente ensombrecidos de sus hombres, Fafner comprendió lo que quiso decir Andras al mencionar que existen aberraciones que ni siquiera los demonios podían tolerar. Sin embargo, aún le intrigaba el porqué ese demonio había decidido intervenir, ya que todas las victimas eran humanos y por lo que él había aprendido, los demonios ya no se relacionaban ni interferían con ellos.
Entonces, intuyendo las dudas del dragón, el demonio por fin volvió a hablar —Los mestizos comienzan su vida como pequeños humanos, igual que ellos...— señalando a las pequeñas victimas con un movimiento de cabeza —Y son igual de frágiles— dijo con su mirada llena de tristeza —Hace mucho tiempo también llegué tarde... pero creo que cada vez que logro llegar a tiempo, puedo limpiar un poco la culpa que me carcome por aquella ocasión...— después de esta confesión Andras no volvió a hablar por dos días.
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Entre los hombres capturados estaba el líder de aquella operación de trata, y esta vez Fafner y Andras realizaron el interrogatorio en conjunto, ya que todos los que habían interrogado anteriormente, a pesar de la cantidad de dolor que Andras podía llegar a infligir, no lograban decir nada, por lo que el demonio comenzó a sospechar que había algún tipo de hechizo de por medio que les impedía hablar, por eso necesitaba al dragón, quien podía detectar y anular la magia. En un inicio a Fafner le costó un gran esfuerzo, ya que no era una habilidad que hubiese desarrollado, debido a que en su trabajo nunca se había enfrentado a brujos poderosos que requirieran un verdadero esfuerzo, pero esta vez tuvo que usar toda su concentración y habilidad para anular aquel hechizo complejo, mientras el demonio lo trabajaba para sacarle la información.
Fue así que por fin, después de meses de estarse topando con callejones sin salida, por fin sabían quien era el dragón que lideraba al grupo de renegados. Que curiosamente había resultado ser el hijo mayor de uno de los clanes más poderosos de la comunidad ubicada en el Noreste del Antiguo continente, se sabía que en el pasado fueron clanes que disfrutaban de practicas reprobables como la esclavitud de los Clanes con grandes dones y también se asociaban mucho con la realeza humana para ser los alcahuetes de sus bajezas, por lo que, cuando Andras declaró que él se encargaría, junto con un escuadrón infernal de Mara, Mogwa, Sucubos e Incubos; Fafner sólo pudo pensar que por fin la justicia les había llegado.
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Tan sólo un par de días después Fafner se enteró de la erradicación absoluta del Clan, al mismo tiempo que las células de la organización se desmoronaban al no tener un verdadero líder que los guiara. Fue entonces que Fafner pudo sentir por fin que ese capitulo de su vida se había cerrado, y su familia ya podía vivir más tranquila. También imaginó que aquel demonio no lo volvería a buscar, a pesar de que el dragón sentía que todavía había mucho de lo que no sabía sobre la especie de los Demonios, Andras le explicó que para poderle decir más, se necesitaba la autorización de su rey o de alguno de sus príncipes, ya que, desde la Inquisición, había quedado prohibido dar cualquier tipo de conocimiento a otras razas, sobre todo si éste se trataba directamente de el infierno y sus habitantes.
Por eso, cuando esa noche se encontró con Andras esperándolo en su recamara, la sorpresa casi le paralizó el corazón, se había habituado tanto a su presencia que ya no lo veía como una amenaza y eso, hasta cierto punto, era el equivalente de darle permiso de invadir su espacio personal, sin que él pudiera detectarlo, sin embargo, Fafner sabía que lo que ese demonio tuviera que decir debía ser importante, o de lo contrario él nunca hubiera regresado.
—La misión se a completado con éxito— informo Andras que al ver que no había ninguna reacción continuó —Viajaré al Nuevo continente, a la Antigua Provincia— entonces por fin el demonio vio inquietud en el dragón, por lo que satisfecho continuó —Voy a informar a mi señor los detalles de su encargo y te recomiendo hace lo mismo— Fafner no respondió a la sugerencia, por lo que, suspirando, Andras se dispuso a explicarse mejor —Por los libros que solicitó anteriormente el príncipe, debe haber alguien cercano a él que se encuentra en un estado critico... y tengo entendido que ahí también esta tu familia...
gracias autora, un buen capitulo vamos x /Plusone/