"Fueron muchos años de maltratos y humillaciones, pero ya no más, hoy, voy a ser todo lo que yo quiera ser".
Viviana es una chica abandonada por su madre, y en quien su padre descarga todas sus frustraciones. Pero un ángel dará luz a su vida y le ayudará a cruzar las más densas tinieblas.
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Reencuentro
Sus hijos habían sufrido a manos de su crueldad, y ahora él debía pagar las consecuencias de sus actos. A medida que la verdad salía a la luz, Rafael se dio cuenta de lo profundamente arrepentido que estaba por todo lo que había hecho. La muerte de Vicente y la desaparición de Viviana lo atormentarían el resto de sus días.
Mientras tanto, los hermanos Alvarado se unieron en su dolor y su determinación de descubrir la verdad detrás de la desaparición de Viviana. Cruz, en su afán de justicia, estaba dispuesto a enfrentar a su padre y exigir respuestas.
— No, eso no puede ser, por favor señor oficial, necesito saber que pasó con mi hija, le suplico por favor que la busque, exija a ese monstruo que diga la verdad, que confiese que fue lo que le hizo a mi niña, se lo suplico por favor.
Julia estaba bastante afectada y el oficial sugirió llevarla al hospital, ella no se veía muy bien, su salud se veía comprometida. ¿Y como no? Era una tragedia la que esta mujer estaba enfrentando, afortunadamente no estaba sola, tenía tres pilares que la sostenían, a pesar de ellos mismos estar vueltos nada.
Mientras esperaban afuera a que su madre fuera atendida, los tres estaban perdidos en sus pensamientos, hasta que Ronald habló.
— Cruz, ¿Porqué nunca me lo dijiste? Si algo así estaba pasando, yo tenía que estar al tanto, debiste hablar conmigo.
— Ronald, deja a Cruz en paz, tu sabes que aunque te lo hubiera dicho a ti o a mi, nada hubiéramos hecho, ¿O qué crees tú? Nosotros nos criamos teniéndole miedo a Rafael, nos volvimos complacientes con él solo para nuestro beneficio, hubiéramos podido besar el suelo por donde caminaba solo por tener un poco de su aprobación, así que si lo hubiéramos sabido, nada hubiera sido distinto, aunque nos duela esa es la verdad.
Marcos soltó aquellas palabras con amargura, porque si había algo que los tres estaban experimentando en conjunto, era la culpabilidad, ellos como mayores, dejaron a sus hermanitos solos y desprotegidos, y ahí estaban las consecuencias.
Increíblemente Cruz empezó a sollozar, a sus 21 años sentía que la vida le pesaba demasiado, y ahora sentía que no podía más. A Cruz se unió Marcos, con la mirada perdida y sin emitir sonido, sus lágrimas empezaron a fluir sin control.
Ronald por su parte, se retiró de sus hermanos, el salió a patear piedras y a tratar de calmar ese dolor profundo que tenía en el pecho, mientras lo hacía, saco el celular que su abuelo le había regalado y lo llamo. El anciano respondió un poco preocupado, y Ronald se lo contó todo.
El viejo Alvarado recibió la noticia como un puñal atravesando su ya cansado corazón, no podía creer que su hijo hubiera llegado tan lejos.
— Abuelo por favor, ayúdame a encontrar a mi hermana, no quiero pensar que ella también esté muerta.
— Este viejo te promete hijo, que voy a hacer hasta lo imposible por obtener la verdad, lo voy a averiguar hijo, te lo juro. Tú tomas a tus hermanos y a tu madre y vente con ellos a la hacienda, está es su casa, siempre lo ha sido, desde aquí juntos buscaremos a Viviana y sepultaremos al niño.
Era muy dolorosa la situación para todos.
La historia de la familia Alvarado era un trágico recordatorio de cómo las acciones de una persona pueden tener consecuencias devastadoras para todos los que la rodean. Pero también mostraba la fuerza del amor y la determinación de los hermanos para obtener justicia por su hermano muerto y encontrar a su hermana perdida.
En medio de la oscuridad y el sufrimiento, la luz de la verdad y la justicia comenzaba a brillar, dando esperanza a aquellos que habían sido heridos por las acciones de un hombre cruel como Rafael. Aunque la redención de tal hombre parecía imposible, la búsqueda de respuestas de los hermanos Alvarado les llevaría por un camino lleno de peligros y revelaciones impactantes.
La vida de la familia Alvarado estaba marcada por tragedias y secretos oscuros, pero a través de su valentía y determinación, podrían encontrar la verdad y la paz que tanto ansiaban. La historia de Rafael y sus hijos era una lección dolorosa sobre las consecuencias de la crueldad y la importancia del perdón, pues el rencor y el odio solo ciega a las personas. Y aunque el camino hacia la justicia sería largo y difícil, los hermanos Alvarado estaban listos para enfrentar cualquier desafío. Así que con esa fuerza, ellos se mudaron a la hacienda Alvarado.
Julia había salido de ese pueblo hacia ya muchos años, ella se fue con Rafael y nunca más volvió, pero ahora, regresaba con el corazón destrozado al lugar donde se originó la gran tragedia de toda su vida. Caminando por las calles del pueblo, ella se apoyaba de Ronald, mientras que Marcos y Cruz caminaban a su lado. La mirada de la gente era de sorpresa, pues la mayoría la conocían.
Quien más la reconoció fue su hermana Sofía. Ella era mayor y en el pasado, se convirtió en su peor enemiga, pues era ella quien quería casarse con un rico, y no pudo perdonar que fuera Julia quien se casará con uno. Así que el odio y las ofensas fueron muchas. Ahora que ya sabía de la tragedia de su hermana, Sofía se sentía afortunada y muy triste por todo. Pero se dio cuenta que no sería fácil acercarse a Julia, como familia la habían dejado sola, y ella tuvo que enfrentar ese infierno sin ningún apoyo.
Pero lo que en realidad golpeaba en la conciencia de Sofía, es todas las veces que intrigó a su cuñado Rafael en contra de su hermana, mintiendole al decirle que está lo engañaba. Sofía era culpable en gran manera del infierno que Julia padeció, y su arrepentimiento no arreglaría nada de su trágico pasado.
La noticia del regreso de Julia Montero al pueblo se extendió como fuego en la paja, tanto así que llegó a oídos de sus padres, y fue el viejo Montero quien salió rápidamente a ver si era cierto. Se había pasado años arrepentido por lo que hizo, que fue prácticamente dar a su hija a cambio de beneficios económicos. Jamás pudo acercarse a ella, porque nunca supo a dónde Rafael se la llevó, y nadie le supo dar razones de ello. La culpabilidad de aquel hombre era grande, pues había escuchado comentar de lo mal que se veía su hija y también algo de su tragedia.
— Julia, hija.
El anciano le hablo, y ella al mirarlo sintió esa oleada de emociones, estaba feliz de verlo, pero también dolida por lo que le hizo. Así que a pesar de querer abrazarlo y llorar, ella decidió agachar la cabeza y continuar su camino.
— Julia, hija por favor, hablemos¿si?
Ella que había dado unos pasos, se detuvo abruptamente. Entonces el hombre continuó.
— Sé que me equivoque, hice mal en darte a ese hombre, y quiero que sepas lo arrepentido que estoy, hija perdóname por favor, solo déjame intentar enmendar un poco mi error, déjame conocer a mis nietos, solo déjame acercarme.
Ella se giró y lo miro, había dolor en esos ojos y el viejo Montero lo supo.