Una Cenicienta Más

Al parecer la tranquilidad de gozaba Rafaela está por terminar, Rafaela salió a toda prisa no quiso hablar con ellas no quería poner en vergüenza a Rafael o que ellas descubrieran que fue ella la que estuvo en la boda de Susana como la esposa de Rafael, llegó a su hogar para su sorpresa Rafael había llegado era temprano aun pero fue más su sorpresa al verlo comer uno de los pastelitos que ella había preparado

—Perdón, pero no me pude resistir a estás delicias—

—Usted puede tomar lo que quiera, después de todo está es su casa —

—Por cierto mañana abra una gala a beneficio de los niños del orfanato, te he dejado el vestido que usarás, mañana también vendrán las maquillistas.

Y aunque para Rafaela estaba gozando de hermosos vestidos se sentía muy sola, si su sueño era lucir un elegante vestido, ir a un baile con el príncipe como en aquellos cuentos que le contaba su abuelo, sin embargo aunque tenía todo eso solo era apariencia pues en la realidad el príncipe era frío, al parecer no tenía corazón o al menos no le pertenecía a ella, el amaba a Susana ella solo era el comodín o al menos eso era lo que creía Rafaela lo cierto era que Rafael estaba muy confundido no sabía lo que quería.

Llegó el momento del baile Rafaela Lucia un hermoso vestido verde esmeralda su maquillaje era natural haciendo que está resaltará su belleza y es que aunque Rafaela no tenía mucha educación, ni todos aquellos modales en lo que consiste en cuanto etiqueta, ella tenía porte su presencia era imponente, cualquier mujer se veía opacada por ella y así se vio en el baile todos los hombres que ahí se encontraban no dejaban de admirar su belleza, a Rafael eso le causo un poco de celos pero al mismo tiempo se sintió orgulloso pues el era el acompañante, el marido de esa belleza, Marina que también se encontraba ahí se sintió muy celosa es que el solo hecho de ver a Rafael con otra le provocaba unos celos terribles, un grupo de señoras rodeo a Rafael y Rafaela pues querían conocer a la mujer que era el centro de atención de todo mundo, incluso los periodistas que se encontraban ahí no cesaban de tomarles fotos a la pareja más envidiada, los periodistas querían descubrir el misterio que rodeaba a esa joven nadie sabía si procedencia y por más que le preguntaban ella siempre evadir las preguntas y era muy buena esquivándolas, así que Rafael la dejo con las damas ahí presentes en lo que el concretaba algunos negocios, Rafaela por su parte escuchaba las pláticas de aquellas mujeres muy atenta le gustaba que hablarán de los viajes que habían realizado de como los museos eran tan hermosos, de la belleza de los paisajes, de la cultura entre otras cosas y es que a ella la vida no le dio la oportunidad de salir ni a las afueras de la ciudad, tampoco conocía algún museo, las pocas cosas que conocía las había leído en algunos libros o en aquellas revistas que leía doña Lucrecia, Rafaela siempre fue curiosa y por eso leía cualquier libro que llegará a sus manos, se podría decir que tenía la capacidad intelectual de alguien que tenía muchos más estudios así que cuando una de la mujeres le pregunto sobre Italia ella no titubeó en contestar, por su parte Marina no le apartaba la mirada, ella la miraba con mucho odio y como era de esperar cometería una tontería, tomo una copa de vino tinto camino hacia Rafaela, fingió un tropiezo y le derramó toda la copa de vino.