Para Emma Blake, una joven decidida y de fuertes convicciones, casarse con un hombre como Nicholas Marshall, el imponente magnate empresarial, jamás estuvo en sus planes. Sin embargo, el destino y una jugada cruel del poder los ha unido en un acuerdo imposible de rechazar: un matrimonio por conveniencia que podría salvar la vida de su familia y las finanzas del imperio Marshall.
Nicholas es frío, calculador y tiene una reputación impecable en los negocios, pero detrás de su fachada de acero esconde secretos oscuros y una necesidad insaciable de control. Para él, este matrimonio no es más que un trato, una forma de proteger su legado familiar
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Capitulo 17
Emma había pasado toda la tarde preparándose para la cena, un evento que esperaba pudiera reavivar la chispa entre ella y Nicholas. La idea de dar un nuevo paso en su relación la emocionaba, aunque la sombra del pasado de él seguía acechando en su mente. Mientras se miraba en el espejo, ajustando el escote de su vestido rojo, se sentía hermosa y lista para enfrentar cualquier cosa que la vida le arrojara.
Sin embargo, al llegar a la elegante cena, la atmósfera festiva pronto se tornó en algo más complicado. Nicholas se había mantenido distante durante el día, pero Emma había decidido no dejarse influenciar por las inquietudes que la atormentaban. Quería creer en su amor y en el futuro que estaban construyendo juntos.
La cena fue un espectáculo de luces y risas, pero Emma no podía evitar sentir que algo estaba mal. Mientras observaba a Nicholas reír y hablar con sus amigos, una parte de ella deseaba que él compartiera más de sí mismo, que le abriera las puertas de su mundo. La conexión entre ellos era intensa, pero había un abismo de secretos que no podía ignorar.
Mientras servían el postre, el murmullo de la conversación se desvaneció. Emma, distraída, decidió levantarse para servir un poco más de vino. En su camino hacia la cocina, escuchó un susurro familiar que provenía de la sala de estar. Se detuvo en seco, el corazón latiendo con fuerza.
"Lo que hice fue un error, pero no puedo dejarlo ir," dijo una voz suave y seductora. Emma no podía creer lo que estaba escuchando. Era la voz de Sarah, la mujer que había sido la ex amante de Nicholas, la misma que había estado atormentando sus pensamientos desde el día que la había conocido.
La ira y el dolor inundaron a Emma, pero la curiosidad la empujó a asomarse por la esquina. Desde allí, pudo ver a Nicholas, su figura inconfundible, de pie con los brazos cruzados, y Sarah a su lado, acercándose más de lo que Emma habría deseado.
"Sabes que siempre habrá algo entre nosotros, Nicholas," continuó ella, su tono de voz era un susurro melódico, lleno de una familiaridad que hacía hervir la sangre de Emma. "Lo que tenemos no se puede simplemente borrar."
La imagen de ellos juntos, la química palpable entre ellos, era suficiente para que Emma sintiera como si el mundo se desvaneciera. Se sentía traicionada, vulnerable, y la ira comenzaba a consumirla.
"No puedes seguir con esto, Sarah," dijo Nicholas, su voz más dura de lo que Emma había esperado. "Estoy con Emma ahora. Ella es mi prioridad."
Pero esas palabras no parecieron tener el peso que ella necesitaba. La forma en que Sarah sonrió, segura de sí misma, le dejó claro que había algo más que simples recuerdos entre ellos.
"¿Prioridad? ¿En serio?" Sarah lo miró, sus ojos brillando con un desafío. "Tú y yo sabemos que esto es solo un contrato. No te engañes pensando que esto es real. Todos los hombres regresan a donde realmente pertenecen."
La frágil confianza que Emma había estado tratando de construir se rompió en un instante. El corazón le dolía al escuchar las palabras de Sarah, la revelación de que para Nicholas, este matrimonio era más una obligación que un compromiso sincero. La risa y la alegría de la cena se desvanecieron, reemplazadas por el eco de la traición.
"¡Nicholas!" exclamó Emma, saliendo de su escondite, sus ojos ardiendo de furia y dolor. La sorpresa se dibujó en el rostro de ambos, pero mientras Sarah sonreía con satisfacción, Emma solo sentía que el suelo se desmoronaba bajo sus pies.
"¿Qué significa esto?" preguntó ella, su voz temblando. "¿Es así como realmente te sientes? ¿Este contrato no significa nada para ti?"
Nicholas dio un paso hacia ella, su expresión cambiando a preocupación. "Emma, no escuches—"
"¡No me digas que no escuche!" interrumpió ella, su voz alzándose por encima del murmullo de la cena que seguía en la otra habitación. "Estaba tratando de ser una buena esposa, de trabajar en esto entre nosotros. Pero tú… tú estás aquí hablando con ella como si nada hubiera pasado."
"Lo siento, no sabía que estaba aquí," dijo Nicholas, su tono de súplica, pero Emma no podía procesar nada más.
"¿Qué más me has ocultado, Nicholas?" La pregunta salió de sus labios como un susurro roto. "¿Qué más hay entre tú y ella?"
Los ojos de Nicholas se oscurecieron con un dolor profundo. "Nada. Te lo prometo, Emma. Solo son palabras vacías. Me equivoqué en el pasado, pero tú eres mi futuro."
Emma sintió que su corazón se partía mientras el peso de sus palabras se asentaba en su pecho. "No sé si puedo seguir así," murmuró, sintiendo la traición en su interior como una herida abierta. "No sé si puedo confiar en ti después de esto."
La mirada de Nicholas se llenó de desesperación. "Dame una oportunidad para probarte lo contrario. No quiero perderte."
Pero en ese momento, Emma supo que la confianza era algo que no se podía recuperar fácilmente, y la traición que había presenciado en la alcoba no solo amenazaba su contrato, sino también el frágil vínculo que habían comenzado a construir. La noche, que había comenzado con esperanza, se desvanecía en la incertidumbre, dejando a Emma sola con sus pensamientos y la amarga realidad de que su matrimonio era más frágil de lo que había imaginado.