Isabell Janssen es una hermosa mujer de 24 años, hija de una importante familia en Nashville y esposa del director de Multinational Bank DN, ha preparado todo para celebrar su aniversario de bodas y darle a su esposo el mejor regalo. Pero su esposo tenía otros planes, dos cuerpos semidesnudos en el sofá, es lo que Isabell encontró cuando se apresuró a buscarlo en su oficina. ‘A veces el amor dura y otras veces en cambio, duele mucho’, ella creyó tenerlo todo, pero esa misma noche lo perdió; se enfrentó a los recuerdos que la aprisionaban en la tristeza y frustración para poder levantarse y darse una nueva oportunidad.
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Capítulo 11. La última vez que me pare frente a ti.
Capítulo 11. La última vez que me pare frente a ti.
Escucharon el sonido del timbre, Elaine frunció el ceño extrañada, no esperaba a nadie. Dejó a Isabell un momento para ir a abrir la puerta.
- ¿Qué haces aquí? – Pregunta hoscamente en cuanto lo ve de pie frente a la puerta.
- Sé que está aquí\, su camioneta está afuera. Quiero verla. – Dijo Joseph\, ambos olvidando las etiquetas de cordialidad.
- Perdón Joseph\, no estás en tú empresa\, aquí no puedes venir a dar órdenes. – Responde Elaine altivamente. – Ella no está en condiciones de recibirte\, así es que sal de mi casa ahora mismo.
La expresión de su rostro se volvió sombría, arruga el entrecejo y aprieta el puño con fuerza, intenta aligerar su expresión, no soporta a Elaine y a ella le pasa lo mismo, nunca se agradaron, ninguno de los dos puede evitar demostrar su disgusto. Aunque Elaine siempre intentó mantenerse al margen de su relación, se mantuvo callada y guardando silencio cuando no soportaba que su amiga intentar hacer todo lo mejor posible por complacerlo a él, debido a sus celos cambió su forma de vestir, todo debía hacerse a su modo, todo debía controlarlo. Pero ahora que ya no estaban juntos, no era necesario mostrar empatía por el hombre que estaba frente a ella.
- Entiendo\, lo merezco\, pero… en verdad necesito verla. – Antes de que Elaine pudiera tener tiempo de responderle\, escucharon la voz de Isabell tras ellos.
- Está bien Elaine. – Dijo sosteniendo el hombro de su amiga cuando se acercó a la sala.
Elaine asiente con la cabeza, aprieta delicadamente su brazo y le susurra cerca del oído que estará en la habitación, Joseph la observa brevemente mientras se retira e inmediatamente fija su atención en Isabell, aunque se ha refrescado el rostro y acomodado el cabello, sus ojos rojos y mirada triste le indican que ha llorado.
- Entonces\, pusiste en venta la casa. ¿Dónde vivirás ahora? – Preguntó intentando sonar tranquilo\, no sabía ni qué decir.
- Te lo dijo John\, ¿cierto? – Isabell formó en su rostro algo parecido a una sonrisa. – No sé dónde viviré ahora\, pero definitivamente no podría quedarme en esa casa\, todo… hay muchos recuerdos ahí\, no lo soportaría.
- Fue lo único que aceptaste de mí y lo vas a vender. – Dijo con un tono de decepción en su voz.
- Pude haberte sacado mucho más si lo hubiese querido Joseph\, pero… nada de eso me interesa\, lo único que quería\, tú… no podrías dármelo. – Joseph bajó la cabeza con un sentimiento de culpa y remordimiento que lo estaban embargando.
- ¡Isabell! – dijo antes de que ella lo interrumpiera.
- Habías prometido estar siempre a mi lado\, amarme\, estar en las buenas y en las malas. En verdad pensé que mi lugar era estar a tu lado\, te amaba y defendí mi amor por ti a pesar de que nunca le agradaste a mis padres y tuviste que hacer añicos todo\, permitiste que alguien más se interpusiera entre nosotros. Dije que no podía odiarte Joseph\, y es cierto\, no puedo odiarte\, no mientras este maldito amor siga arraigado dentro de mí. – Isabell limpió el rastro de las lágrimas en su rostro. – Ya no quiero llorar más\, estoy harta de esto\, no he podido dormir desde que empezó todo este maldito infierno para mí\, no he podido llorar la pena de haber perdido a nuestro hijo sin que tengas que estar presente en mi mente robándote la atención que no te mereces. Me quedaré únicamente con lo bueno que tuve de ti\, desecharé todo lo demás porque no quiero que el dolor y el coraje que ahora siento dañe mi alma\, pero… por favor\, ya no quiero verte\, no me hagas sufrir más de lo que ya estoy sufriendo.
- Joseph traga saliva\, ni siquiera ha tenido oportunidad de hablar\, Isabell nuevamente le hace saber cuánto desprecio siente por él ahora. – Esta será la última vez que me pare frente a ti\, prometo hacerme a un lado y en verdad deseo que algún día puedas perdonarme\, que puedas ser feliz y que encuentres a alguien que valore lo que yo estúpidamente perdí.
Joseph se acercó a la temblorosa mujer que estaba frente a él, la estrechó entre sus brazos con delicadeza impregnando sus fosas nasales con su dulce aroma, quería sentir por última vez su olor, acercó su rostro al suyo, sintiendo su aliento, sus ojos iban de arriba abajo, de sus ojos a su boca, extrañaría esos hermosos ojos verdes, tan gentiles y tiernos, que siempre le transmitieron su amor, ella era incapaz de ocultar su amor por él, bastaba con perderse en esa dulce mirada para sentirse en paz por saber que la mujer que estaba a su lado lo amaba con locura. Deseaba besar sus labios por última vez, esos medianos y rosados labios que ahora tenía a escasos centímetros, Isabell levantó la cabeza ligeramente hasta topar con sus labios, los acercó suavemente, nerviosa e indecisa por lo que su corazón le gritaba que hiciera.
Con los labios ligeramente abiertos, atrapó su labio superior, cerraron los ojos dejándose llevar por el momento, disfrutando de su último beso, bastaron unos segundos para que la escena íntima de su esposo volviera a su mente y se apartara bruscamente.
- Adiós Joseph. – Dijo fríamente mientras limpia la comisura de sus labios.
- Joseph la observa extrañado\, con la respiración agitada intentando controlar sus emociones y lo que ese breve beso lo hizo sentir. – Adiós\, cariño.
Joseph sale de la casa de Elaine de prisa, sube a su auto y golpea furioso el volante antes de ponerse en marcha, con el corazón partido en pedazos tuvo que decirle adiós, se odia por haberla perdido, ahora se dirige al único lugar donde logra desahogar su culpa. Su oficina, probablemente Rachel y el personal de la planta alta sean nuevamente testigos de su furia, es seguro que el nuevo sofá en su oficina sufra lo mismo que le pasó al primer sofá, quería deshacerse de todo lo que le recordaba a esa noche, sus padres se habían hecho cargo de Beatrice, el hecho de que cargara en su vientre al primer descendiente de la familia Danner la mantenía a salvo de la furia de Joseph, no la había pasado nada bien la última vez que se vieron cuando el la enfrentó por haberse acercado de nuevo a Isabell.
Isabell se echa a llorar en el sofá, tan pronto Elaine la escucha, sale a su encuentro y la estrecha entre sus brazos, le duele ver así a su amiga, pero está segura de que pronto volverá a ser la misma chica alegre de antes. Isabell no regresó a casa con sus padres hasta que se sintió mejor.
- Sabes que no tienes que fingir que estás bien frente a nosotros\, ¿cierto? – Le dijo su madre cuando ella se sentó a su lado en la sala.
- Lo sé\, pero… de todos modos no me gusta que me vean así. – Se excusó. – Mamá\, yo\, lo he estado pensando y\, quiero alejarme por un tiempo de este lugar. – Su padre curvó las cejas inquieto.
- Entendemos cariño\, pero… - la señora Elizabeth se acomodó en el sofá para quedar de frente a su hija\, tomó sus manos entre las suyas y fijó su mirada en ella. – Solo estamos preocupados por ti\, siempre lo estaremos porque eres nuestra hija\, pero… si tú crees que eso te va a ayudar\, que alejarte de aquí te hará sentir mejor\, adelante.
- Sería exagerado querer vivir todo lo que me perdí de joven – Isabell bajó la cabeza – me casé demasiado joven y no pude hacer muchas cosas que me hubiesen gustado hacer. Ahora\, me gustaría hacer un tiempo para mí\, para estar conmigo y aprender a lidiar por mí misma con esta situación.
- No es para nada exagerado cariño – dijo su madre acariciando su mejilla – mientras estás fuera\, Eric se puede hacer cargo\, ¿cierto?
- Su padre asintió con la cabeza. – Sabes que cuentas con nosotros\, si eso es lo que quieres\, te apoyaremos cariño. – Isabell se acercó a su padre y lo abrazó con ternura.
En la privacidad de su habitación, con el calor de sus propios brazos rodeando sus piernas, sentada en el piso frente a la ventana de su habitación, lloraba descontroladamente, el dolor calaba sus huesos, le quemaba la carne, pero al mismo tiempo le hacía hervir la sangre, se sentía cansada de llorar, estaba desesperada por todos esos pensamientos que rondaban su mente y que la mantenían despierta a la medianoche. Sabía que debía parar, que debía tomar las pocas fuerzas que le quedaban para levantarse y reponerse. Si no lo intentaba, el dolor la consumiría al punto de la locura y no quería perder la poca cordura que aún le quedaba.
Se recuesta en la cama, observa el lado que está vacío, acaricia la almohada y la acerca a su nariz, pero el olor que anhela no está ahí, no hay ni un solo rastro de Joseph en esa habitación. Su ausencia es como una fría brisa que la hace encogerse en la cama, recuerda su último beso, cada parte de su cuerpo aún lo extraña, pero debe renunciar a esos sentimientos que se niegan a mantenerse en silencio. Pasará mucho tiempo para que pueda sentirse lista a soltarlo, para abrir su corazón y amar de nuevo. Pero ahora, solo quería estar sola, aliviar sus heridas y olvidar todo lo que ahora la está haciendo sufrir.
donde está su dignidad para tener las fuerzas y salir de todo eso?
creo que se enfoco y alargo mucho nuestra escritora en la recuperación de la protagonista y ya me esta molestando que sea o la haga tan debilucha!!!
*la segunda soloe pusieron a sus hijos los nombres de los antepasados de el y ella ? no tuvo una abuela / o bueno q mereciera q llevará su nombre ? no podían elegir un nombre neutral ? no sé , eso noe gustó .