Andres y Elizabeth no son tan amigos y tampoco de la misma edad, pero eso no importará para que sus abuelos quieran casarlos.
Esta historia ambientada en la época 1955, aunque tiene el tipico cliché que amamos mucho aunque no lo queramos admitir
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Un nuevo inicio
Liz
Despierto muy cansada, mis ojos pesan por eso el dolor de cabeza desde hace dos dias.
Es por la escena de Andres y su novia. No te hagas la tonta.
- mi conciencia es muy mala de verdad-
Darme un baño me calmo un poco el dolor de cabeza, ya con el uniforme puesto solo faltaba hacer el desayuno para no irme con el estomago vacio. Aunque para mi sorpresa el desayuno ya estaba listo, Andres estaba en la cocina buscando un plato que faltaba en la mesa.
-Buenos dias Liz- se acerco a mi para darme un tierno beso en la cabeza y abrir la silla para que me siente - Como amaneces?- me pregunta, su manera de pedir disculpas me agradaba bastante no lo puedo negar aunque hacerlo sufrir un poco no esta demas.
-Buen dia- respondí muy tajante, me sente, empece a desayunar sun nisiquiera esperar a que el se sentará, quiero que note mi furia aunque la verdad ya se me a pasado un poco.
-Ya no estes molesta Liz- sus ojitos se agrandaron para ser un lindo puchero, ese gesto hace que me derrita como si fuera un helado en pleno sol de verano - hago desayuno todo el mes si quieres, pero ya no seas indiferente conmigo por favor- otra vez su puchero sale a relucir en su hermosa cara.
-Andrés por favor no sigas con ese puchero- le pedí con una sonrisa que salió sin querer de mis labios, él correspondió a mi sonrisa con una más gigante - Acepto tu propuesta de desayuno- me levante de la mesa con una sonrisa. Lo acepto estar molesta con Andrés es como molestarse porque tu perro te mordió tus zapatos, al principio no lo quieres ver, pero después de unos minutos con su puchero se te pasa todo, así es con Andrés una perdida de tiempo estar molesta.
Tome mi bolso para irme al colegio, pero siento como Andrés me jala hacia él para darme un abrazo, le correspondí, abrazarlo es algo que me encanta, sentir su calidez, y con su pecho desnudo era aún mejor, pero no puedo ser tan obvia y después de unos segundos me separo de él - Tranquilo, ya no estoy molesta- me acerco a su cara para depositar un beso en su mejilla y me despedí para salir de la casa e irme al colegio.
3 semanas despues...
-Regresas mañana?- pregunto sin dejar de mirar unos papeles que trajo del trabajo.
-Si Andres, por tercera vez te digo que si, regreso mañana me quedare con Rosa, solo tienes que preparar el desayuno el almuerzo esta hecho y para la cena ya estare aqui- le dije riendome, parece un niño que se le va la mamá y tiene miedo de quedarse solo.
-EHHH! No te pregunto por qué no me vas a cocinar, porque para tu información cocino bastante bien y mejor que tú!!- dejo de ver sus papeles para acercarse a mi rostro, pero con la única intención de molestarme con su gran ego, su dedo índice lo puso tiernamente en mi nariz y guiño su ojo, sentí mis mejillas arder un poco. Está bien sé que no se acercó con la intención que yo las quiero que es que me bese, pero cualquier cercanía o algún roce entre ambos hace que mi cuerpo responda de una manera que no puedo controlar estoy segura de que él lo nota, espero que piense que solo son hormonas de adolescentes y no que me muero por él.
Me levante haciéndome la ofendida por sus palabras cosa que para nada es así, sé que su gran ego hace esas cosas para molestarme.
-Hacer arepas no quiere decir que cocines mejor yo. Es más- me acerqué a él mirando a sus ojos mientras él miraba los míos con la diferencia que él miraba hacia abajo y lo contrario- Por decir eso, tu harás la cena toda la semana y nada de arepas- lo desafíe en modo de juego, nuestras miradas seguían unidas uno al otro, por un segundo olvide de que estábamos hablando si nada al rededor existiera, sentí su mano tocar la mía, mi cuerpo se erizó por completo y retrocedí de esa cercanía que nos unía para entrar de vuelta a la realidad-¿Estamos?- le dije con una sonrisa mientras le alejaba disimuladamente o al menos lo intento.
-Oh Liz, vamos era una broma- hace lo de siempre, su puchero, como si fuera a funcionar siempre - sabes lo malo que soy para la cocina, no me castigues te lo ruego- no pude evitar reír por su puchero exagerado. Vi la hora en el reloj, Dios que tarde se me hace.
-¡¡¡Mira la hora!!! - grité - es muy tarde, no me da tiempo de arreglarme- salí corriendo al cuarto. Me aliste lo más rápido que pude, un short alto que me llega hasta las piernas y una blusa manga larga, guarde un poco de ropa junto con mi cepillo de dientes en mi bolso. Me miré por última vez para decirme lo linda que me veo, un poco de ego no está mal. ¿Cierto?.
Salgo a la sala donde se encuentra Andrés-Ya me voy- me acerque y le di un beso en la mejilla.
-No quieres que te lleve? - me preguntó un poco confundido.
- Oh no, no tranquilo, la mamá de Maria nos va a llevar, vamos por la torta primero y luego nos llevará a la casa- le comenté, pero parecía no estar satisfecho a mi repuesta- Pero si gustas, ¿puedes irme a buscarme mañana? - hice puchero a ver si funcionaba como él lo hacía conmigo.
- Está bien- se resignó y me acompaño hasta la puerta- por cualquier cosa llamas e iré por ti, ¿ok? - su tono de seriedad me hizo confundir, ¿estará molesto? Pero, ¿porque lo estaría?.
- Está bien hermano- bromeó para calmar la intensidad de esta situación.
-No soy tu hermano- seguía con su tono de seriedad que no entendía el porqué, pero no era momento de preguntarle ni de pensar en eso, solo le regale un abrazo y me fui a casa de María.