Kael Walton no fue criado, fue forjado, desde niño conoció más el frío del abandono que el calor de una familia. A los quince años quedó huérfano, y su refugio fueron las calles, los trabajos mal pagados, y los silencios largos que solo entienden los que han sobrevivido más de lo que han vivido.
El ejército le dio estructura, disciplina, y una nueva identidad: soldado, protector, fantasma. A los 25 años, pensó que había encontrado la única guerra que valía la pena luchar: el amor. Pero la felicidad duró poco. Su esposa fue asesinada por un mafioso al que todos temían, excepto Kael. Desde entonces, el amor quedó enterrado junto a ella.
Años después, en medio de una misión de venganza donde logran su cometido, cuando al fin reina la paz para el solo era el inicio de un caos y encanto, llamado Nadia Drake.
Podrá Nidia Alojarse en el corazón de Kael?
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Capítulo 10
...TAN CERCA ... Y TAN COMPLICADO...
Después que Kael y Nadia salieron de la galería, este la acompaño hasta su apartamento, pasaron varios minutos cuando ya ambos estaban parados frente a la puerta mientras Nadia la abría.
¿— Te gustaría pasar?
Kael vacilo un poco en responder, pero prefería estar cerca de ella, no fuera que Luca se apareciera de la nada.
— Está bien.
Nadia, dejo a Kael en la sala y se dirigió hacia su habitación, para colocarse más cómoda, una vez que regreso a donde estaba Kael, coloco un poco de música y sirvió dos copas de vino.
La música seguía flotando en el aire, suave, casi como un susurro entre los muros blancos, las luces tenues le daban a todo un aire onírico, como si la realidad se hubiera detenido solo por esa noche, solo por ellos.
Nadia y Kael estaban de pie en el balcón, mirando las estrellas, y no solo eso sino también mirándose con los silencios que se habían ido acumulando desde hacía días.
—¿Sabes qué es lo más extraño de todo esto? —preguntó ella, girándose para quedar de frente a Kael.
—¿Que ese tal Lucas no insistió en que te quedaras en la galería?.
Ella sonrió, pero negó con la cabeza.
—Que me siento más en paz contigo en silencio… que con cualquier otra persona hablándome bonito.
Kael la miró, esa forma en que ella decía cosas tan simples y tan profundas a la vez lo desarmaba por dentro y hacía que su corazón se acelerara.
—No soy bueno hablando bonito — admitió.
—No necesito que lo seas — respondió —. Solo que no huyas cada vez que esto se vuelve real.
Kael se tensó, ladeó la cabeza y se cruzó de brazos.
—¿Y qué pasa si me quedo, Nadia? ¿De verdad sabes lo que eso significa?
—Sí.
—No, no lo sabes.
Ella lo miró, desafiante.
—Entonces dímelo tú.
Él respiró hondo, dio un paso hacia ella, tan cerca que pudo sentir el perfume suave que usaba, algo con vainilla y madera.
—Tengo 40 años y tú tienes 21, cuando yo estaba aprendiendo a disparar, tú estabas viendo caricaturas, cuando enterré a mi esposa… tú probablemente estabas en secundaria.
—Y ahora estoy aquí — susurró ella, sintiéndose un poco herida por lo que le decía Kael, acaso su esfuerzo no ha valido la pena—. De pie frente a ti, sintiendo esto... que no sé cómo nombrar, pero tampoco quiero negar.
Kael tragó saliva, podía ver la verdad en sus ojos, no era una chica jugando a enamorarse.
Era una mujer que había sobrevivido a su propia oscuridad, igual que él, solo que con más luz en las manos.
—Nadia… yo podría hacerte daño sin querer, no soy un hombre fácil, no tengo nada ligero que ofrecerte, solo miedos y temores.
Ella dio un paso más, ahora estaban a centímetros, podía sentir el calor de su aliento.
—No busco algo fácil, solo algo real, duradero, verdadero.
Kael alzó una mano, dudó por un segundo, pero luego la apoyó suavemente en la mejilla de ella.
El mundo se volvió más pequeño donde solo quedaban ellos.
Sus rostros se acercaron, lentos, cuidadosos, como si supieran que el aire entre ellos estaba a punto de romperse.
Y justo cuando sus labios estaban a punto de encontrarse…
—Sonó el timbre —anunció que el repartidor de pizzas había llegado, Kael sabía que les gustaba a Nadia y que no había cenado aun y se tomó el atrevimiento.
Pero jamás se imaginó que el hechizo se rompería, estuvo a punto de cometer una locura.
Nadia sonrió con tristeza, bajó la mirada.
Kael bajó la mano, pero no se alejó.
—Tal vez fue mejor así — dijo en voz baja.
—¿Por qué? — preguntó ella.
—Porque si te beso… no voy a querer parar.
Silencio.
Nadia le sostuvo la mirada.
—Entonces bésame cuando estés listo para quedarte.
Kael cerró los ojos un segundo, luego los abrió, y su expresión ya no era de deseo, sino de un dolor contenido, casi reverente.
—Te mereces algo limpio, no alguien como yo, lleno de cenizas.
—Y tú te mereces que alguien te enseñe a dejar de vivir con miedo.
Ambos se quedaron así, mirándose.
Hasta que la realidad volvió y el timbre del departamento seguía sonando con insistencia.
Kael se dirigió a abrir la puerta, recibió la pizza, agradeciendo al joven que las había llevado y dándole una buena propina, no solo porque trajera la comida, sino porque haya interrumpido ese momento en el que, si probaba los labios de Nadia, sabía que no sería lo mismo.
Ambos se sentaron en silencio a compartir ese momento que por más que lo negaran era íntimo.
La noche afuera era fría, pero el silencio entre ellos seguía tibio, no se tocaban, pero algo se había movido, algo invisible, innegable.
Una vez que terminaron, Kael se despidió de ella, sin decir mucho.
Nadia subió las escaleras hacia su habitación, cerró la puerta y se dejó caer en la cama con un suspiro largo.
Abrió su libreta. Escribió:
“Estuvo tan cerca, lo sentí, me quiso besar y no lo hizo.
Pero esta vez… no huyó.
Y eso, para él, ya es un paso gigante.”
Mientras tanto, Kael estaba solo en su apartamento, sin prender las luces.
Se sirvió un trago, se apoyó contra la pared y miró al techo.
—Veintiún años, Nadia. ¿Qué demonios haces tratando de conquistarme?, si tal vez no estuviese roto, dañado, fuera yo el que estuviese detrás de ti.
Pero sabía que en el fondo ya no podía dejar de buscar la manera de estar a su lado.
Y que tarde o temprano… tendría que asumir sus sentimientos.
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que decepción
así me gusta que no tengan tantos capitulos 💯