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EMBARACE A MI ENEMIGO

EMBARACE A MI ENEMIGO

Status: En proceso
Genre:Yaoi / Hombre lobo / Matrimonio arreglado / Diferencia de edad / Atracción entre enemigos / Matrimonio entre clanes
Popularitas:7.8k
Nilai: 5
nombre de autor: Mckasse

En el corazón del Bosque de Dragonwolf, donde dos clanes milenarios han pactado la paz a través del matrimonio, nace una historia que nadie esperaba.

Draco, el orgulloso y temido hijo del clan dragón, debe casarse con la misteriosa heredera Omega del clan lobo y tener un heredero. Louve, un joven de mirada salvaje, orejas puntiagudas y una cola tan inquieta como su espíritu, también huye del destino que le han impuesto.

Sin saber quiénes son realmente, se encuentran por casualidad en una cascada escondida... y lo que debería ser solo un escape se convierte en una conexión inesperada. Draco se siente atraído por ese chico libre, borrachito de licor y risueño, sin imaginar que es su futuro esposo.

¿Podrá el amor florecer entre dos enemigos destinados a casarse sin saber que ya se han encontrado... y que el mayor secreto aún está por revelarse?

Una historia de miradas tímidas, corazones confundidos y un embarazo no deseado.

NovelToon tiene autorización de Mckasse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Fiesta y provocación

La aldea estaba de fiesta.

Era el esperado Día de la Cosecha, un evento sagrado donde todos los clanes —lobos y dragones— celebraban la abundancia, la unión de manadas y reinos. Había música, cantos, comida, vino… y baile.

Pero lo que Draco no se esperaba —lo que ni en sus más retorcidas fantasías había imaginado— era ver a Louve… así.

Vestido de un modo que parecía un pecado con patas.

Draco había salido temprano y sobrevolado la zona junto a sus soldados, observando desde las alturas con su imponente figura de comandante. El sol caía en el horizonte cuando aterrizó con fuerza en medio de la aldea, haciendo temblar la tierra y a los más cercanos retrocedieron por respeto —y miedo.

Su séquito de guerreros dragones, altos, fornidos, todos disciplinados… pero también todos advertidos.

—Ninguno —les había gruñido antes de bajar—. Y digo ninguno… va a ponerle los ojos encima a mi pareja. Si los atrapo mirando… les arranco los ojos y se los doy de comer a los cuervos. ¿Entendieron? Están aquí para mantener el orden, no para divertirse.

—¡Sí, comandante! —resonaron las voces masculinas, firmes.

Pero ni esa amenaza fue suficiente cuando lo vieron aparecer mientras empezaba la música…

Allí estaba Louve, en el centro de la plaza, junto a varias lobas obreras, danzando, girando, cantando y aullando con gracia salvaje.

Su cuerpo se movía con una soltura natural, sensual… pero lo peor —LO PEOR— era ese maldito atuendo que llevaba.

Un pantalón suelto, bajo, de telas finas que dejaban al descubierto sus caderas delgadas y marcadas, su torso desnudo con collares de piedras y plata colgando. Y el velo… ¡ah, ese maldito velo! cubriendo su rostro desde la nariz hacia abajo, dándole un aire misterioso y provocador que casi hizo que Dracon perdiera la cabeza.

…y el top. Esa delgada blusita cortita.

Dioses dragónicos, ese maldito top.

Él velo cubría su rostro, es transparente lo que deja la silueta sus labios carnosos, ligeramente curvados en una sonrisa provocadora. Y sus ojos… sus ojos azules, brillando con picardía pura mientras bailaba sin vergüenza alguna.

Louve no estaba bailando solo por tradición.

Estaba bailando para matarlo lentamente.

Draco, desde donde estaba de pie, sentía cómo su virilidad le latía con fuerza, golpeando dentro de sus pantalones de batalla. Tragó en seco. Todo su autocontrol, todo su entrenamiento de años, su frialdad como comandante… a la mierda.

Y como si no fuera suficiente tortura, Louve giró sobre sí mismo, alzando sus brazos, moviendo las caderas de un modo hipnótico, dejando ver más piel, más curvas, más pecado.

Uno de sus soldados —pobre diablo— osa comentar entre dientes:

—Su pareja… es verdaderamente hermosa, mi comandante.

—¿Qué dijiste, gusano? —gruñe Draco, con la vena de la frente a punto de explotar.

—¡Nada, comandante!—se va de inmediato.

Pero Draco ya había visto a dos dragones demasiado atentos al baile de su esposo. Caminó entre ellos con paso lento, pesado… y cuando estuvo a su lado, les habló con una voz baja y asesina:

—Los quiero a ambos patrullando la frontera esta misma noche. Ni se les ocurra regresar antes de un mes.

—¡Sí, señor! —dijeron pálidos antes de huir volando.

Y Draco volvió su vista al centro de la plaza.

A su maldito lobito endemoniado.

El peor castigo de su vida… y al mismo tiempo, su más grande tentación.

Louve, por su parte, sabía perfectamente lo que estaba haciendo.

Sentía los ojos de Draco ardiendo sobre su cuerpo como si fueran llamas reales. Sonrió apenas por debajo del velo. Esa noche era de venganza. Venganza por las peleas, los gritos, las órdenes bruscas… por las pociones, por intentar controlarlo, por tratarlo como un enemigo.

“Ahora mírame, maldito dragón…” piensa, girando sensualmente.

Cuando la música terminó, las lobas aullaron con fuerza y alegría, celebrando. Todos aplaudieron. Todos… excepto Draco.

Él se quedó allí, inmóvil, con los puños cerrados, la mandíbula tensa… luchando contra sí mismo.

Hasta que Louve se atrevió a hacer lo imperdonable.

Le pasó por el lado… rozando su cadera contra la de él.

Provocador. Descarado.

Y susurró muy bajito:

—¿Pasa algo, esposo mío? ¿Te molesta que todos vean lo que es solo tuyo? ¿O te encanta el exhibicionismo?

Draco sintió un rugido interno queriendo salir. No respondió.

Solo lo siguió con la mirada… como un depredador siguiendo a su presa.

Su virilidad vibró —literalmente—, sintió el calor subirle por el cuello y la mandíbula tensarse.

El lobo danzaba con la siguiente musica… giraba… se mordía el labio inferior por debajo del velo… y sus ojos, esos ojos azules brillantes, se cruzaron con los de él.

Fue un instante.

Un simple cruce de miradas.

Pero bastó.

Draco sintió que ya no había fiesta, ni música, ni aldeanos… solo existía Louve.

Su Louve.

Su desgracia.

Su maldición.

Su perdición.

Los lobos reían, aullaban, seguían danzando alrededor, ajenos al volcán que se gestaba en el pecho del dragón. Louve giraba con los demás, pero sus pasos lo acercaban sutilmente al borde del círculo nuevamente… hacia donde estaba Dracon.

Como desafiándolo.

Como provocándolo.

—Está jugando a matarme… —susurra Draco para sí mismo—. Este lobo me va a llevar a la tumba.

Y cuando Louve pasó a su lado, girando, dejando que el aroma de sus feromonas lo envolviera, Draco actuó por puro instinto de macho territorial.

Lo agarró.

Sin advertencia.

De la cintura.

De frente a todos.

Y lo jaló hacia él con fuerza brutal.

Los murmullos estallaron alrededor. Las lobas se taparon la boca en un gesto ahogado. Los dragones se tensaron al máximo.

Draco lo pegó a su cuerpo de un solo tirón, su boca casi rozando el velo.

—¿Qué demonios crees que estás haciendo, lobito? —su voz fue ronca, áspera, como un trueno contenido.

Louve, descarado, se inclinó levemente hacia él, sus ojos brillaban con picardía.

—Bailando… esposo mío.

—Estás jugando con fuego… —ruge Draco, sintiendo que si no lo sacaba de allí iba a hacer una masacre.

Y sin darle opción, lo cargó como un saco de arroz sobre su hombro —con total brutalidad— ante los gritos sorprendidos de los presentes.

—¡Draco, bájame! ¡Bestia salvaje! ¡Estás haciendo el ridículo! —se queja Louve, dándole puñetazos en la espalda.

—Ridículo va a ser lo que te haré en la cueva… —le gruñe con una sonrisa ladina—. Vas a suplicar que te deje caminar mañana, lobito insolente.

Y frente a todos, el temido Comandante Dragón se lo llevó de la fiesta… como buen macho celoso, loco y absolutamente poseído por ese maldito lobo que lo tenía al borde de la locura.

Porque Louve no era solo su enemigo…

Era su karma.

Su perdición.

Y Draco… estaba completamente condenado.

Minutos después en la cueva.

La puerta se cerró de un portazo. Draco había arrastrado a Louve desde la plaza, prácticamente cargándolo de la rabia —y del deseo— que lo estaba carcomiendo vivo.

—¿¡QUÉ DEMONIOS TE CREES QUE ESTABAS HACIENDO ALLÁ AFUERA!? —brama, furioso.

Louve se encoge de hombros, despojándose lentamente del velo… y luego de las telas, una a una.

Provocándolo.

Matándolo.

—Solo bailaba, mi gran y fiero dragón… —dice con voz dulce y burlona—. ¿O acaso no te gustó? Es el colmo. Ya dime que no respire, maldita sea.

Draco golpea la pared con un puñetazo, abriendo una grieta.

—¡Voy a volverte pedazos, Louve!

El lobito se gira, dándole la espalda, moviendo las caderas, subiendo la colita en un gesto de absoluto descaro.

—Pues ven y hazlo… si puedes. Maldito gruñón de mierda.

—¡La boquita!

Louve se gira solo para sacarle la lengua y el dedo del medio

Eso fue lo último que necesitó el dragón.

En cuestión de segundos, Draco lo tenía atrapado bajo su cuerpo, devorándolo a besos, gruñendo como una bestia salvaje. No había rabia, no había orgullo… solo instinto. Solo lujuria. Solo necesidad y deseo de someterlo para enseñarle quien manda.

1
Elizth
más capitulo de acerca una batalla a muerte/Scowl//Sob/
Maria Elena Sanchez Garcia
Excelente
danielaflores
estoy llorando que tristesa que no le pase nada por favor💔😿
Mckasse Escritora
gracias amor
Gelen Burgos
Es un relato muy único jaja sin duda será popular.
Elizth
más capitulo xf
Yendi Jaramillo Avila
está maravillosa la historia
Gelen Burgos
sentí la adrenalina
Gelen Burgos
la amo , la amo la amo la amo la amo la amo la amo la amo la amo
Gelen Burgos
Tu mandas , bien dicho.
Gelen Burgos
esto está muy buenooo
Kysa_lov
Que desgraciado
Gelen Burgos
JAJAJAJA ME MEO
Gelen Burgos
eso me asusta , donde me anoto para la fila
Gelen Burgos
cuidado te. cansas 😒
Gelen Burgos
t falla mijo ? Lo trataste como muñequito de trapooo
q esperabas
Gelen Burgos
Ya veremos
Gelen Burgos
Tengo preferencia por los loquitos intensos , vas por buen camino jajaj
Gelen Burgos
y yo : aaaaaaaaah
Elizth
más xq está interesantes de como llevar el mando
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