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Casados Y Al Borde Del Caos (OMEGAVERSE)

Casados Y Al Borde Del Caos (OMEGAVERSE)

Status: En proceso
Genre:Yaoi / Omegaverse / ABO
Popularitas:2.2k
Nilai: 5
nombre de autor: GEMINI_K

Jay y Gio llevan juntos tanto tiempo que ya podrían escribir un manual de matrimonio... o al menos una lista de reglas para sobrevivirlo. Casados desde hace años, su vida es una montaña rusa de momentos caóticos, peleas absurdas y risas interminables. Como alfa dominante, Gio es paciente, aunque eso no significa que siempre tenga el control y es un alfa que disfruta de alterar la paz de su pareja. Jay, por otro lado, es un omega dominante con un espíritu indomable: terco, impulsivo y con una energía que desafía cualquier intento de orden.

Su matrimonio no es perfecto, pero es suyo, y aunque a veces parezca que están al borde del desastre, siempre encuentran la forma de volver a elegirse

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###**Capitulo 10: Intentemos de Nuevo**

Jongin se quedó ahí, con los brazos cruzados, observándolos en silencio como un águila esperando que su presa hiciera un movimiento en falso.

Jay intentó mantenerse calmado, pero la presión de la mirada de su padre era peor que un interrogatorio de la policía.

Gio, por su parte, agarró la cafetera con manos temblorosas y trató de servir el café sin hacer ruido.

Pero claro, porque el universo lo odiaba, la maldita cuchara de metal que usó para el azúcar se le resbaló y cayó con un tintineo escandaloso.

Jay lo miró con odio.

Gio palideció.

Jongin arqueó una ceja.

Silencio.

El juicio estaba en marcha.

—Ustedes dos están muy raros. —La voz de Jongin cortó el aire como un cuchillo.

Jay forzó una sonrisa.

—¿Raros? Para nada.

—Sí. —Jongin frunció el ceño y olfateó el aire otra vez, como si intentara descifrar el enigma que lo molestaba.

No respires. No respires, viejo.

Jay luchó por no retorcerse. ¿Por qué su padre tenía que ser un alfa con un maldito olfato de sabueso?

Gio, a su lado, mantenía la mirada fija en la cafetera como si estuviera rezando para desaparecer en el acto.

Jay sintió que si su esposo seguía así, iba a ser él quien lo desapareciera de un golpe.

—Tomen asiento. —Ordenó Jongin, sin moverse de la puerta.

Jay tragó saliva y obedeció. Gio hizo lo mismo, aunque su cuerpo entero parecía tenso como una cuerda a punto de romperse.

Jongin los miró a los dos.

Luego miró las velas.

Luego la ventana abierta.

Luego el cuello rojo de Gio.

Jay vio con terror cómo su padre entrecerró los ojos.

—¿Hace frío, Giovanni?

Gio casi se atraganta.

—¿P-perdón?

Jongin señaló con la barbilla su cuello rojo, con una expresión tan seria que Jay sintió cómo la muerte le rozaba la nuca.

—Tienes el cabello mojado. Y el cuello irritado.

Gio no sabía si llorar o reír.

—A-ah, sí. Me… me metí a la ducha hace un momento.

Jongin ladeó la cabeza.

—¿Agua fría?

—Sí.

—¿Por qué?

Mierda.

Jay vio cómo Gio se quedó en blanco.

Piensa algo, Gio. Piensa algo.

—Porque… —La voz de Gio salió ridículamente aguda, así que carraspeó—. Porque… porque Jay no pagó el agua caliente.

Jay casi lo mata.

Jongin lo miró con una expresión neutra.

—¿No pagaste el agua caliente?

Jay sonrió de manera robótica.

—Ah… sí. Se me olvidó.

Jongin lo miró fijamente.

Jay sostuvo su mirada con la dignidad de un hombre al borde de la ejecución.

Silencio.

Largo, terrible, asesino.

Jongin entrecerró los ojos.

Jay sintió su alma temblar.

Pero entonces, su padre suspiró.

—No puedo creer que seas tan irresponsable, Jay.

Jay parpadeó.

—¿Eh?

Jongin negó con la cabeza, chasqueando la lengua.

—Parece que estar casado no te ha hecho más responsable. Haces que tu esposo se congele porque no tienes la decencia de pagar las cuentas.

Jay abrió la boca para responder, pero Gio le lanzó una mirada rápida que decía "cállate y acéptalo, por Dios", así que cerró la boca con fuerza.

—Sí, lo siento mucho. —Dijo, con la voz más arrepentida que pudo fingir.

Jongin suspiró de nuevo y bebió su café.

—Deberías agradecer que Gio es paciente contigo.

Gio soltó una risita nerviosa.

—Sí… paciente…

Jay lo pateó debajo de la mesa.

Jongin no notó nada.

Simplemente terminó su café, dejó la taza en la mesa y se acomodó mejor en la silla, cruzando una pierna sobre la otra.

Jay sintió un escalofrío.

¿Por qué no se estaba yendo?

Jongin los miró con seriedad.

—Hablando de tu irresponsabilidad, Jay…

Jay se tensó.

—¿Sí?

—La gala.

Silencio.

Jay tragó saliva.

—¿La gala?

Jongin apoyó los codos en la mesa y entrelazó los dedos.

—Sí. Mi gala. La que llevo organizando desde hace meses. La que tú, como mi hijo, deberías estar ayudando a organizar.

Jay sonrió, tratando de sonar convincente.

—Claro, papá. Por supuesto que no lo he olvidado.

Jongin no se veía convencido.

—¿Ah, sí? Entonces dime, ¿ya tienes tu traje listo?

Jay abrió la boca para decir que sí… pero Gio lo interrumpió antes de que pudiera mentir.

—No.

Jay lo miró con odio.

Jongin levantó una ceja.

—¿No tienes tu traje listo?

Jay suspiró.

—Lo tendré.

—¿Cuándo?

Jay sonrió, sudando.

—Pronto.

Jongin exhaló.

—Recuerda que es dentro de media semana Jay. No quiero verte aparecer en mi gala con cualquier cosa.

Jay apretó los dientes.

—Está bien.

Jongin miró a Gio.

—Y tú, Giovanni.

Gio se tensó.

—¿Sí?

—Espero que sí tengas algo decente para usar.

Gio se aclaró la garganta.

—Sí, señor.

Jongin lo inspeccionó por un segundo más, como si dudara, pero finalmente asintió.

—Bien. Ahora…

Jay contuvo la respiración.

¿Ahora qué? ¿Qué más quería?

Jongin se levantó y recogió su abrigo.

—…Ahora sí me voy.

Jay sintió su alma regresar a su cuerpo.

—¿Sí?

Jongin los miró con una expresión afilada.

—Pero espero verlos a los dos bien vestidos y comportándose ese dia. ¿Entendido?

Ambos asintieron frenéticamente.

—Sí, señor.

Jongin se dirigió a la puerta.

Pero justo antes de salir, se detuvo.

Volvió a oler el aire.

Frunció un poco el ceño.

Jay sintió que el tiempo se detenía.

No. No otra vez. Ya nos salvamos, vete.

Jongin apretó los labios.

—Ventilen este lugar mejor. Huele raro.

Jay sonrió como un demente.

—Lo haré, papá.

Jongin les lanzó una última mirada, como si aún tuviera dudas, pero finalmente salió por la puerta.

El sonido de la cerradura asegurándose detrás de él fue la música más hermosa que Jay había escuchado en su vida.

Silencio.

Jay y Gio se quedaron quietos por un segundo.

Luego, al mismo tiempo, se miraron y exhalaron un suspiro de pura agonía.

—¡Nos salvamos! —Gio gimió, dejando caer la cabeza sobre la mesa.

Jay se masajeó las sienes.

—¡Casi nos mata en vivo!

Gio gruñó.

—¿Cuándo es la gala?

Jay se hundió en la silla.

—No lo sé.

Ambos se quedaron en silencio.

Luego, Gio alzó la mirada, con expresión pensativa.

Jay apenas había terminado de suspirar aliviado cuando sintió unos brazos envolver su cintura.

—No —dijo de inmediato.

Gio pegó su pecho contra su espalda y deslizó las manos por su abdomen.

—Ni siquiera he dicho nada.

Jay cerró los ojos con paciencia.

—Puedo oler tus intenciones desde aquí, Giovanni.

Gio soltó una risita y dejó un beso en la curva de su cuello.

—Eso es porque todavía no se ventila bien la casa.

Jay se removió un poco en sus brazos, pero Gio no lo dejó escapar.

—Gio, mi padre estuvo a punto de matarnos, y ahora tenemos que preocuparnos por la maldita gala. No estoy de humor.

Gio apoyó la barbilla en su hombro, abrazándolo más fuerte.

—Lo sé, pero…

Jay sintió un ligero roce contra su trasero y se tensó.

Se giró lentamente, con la sospecha brillando en sus ojos.

Gio le sonrió con toda la inocencia falsa del mundo.

—Mi amiguito sigue con frío.

Jay le dio un manazo en el pecho.

—¡No digas eso con esa cara!

Gio fingió estar ofendido y llevó una mano a su corazón.

—¿Me estás discriminando por mi problema de temperatura?

—¡No tienes un problema de temperatura, maldito degenerado!

Jay trató de alejarse, pero Gio lo empujó contra el sofá y lo hizo caer sentado. Antes de que pudiera reaccionar, Gio se dejó caer a horcajadas sobre él.

—¡Gio!

—Necesito calor, amor.

—¿"Calor"? —Jay lo miró con incredulidad—. ¿Quieres que te prenda fuego? Porque te prendo fuego, Giovanni.

Gio se rió y bajó las manos a sus caderas.

—No necesito fuego. Solo te necesito a ti.

Jay sintió su cara calentarse, pero no iba a caer tan fácil.

—¿Y si mi papá vuelve?

Gio besó la línea de su mandíbula.

—Dijiste que estaba ocupado con la gala.

—¿Y si alguien más viene?

—Que llamen antes de entrar.

—¿Y si…?

Gio le cortó la queja con un beso lento y profundo, deslizando las manos por su espalda.

Jay sintió su resistencia empezar a debilitarse.

—Eres un descarado —murmuró contra sus labios.

—Y tú me amas.

Jay rodó los ojos.

—No es excusa para que me hagas esto justo después de que casi muero del susto.

Gio besó su cuello con una sonrisa.

—Voy a compensarte por el estrés.

Jay soltó una risa incrédula.

—Ah, ¿sí?

—Ajá.

Gio empujó su pecho suavemente hasta recostarlo en el sofá.

Jay lo miró con escepticismo.

—No vamos a terminar en el suelo otra vez, ¿verdad?

Gio sonrió contra su piel.

—No me hagas prometer cosas que no puedo cumplir.

Jay no tuvo tiempo de replicar antes de que Gio volviera a besarlo, haciéndolo olvidar todas sus quejas.

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Lucero Solorzano
hay me encanta espero más capítulos por favor me que de con expectativas que dirá GIO...aaaaaaa que emoción
Lucero Solorzano
hola espero con ansias más capítulos espero y no lo dejes a la mitad...
Lucero Solorzano
Guau excelente hasta donde voy me gusta no es la clásica novela donde hay odio.amor o divorcio.aunque también me encantan muchas gracias tienes otras novelas me puedes dar los nombres.👍👍
Nidia Mojica
Gio quiere ser papá.
Nidia Mojica
Jajaja ese Gio es tremendo, traumados los suegroa de Jay.
Nidia Mojica
Jajajaja esos dos no aprenden.
Nidia Mojica
Huy ese señor si que da miedo.
Sofi
me encanta
Muriel
Quiero más aventuras🎈
Sayuri//acuario
Después de leer tu historia, me he quedado con ganas de más. Necesito saber qué pasa después. 😫👀
ZodiacKiller
😍Es genial, sigue así.
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