Thiago Andrade luchó con uñas y dientes por un lugar en el mundo. A los 25 años, con las cicatrices del rechazo familiar y del prejuicio, finalmente consigue un puesto como asistente personal del CEO más temido de São Paulo: Gael Ferraz.
Gael, de 35 años, es frío, perfeccionista y lleva una vida que parece perfecta al lado de su novia y de una reputación intachable. Pero cuando Thiago entra en su rutina, su orden comienza a desmoronarse.
Entre miradas que arden, silencios que dicen más que las palabras y un deseo que ninguno de los dos se atreve a nombrar, nace una tensión peligrosa y arrebatadora.
Porque el amor —o lo que sea esto— no debería suceder. No allí. No debajo del piso 32.
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Capítulo 13
Burdeos, Francia.
Gael Ferraz estaba resolviendo un problema millonario.
Era lo que sabía hacer. Negociar. Cortar. Convencer.
Estaba en salas de reunión con CEOs europeos, traductores simultáneos, abogados corporativos. Bebía café importado, dormía en hoteles cinco estrellas y comía en cenas discretas con copas de vino más caras que un mes de alquiler de Thiago.
Pero nada de eso silenciaba la voz en su cabeza.
"No sabes con quién estás jugando."
"Entonces enloquece pronto."
"Me besaste como si yo fuera todo lo que querías."
Thiago.
Siempre era Thiago.
En los pasillos del hotel, en los ascensores espejados, en las noches en que dormía mal. Veía su rostro en reflejos, en pensamientos, incluso en las pausas entre una reunión y otra.
Extrañaba el silencio provocador.
La inteligencia disfrazada de humildad.
El olor.
La mirada.
Y, más que todo, la forma en que Thiago lo hacía sentir más humano de lo que jamás se permitió ser.
⸻
El miércoles, después de cerrar una conferencia con los representantes de la sede en París, Gael bajó al bar del hotel con uno de los socios franceses.
— Vi una cosa curiosa en Twitter ayer — comentó el hombre, sonriendo de lado, con acento leve. — Te has convertido en blanco de un hilo. Pero tranquilo, nada comprometedor.
— ¿Cómo así?
— Alguien especulando tu ausencia repentina. Una cuenta pequeña, interna. Teoría conspiratoria básica: "Gael Ferraz desapareció de Ferraz Tech por una crisis personal." El tipo de cosa que solo circula entre empleados de mediano rango.
Gael no dijo nada. Pero sintió el corazón apretarse.
Porque, para el mundo, era solo un chisme tonto.
Pero él lo sabía.
Todo escándalo comienza con un susurro.
Y si la gente estaba hablando de su ausencia…
Era cuestión de tiempo hasta que comenzaran a preguntar quién quedó en su lugar.
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Más tarde, en la habitación del hotel, Gael se quedó mirando el celular.
Tocó la pantalla. Abrió la galería.
Pasó por fotos de reuniones, documentos, registros oficiales…
Paró en una foto cualquiera, hecha sin intención:
Thiago organizando papeles. Concentrado. Inocente.
Gael amplió la imagen.
Sonrió. Y luego se odió por eso.
Pero, aun así, no la borró.
Y por primera vez, se preguntó cuánto tiempo aún conseguiría mantener esa distancia.
Porque el contrato él podía salvarlo.
Pero el corazón… ya estaba en colapso.
El jet privado cruzaba el Atlántico a mil por hora.
Del lado de adentro, todo era silencio.
Menos la cabeza de Gael.
La semana en Francia sirvió para resolver los contratos.
Pero no borró la añoranza.
No eliminó la tensión.
No silenció la voluntad de estar cerca de Thiago.
Por el contrario. La ausencia solo aumentó el deseo.
Y, más que eso, dejó claro lo que necesitaba hacer.
Estaba cansado de la hipocresía.
Cansado del teatro.
De la relación con Helena, construida sobre la conveniencia, la imagen y la rutina.
No daba más.
Tomó el celular. Escribió un mensaje largo. Después borró todo.
Respiró hondo. Llamó.
Helena atendió a la tercera llamada.
Su voz estaba tranquila. Artificial. Perfecta.
— Gael. ¿Está todo bien?
— Necesitamos hablar.
Silencio.
Ella entendió.
— ¿Quieres terminar?
— Quiero ser honesto. Contigo. Conmigo. Con todo.
La respuesta de ella fue rápida, quirúrgica.
— ¿Y qué le digo a mi familia? ¿Y a la tuya? ¿Qué le vas a decir a Doña Eugenia?
Gael cerró los ojos.
— Que la relación terminó. Simple así.
Helena se rio. Fría. Afilada como navaja.
— ¿De verdad crees que puedes salir ileso? ¿Que me voy a quedar callada? ¿Que no voy a hablar con tu madre?
— Puedes hablar con quien quieras, Helena.
— ¿Y si voy a la prensa?
Gael sonrió. Por primera vez en días.
Una sonrisa leve. Libre.
— Ya lo hice.
— ¿Qué?
— Acabo de mandar un comunicado al sector de imagen. Lo van a publicar hoy mismo.
"Gael Ferraz y Helena Vieira terminan su relación de forma respetuosa y amigable, después de tres años juntos. Ambos siguen enfocados en sus proyectos personales."
— ¿Sin justificación?
— Ninguna. Quien quiera especular, que especule.
Helena se quedó muda por algunos segundos. Después colgó.
Gael miró el cielo oscuro por la ventana.
Sintió el pecho ligero. Por primera vez en mucho tiempo.
No sabía lo que vendría ahora.
Pero sabía que no podía seguir viviendo escondiéndose.
Ni por Helena. Ni por su madre. Ni por nadie.
Ahora… solo faltaba lo más difícil.
Volver.
Y encarar a Thiago.