La Segunda Oportunidad De La Princesa

El recorrido hasta el palacio del imperio Oregon fue normal, no pasó nada raro.

Les tomó una hora llegar al palacio, y allí estaban esperando las sirvientas del emperador para servir a la joven princesa quien al ver la situación no sabía qué pensar.

Pero Bruno, no es que está allí, él se mantiene escondido en un rincón de la puerta mirando todo, tiene curiosidad por saber por sí mismo cómo es la princesa Bianca Mondragón.

Al principio iba a mandar a un sirviente a vigilar lo que hace, pero él mismo lo hará, y si ve que tiene malas intenciones, la mandará de vuelta a su imperio humillada.

Jonás no estaba de acuerdo con esa locura, pero no puede contradecir al emperador, además él nunca le hace caso a Jonás y termina haciendo lo que quiere.

Por su parte Bianca se instaló en el lugar, y las doncellas y mucamas del palacio la atendieron a ella y a su gente.

Ella y sus dos sirvientes fueron llevados al área de invitados y los guardias fueron llegando a una área para vista en las barracas de los guardias.

A cada uno de los recién llegados se le dio alimentos y agua.

La joven princesa estaba ya instalada en su habitación y su doncella la estaba atendiendo.

—Ama, me dicen que el emperador de este imperio es un poco malhumorado, no se acerque mucho a él — le aconseja Nely la hermana de Miguel y ella toma esas palabras no tan en serio, no tiene planes de acercarse mucho.

—No vine a este imperio a acercarme a nadie, solo quiero cumplir con mis obligaciones e irme de este lugar, tú no te metas en problemas — le pide Bianca a su doncella, ella es un poco especial, y es muy curiosa. A la hora de decir las cosas no tiene filtro.

La doncella se ríe.

—No se preocupe ama, yo me portaré bien, y no haré nada para comprometer su trabajo— promete la doncella de manera superficial, ya que tiene planes de hacerse amiga de alguna doncella e investigar cómo salir a divertirse adecuadamente sin poner en peligro por supuesto el trabajo de su ama.

La doncella ya no dijo nada, y solo se limitó a terminar su trabajo, después de eso, se despidió de Bianca y se fue a su habitación a descansar, el viaje aunque estuvo tranquilo, fue agotador.

Todos se fueron a descansar.

Pero el emperador Bruno Oregon estaba maquinando un plan para dejar al descubierto las verdaderas intenciones de Bianca.

Él aún cree que ella estaba allí con un plan malicioso y claro, él no dejará que ella se salga con la suya.

Él estaba en su oficina tramando un plan, y en esos momentos llegó su amigo y asistente Jonás, el hombre traía consigo a un hombre, el cual fue mandado a buscar para una misión que hasta Jonás desconoce, aquel hombre era también amigo del emperador.

—Emperador, aquí está el líder de los magos, supongo que debe de haber alguna amenaza de guerra de algún país, como para mandarlo a buscar tan de prisa— dice Jonás y el emperador permanece aún en silencio.

Sin dudarlo, el emperador fue directo al grano.

—Quiero que te hagas pasar por mí en la negociación del tratado de paz, yo seré tu asistente en cada reunión, y te diré que hacer— dice él sin filtro y el hombre casi se cae para atrás.

Su nombre era Cristian y era el líder de los magos de la torre mágica y es amigo del emperador y de Jonás también.

Todo desde pequeño tienen un vínculo de amistad. Su catador Milton también es parte del vínculo.

Cristian estaba desconcertado, se quedó sin ideas y solo se rio con burla. Aquella le parece algo loco y descabellado.

Nunca en su vida ha hecho algo como aquello, y le parece una locura.

Jonás no se aguantó y protestó, no como asistente, sino como amigo.

—¿Te has escuchado siquiera, que van a decir de nosotros si algo como eso se sabe? No, definitivamente esto es una locura monumental — protesta Jonás mientras se sienta en una silla frente al emperador.

Jonás ha perdido la compostura.

Cristian aunque se burló al inicio, pensó en que podía sacar beneficio de esta locura.

—¿Qué gano yo con esta locura?— pregunta Cristian un poco curioso, en esos momentos llegó el catador de Bruno con un té para dormir el cual él había solicitado.

Él escuchó lo último, y se unió a la conversación.

Bruno al ver a ese trío de locos reunidos, supo de inmediato que se iban a burlar de él y no se equivoca, ya que Cristian le fue con el chisme a Milton y esté casi deja derramar el té que le había traído.

—¿Pero quién en su sano juicio se atreve a hacer algo como eso? Sé que el emperador es paranoico con las mujeres, pero hacer que Cristian se haga pasar por el emperador, eso es otra cosa — dice Milton luego de poner el té sobre el escritorio del emperador, quien estaba avergonzado. Esos tres no le tienen ni un poco de respeto.

Entre Cristian y Milton se reían del emperador, y Jonás estaba con una cara diferente.

Al final él por las burlas de esos dos, se terminó riendo del emperador también.

Cuando se cansaron de reírse, Cristian decide hablar.

—¿Digamos que funcione está locura, que ganaré yo de eso, o es que lo haré gratis?— pregunta Cristian ya serio, no hará una locura como esa en vano.

El emperador le declaró las ganancias a todos.

—Vacaciones por un mes, dos cofres de oro, y claro, los terrenos del traidor de mi primo — declara Bruno y Cristian emocionado acepta.

—Por ahí hubieras iniciado, lo haré, pero no puedes retroceder a tu palabra, ya ustedes dos escucharon— dice él refiriéndose a Jonás y a Milton como testigos.

Cómo ya no tenía nada más que hablar de esa negociación, el emperador le contó a Cristian los detalles del tratado de paz, y le entregó los documentos ya firmados por él, para que no tenga que trabajar mucho.

Cristian estaba en las nubes, y sentía que había hecho el mejor negocio de su vida. El primer día de trabajo iniciaría en el día de mañana después del desayuno.

Milton y Jonás solo miraban la situación, y no decían nada.

Solo le piden al cielo que está locura salga bien.