Klea es policía en Interpol, destacada en la región de Almería para mejorar la gestión de registros de los migrantes.
Alejandro es juez en la dependencia policial en Almería y tiene una relación tóxica con Victoria, pero le gusta mucho a Klea.
Ambos van a compartir una vida como perro y gato, silencio y burlas, odio y sarcasmo, hasta que la llegada de Kader hace los cambios pertinentes.
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Maltrato
Carla, estuvo al tanto de lo que le pasó a Kader, se siente afectada, y más aún de la mala noticia.
- No te pongas tan mal, Kader es un niño fuerte, lo logrará, tiene bonitos recuerdos de sus últimos días. Eso lo motivará a mejorar. – ella anima a Carla a cambiar de ánimo.
- Lo sé, pero tengo otra peor, he hablado con la abogada el día de la despedida de Florence. – su mirada refleja tristeza.
- Eso es bueno. Por lo tanto, ella te tomará en cuenta. – ella se muestra contenta para que no pierda la esperanza.
- Eso pensamos Eduardo y yo, pero ella nos contactó con la asistencia social. Estuvimos conversando que nos gustaría ser familia de acogida y que estamos encariñados con Alma y le contamos todo.
- Han hecho bien en decir la verdad.
- La asistenta social, me llamó esta mañana y me dijo que como no estamos casados no calificamos para el programa. – deja caer sus lágrimas – Teníamos tantas ilusiones de poder criar a Alma.
- Carla, no te desanimes. Cásate con Eduardo como lo tienes pensado, siempre hay niños huérfanos que llegan a España, pero también hay niños que son separados a la fuerza de su familia por los antecedentes penales y judiciales.
- Eso debe ser terrible para el niño. No es humano hacer ese tipo de daño, es un trauma muy grande.
- Las leyes son así. Debemos obedecer por crueles que parezcan al aplicar. Yo veo y siento el dolor de las personas cuando son tratadas como animales. Por ese motivo yo les hablo diferente, intento generar confianza para que me cuenten sus problemas y ayudarlos en lo que está en mis manos.
- Las leyes parecen hechas por insensibles. – intenta calmarse para poder continuar con la conversación.
- Te puedo dar la dirección de un albergue donde hay niños migrantes huérfanos, los puedes visitar cuando quieras y puedes adoptar allí.
- Nos hemos encariñado tanto con Alma. - todavía tiene una esperanza de tener a Alma.
- Los pequeños saben derretir el corazón de un adulto.
- Pero hay gente tan mala.
- Ni me lo menciones, yo tengo que lidiar con una manada de borregos rebeldes.
La expresión borregos rebeldes le causó gracia y sonrió. Klea debe volver al trabajo, ya perdió su mañana en el hospital por la situación de Kader. Al entrar en la oficina de extranjería, Klea observa como los extranjeros hacen una larga cola en la ventanilla de informes. Las traductoras están orientando, pero al parecer lo hacen mal, a menos que haya una confabulación
-Papeles.
El migrante presenta los papeles.
- ¿Quién le dijo que venga hoy? No tiene calendario, eso debía firmarse ayer, saque cita en la próxima ventanilla. – le tira los papeles en cara.
El migrante explica que le han dicho para hoy, que no hay error, la señorita le explicó de esa manera.
-A mí no me interesa lo que le dijeron, vaya a sacar su cita y pague su multa.
El trato era cruel, pero con la presencia de Klea, como que las cosas se salieron de control. Para los migrantes, ver a otra policía que mira terriblemente mal a sus colegas desata el caos, pero algunos migrantes hablan con Klea porque no es la primera vez que los atiende.
Klea los escucha y los hace pasar a un rincón donde tiene un pequeña mesa y dos sillas, prende su portátil, la conecta a una fuente eléctrica y empieza a revisar los papeles, les explica y les escribe en su idioma el procedimiento.
Los migrantes se muestran agradecidos por el buen trato. En otra mesa, de legalización de permiso de estadía, Klea hace de traductora para su colega. Esta colega es fría, se pone nerviosa ante tantas explicaciones de sus problemas.
- Que tanto rollo, vale. No pueden ir al grano, estresa toda esa gente y sus historias. – levantó la voz hacia un migrante.
- ¿Podría sintetizar su historia, por favor? tenemos otros que están esperando ser atendidos. – es el léxico que usa Klea en el idioma del migrante.
El migrante se disculpa, pero que era una necesidad expresar su sentimiento. Y Klea se limita a traducir que el migrante se disculpa.
- Disculpas un cuerno, me absorbe tiempo y no avanzo con mi trabajo.
- Simplemente renuncia si no eres capaz de hacer un informe de la condición del migrante.
- ¿Me estás diciendo como hacer mi trabajo? – le grita a Klea.
- Si no sabes controlarte, lo haré yo, pero a mí estilo.
- Escúchame bien traductora barata, limítate a traducir, ¿Quieres?
- Si fuera traductora barata, no estaría aquí, lejos de la cómoda Madrid.
- Al puto diablo contigo Klea, me jodes el día. – se contiene la rabia.
- Tú también y ya somos dos. Sigue trabajando y no me jorobes.
Klea dejó callada a su colega, ella continuó trabajando sin chistar. Al finalizar de atender al último migrante del día, ella llora de rabia, frustración y otras cosas.
- ¿Qué bicho te picó? – habla Klea con sarcasmo.
- Cuántas historias horribles, ¿Cómo puede haber gente que aguante todo eso?
- Porque ellos no tienen nada que perder. Viven en precariedad, los niños cuando hacen sus dibujos, ellos te dicen los humildes que son. En cambio, a ti te afecta por qué estás acostumbrada a tener todo, rápido y cómodo, en un país todavía pacífico. – es su explicación más lógica que tiene al momento.
- Es demasiado para mí. – se desmorona sobre su escritorio.
- Psicológicamente no estás calificada para este trabajo. – Klea habla con calma, ella está curtida.
- ¿Qué insinúas? – le pregunta toda ofendida.
- Admítelo, te falta entrenamiento.
- Eres un agente de menor rango, casi estás por debajo de mí.
- Ponte lentes y date cuenta de lo estoy hecha. Tú si eres agente, yo no. Hasta mañana.
Klea se fue del lugar “tranquila” porque ella carga en este momento su propia historia con Kader.
Escenas como esas son casi el pan de cada día, estresa a mil, un poco de higiene mental no vendría mal.
Lo que nadie sabe es que ella tendrá que presentar un informe de cómo se lleva a cabo el trato y trabajo en dicha oficina, pero la sorpresa mayor es cuando descubran que la agente en realidad es una intendente y en dos años culmina su labor como infiltrada para tener un balance exacto sobre el manejo del trato y aplicación de la ley migratoria. Klea es una policía destacada en el área migratoria, es decir que dejó su oficina de Interpol en Madrid para apoyar en Almería, ella tiene vista de halcón y olfato de sabueso para detectar migrantes inadmisibles, por lo tanto, no solo está encubierta, sino que su trabajo es ayudar a clasificar las personas según su perfil y ayudar al juez, es decir a Alejandro para que pueda realizar su trabajo con mayor eficiencia.