El esposo de un famoso ingeniero de robótica se suicida un día de repente y él al no soportarlo decide revivirlo con partes de robot, pero no todo será de color rosa como él lo pensó.
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Capítulo 11: Tres psicópatas.
Al finalizar la cena los empleados retiraron de la mesa todos los platos, cubiertos, vasos y toda la comida restante. Al instante llegó otra tanda de empleados a colocar muchos tipos de postres en la mesa, dejaron unas copas y cubiertos de diferentes tamaños y aspectos.
—¡Ah! Asombroso, —dijo la señora Sodsich emocionada mientras juntaba sus manos.
—Yo solo tomaré una copa de vino. —Dave tocó su cabello y le sonrió al empleado—, por favor.
—Sí, señor, —contestó el empleado saliendo del lugar.
Yo estaba muy cansado para seguir, así que me levanté y abandoné el lugar en silencio. Subiendo las escaleras pude escuchar a la señora Sodsich gritando acerca de lo irrespetuoso que era, mientras que Edwy solo la callaba. Suspiré pesado sintiendo una gran presión sobre mi pecho, los días en especial este estaban terminando conmigo. Sumamente agotador. Entré a la habitación y me acosté mirando el techo.
—Si tengo la más mínima oportunidad me largaré de aquí. Lejos de estos psicópatas y visitaré a mis padres, no le creo ni una sola palabra. Ellos deben estar vivos. Papá jamás haría algo como eso, —dije pensando en sus muertes, me di la vuelta y abracé la frazada contra mi cuello.
Mí mente divagaba mirando la ventana y pensando en ese momento en que caí del balcón que poco recuerdo. ¿Yo me lancé? ¿Era capaz de eso? Me levanté de la cama y me acerqué a la ventana mirando la baranda. Suspiré frustrado por no entender lo que sucedía y apoyé mí cabeza en el vidrio.
—¿Dónde fue que todo esto comenzó? ¿Edwy siempre estuvo tan demente?
Cuando Edwy y yo empezamos a salir nuestros padres se opusieron rotundamente. Mis padres odiaban la idea de que fuera gay y la madre de Edwy odiaba que su novio fuera alguien como yo. Con el tiempo mis padres aceptaron nuestra relación, pero mí suegra era todo un caso. En la boda intentó envenenarme, pero decidí callar. Después de casarnos venía a nuestra casa todo el tiempo a gritarnos, hasta que unos meses antes de que muriera ella se mudó a nuestro hogar, pero desde que volví ella no ha estado en la casa.
—Amor, ¿estás bien? —Se escuchó la voz de Edwy a mis espaldas.
Exhale con fuerza y me volteé con las cejas hundidas, le apunté con el dedo y luego mordí mi labio inferior negando con la cabeza.
—Por supuesto que no Edwy. Tú me devolviste a la vida jugando a ser Dios, tu primo asesinó a un empleado y tu madre intentó cortarme el cuello con una navaja, varias veces. —Crucé mis brazos bajando la cabeza e intentando ahogar un llanto, pero volví a levantarla y lo miré apretando la mandíbula—. ¿Me preguntas cómo estoy?
—Cariño, lo sé. Hablaré con ella, lo siento.
—¡No se trata de hablar! Tu madre es una desquiciada, tu eres un demente y tu primo un psicópata. A los tres le falla la cabeza.
—Amor, sabes que no era tu tiempo de morir y lo que hizo mi primo sabes muy bien porqué fue. Lo de mi madre no tiene explicación, pero ya no la recibiré en casa de ahora en más.
—Es tu madre. No harías eso, —dije empujándolo y caminando al baño.