Daniel, un joven curioso, intenta robar un libro misterioso, pero todo sale mal y, en lugar de escapar, es transportado a Nova, un mundo maldito cubierto por agua. La única forma de regresar a su mundo es salvar Nova de la maldición, pero no será fácil. Enfrentará a poderosos enemigos y luchará por sobrevivir, mientras descubre secretos sobre el mundo y su propia tripulación. Con un futuro incierto, Daniel deberá encontrar una manera de romper la maldición y regresar a su hogar, antes de que sea demasiado tarde.
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Soy la leyenda parte: 1
La luna brillaba alta en el cielo despejado, proyectando su pálida luz sobre la cubierta del barco. El sonido del agua golpeando suavemente contra el casco era el único ruido que interrumpía el silencio de la noche. Daniel estaba sentado en posición de meditación en un rincón aislado, con las piernas cruzadas y los ojos cerrados, tratando de calmar su mente. Había tomado una decisión: si iba a sobrevivir en la Gran Ruta, si iba a proteger a Doria y a Josh, y si iba a asumir el papel del capitán Steven, necesitaba dominar el aura de ese cuerpo.
Su determinación era férrea. Sabía que no podía seguir siendo el mismo chico inseguro que había llegado por accidente a esta realidad. Había visto lo que se esperaba de Steven, y aunque temía no estar a la altura, no podía darse el lujo de fracasar. Así que comenzó a concentrarse, intentando conectar con el aura del cuerpo que ahora ocupaba. Había aprendido de sus entrenamientos con Doria que el aura era una manifestación de la voluntad y el espíritu de una persona, una extensión de sus emociones y deseos más profundos.
Sin embargo, cuanto más intentaba acceder al aura, más sentía que algo lo bloqueaba. Era como si una fuerza ajena se interpusiera, resistiéndose a sus esfuerzos. A pesar de ello, Daniel no se rindió. Continuó meditando, enfocándose en cada respiración, vaciando su mente y concentrándose en una única intención: controlar el aura.
La conexión inesperada
De repente, algo cambió. Una extraña sensación recorrió su cuerpo, como si una corriente eléctrica lo atravesara. Abrió los ojos, pero ya no estaba en la cubierta del barco. En su lugar, se encontraba en un espacio oscuro y vacío, donde no había cielo ni suelo, solo una inmensa negrura. Antes de que pudiera entender qué estaba ocurriendo, una voz familiar rompió el silencio.
—Qué gusto verte nuevamente, intruso roba cuerpos —dijo la voz con un tono sarcástico.
Daniel giró rápidamente, buscando el origen de la voz, y allí estaba. Frente a él, vestido con una chaqueta negra que parecía estar hecha de sombras, estaba el verdadero Steven. Su cabello desordenado y sus ojos penetrantes irradiaban confianza, pero también una amenaza latente. Cruzado de brazos, Steven lo miraba con una mezcla de diversión y desprecio.
—Steven... —susurró Daniel, sorprendido de volver a verlo. No lo había visto desde aquella vez en la ruta de la niebla por primera vez, y la conexión se rompió tan rápido como había comenzado.
—¿Me echabas de menos, ladrón? —respondió Steven con una sonrisa burlona—. Qué interesante verte aquí, esforzándote tanto por usar algo que no te pertenece.
Daniel tragó saliva, sintiendo una mezcla de culpa y determinación. Sabía que Steven tenía derecho a estar enfadado, pero no podía dejarse intimidar. Necesitaba su ayuda, y esta era su oportunidad.
—No estoy aquí para discutir contigo, Steven —dijo Daniel, intentando sonar seguro de sí mismo—. Estoy aquí porque necesito tu ayuda.
Steven levantó una ceja, claramente intrigado.
—¿Mi ayuda? ¿Para qué? ¿Para seguir jugando a ser yo? —preguntó, su tono sarcástico volviéndose más evidente.
Daniel respiró hondo, tratando de mantener la calma.
—Quiero aprender a usar tu aura —declaró con firmeza—. He escuchado varias veces que tienes un aura negra,. Si voy a sobrevivir en este lugar, si voy a proteger a las personas que me rodean, necesito entender cómo funciona.
Steven soltó una carcajada, un sonido frío y burlón que resonó en el vacío.
—¿De verdad crees que voy a ayudarte? —preguntó, dando un paso hacia Daniel—. Este es mi cuerpo, mi poder. Tú no tienes ningún derecho a usarlo.
Daniel dio un paso hacia él, sin apartar la mirada.
—Lo entiendo, y sé que no debería estar aquí —admitió—. Pero tampoco pedí ocupar tu cuerpo. Esto fue un accidente, algo que ninguno de los dos puede cambiar. Si yo muero, tú también morirás. Estamos conectados, Steven, nos guste o no.
Steven lo observó en silencio durante unos momentos, su expresión difícil de leer. Finalmente, se cruzó de brazos nuevamente.
—Tienes razón en una cosa: si mueres, yo también moriré —dijo, su tono más serio—. Pero eso no significa que confíe en ti, ni que quiera ayudarte a usurpar mi lugar.
Daniel sintió un destello de frustración, pero lo ocultó lo mejor que pudo.
—No se trata de usurpar tu lugar —insistió—. Se trata de sobrevivir. Necesito saber cómo usabas tu aura. ¿Qué era lo que te motivaba, lo que te daba fuerza? ¿Cómo controlabas esa energía negra?
Steven lo miró fijamente, como si estuviera evaluando la sinceridad de sus palabras. Finalmente, suspiró y comenzó a caminar en círculos alrededor de Daniel.
—¿Quieres saber cómo lo hacía? —preguntó, su tono lleno de desafío—. Es simple. Pensaba en lo que más me hacía feliz.
Daniel frunció el ceño, confundido.
—¿Qué es lo que más te hacía feliz? —preguntó.
Steven se detuvo y lo miró directamente a los ojos.
—Ganar siempre —respondió, con una sonrisa que irradiaba confianza absoluta—. No importa el desafío, no importa el enemigo, siempre me enfocaba en una sola cosa: la victoria. Mi aura negra es una manifestación de esa voluntad inquebrantable, de mi deseo de ser invencible.
Daniel se quedó en silencio, procesando sus palabras. Ganar siempre... ¿era eso lo que necesitaba? ¿Una mentalidad tan fuerte que pudiera superar cualquier obstáculo? Steven continuó hablando, su tono adquiriendo una intensidad que Daniel no había visto antes.
—El aura no es algo que puedas forzar —dijo Steven—. Es una extensión de quién eres. Si quieres dominarla, necesitas encontrar algo que te motive tanto como a mí me motiva ganar. Pero hasta que lo hagas, este poder nunca será realmente tuyo.
Una promesa de victoria
Daniel asintió lentamente, entendiendo la lección. Sabía que no podía ser Steven, pero también sabía que debía encontrar su propia motivación, algo que lo empujara a seguir adelante sin importar las dificultades.
—Lo haré —dijo finalmente, mirando a Steven con determinación—. No sé si alguna vez podré ser como tú, pero encontraré mi propio camino. Haré todo lo que esté a mi alcance para proteger a quienes me rodean.
Steven lo miró en silencio durante unos momentos antes de dar un paso hacia atrás.
—Buena suerte con eso, intruso —dijo, su tono volviendo a ser sarcástico—. Pero recuerda una cosa: este sigue siendo mi cuerpo. Si lo destruyes, me aseguraré de que lo pagues.
Con esas palabras, el espacio oscuro comenzó a desvanecerse, y Daniel sintió cómo la conexión se rompía nuevamente. Cuando abrió los ojos, estaba de vuelta en la cubierta del barco, el sonido del agua llenando sus oídos.
El amanecer de una nueva voluntad
El primer rayo de sol comenzó a asomarse en el horizonte, iluminando suavemente la cubierta. Daniel se puso de pie, sintiéndose diferente. Aunque todavía tenía mucho que aprender, algo dentro de él había cambiado. Las palabras de Steven resonaban en su mente: Ganar siempre.
No podía permitir que el miedo lo controlara. Si quería sobrevivir, si quería proteger a Doria y a Josh, debía encontrar su propia fuerza. Y en ese momento, decidió que haría todo lo posible para dominar el aura negra, no como Steven, sino como Daniel.
Con esa determinación, se dirigió hacia el interior del barco, listo para intentar usar el aura