En los barrios tranquilos y misteriosos de Seúl, una chica llamada Jiwoo ha pasado su vida observando desde las sombras. Jiwoo siempre ha sido reservada, pero esconde algo más que timidez. Un incidente oscuro y olvidado en su adolescencia que moldeó su obsesión por los secretos de los demás.
El regreso de Hyunwoo, su vecino de la infancia, despierta en ella una curiosidad peligrosa. Años atrás, Hyunwoo desapareció abruptamente tras un escándalo que sacudió al vecindario, y su reaparición está rodeada de rumores y silencio. Algo en su mirada parece llevar el peso de un pasado más oscuro del que Jiwoo imaginaba.
Guiada por su instinto obsesivo y un deseo inexplicable, Jiwoo comienza a seguirlo, adentrándose en un mundo de crimen, mentiras y un trastorno psicológico que ha permanecido latente en ambos. Mientras Jiwoo se acerca a la verdad, también empieza a descubrir más sobre sí misma, desenterrando recuerdos reprimidos y enfrentando su propia sombra.
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Bajo las sombras del alma
La transformación fue gradual, imperceptible al principio. Jiwoo no podía señalar el momento exacto en el que dejó de resistirse a la oscuridad y empezó a dejarse envolver por ella. Pero había señales, pequeñas fisuras en su cordura que se hacían más profundas cada día que pasaba.
El colgante, que alguna vez había sentido como un peso extraño, ahora era parte de ella. Lo llevaba constantemente, casi como si fuera una extensión de su cuerpo. Su reflejo en el espejo ya no le devolvía el rostro de una joven confundida, sino el de alguien que abrazaba la inquietante presencia que habitaba en su interior.
Una noche, sin saber cómo ni por qué, Jiwoo se encontró caminando hacia el bosque. Sus pies descalzos apenas sentían el frío del suelo, y su respiración era tranquila, casi acompasada con el susurro del viento entre los árboles.
El bosque estaba vivo, y ella lo sentía en cada fibra de su ser. Las sombras se movían como si estuvieran celebrando su llegada, y los árboles susurraban secretos que no lograba descifrar. Pero lo que más la inquietaba era la sensación de pertenencia. Por primera vez en mucho tiempo, no tenía miedo.
Cuando llegó a un claro, el colgante comenzó a brillar con una intensidad inusual. Jiwoo lo sostuvo entre sus manos, y al hacerlo, una voz resonó en su mente, profunda y envolvente:
"Finalmente estás lista."
Jiwoo cerró los ojos, dejando que las palabras la inundaran. Había algo liberador en ellas, algo que la hacía sentir viva de una manera que nunca había experimentado antes.
De regreso al pueblo, Jiwoo comenzó a actuar de manera diferente. Su comportamiento, aunque sutilmente, empezó a inquietar a quienes la rodeaban. Había algo en su mirada, un brillo oscuro que parecía perforar el alma de cualquiera que la mirara demasiado tiempo.
Hyunwoo fue el primero en notarlo.
—Jiwoo, ¿estás bien? —preguntó un día, mientras caminaban juntos por la plaza.
Ella lo miró, y por un momento, su sonrisa pareció demasiado amplia, demasiado… calculada.
—Nunca me he sentido mejor, Hyunwoo. Deberías probarlo alguna vez.
Hyunwoo frunció el ceño, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Algo estaba mal, pero no sabía cómo ayudarla.
Esa noche, mientras Jiwoo estaba sola en su habitación, algo dentro de ella se rompió. Su mente se llenó de imágenes de la cueva, del espejo, del colgante, y del Guwi. La oscuridad no era solo externa; estaba creciendo dentro de ella, alimentándose de sus miedos, de sus deseos, y de su propia naturaleza autodestructiva.
Guiada por una necesidad que no entendía del todo, Jiwoo regresó al bosque una vez más. Pero esta vez no estaba sola. Hyunwoo, preocupado por su comportamiento, decidió seguirla.
Cuando llegó al claro, la escena que presenció lo dejó sin palabras. Jiwoo estaba de pie frente a una figura oscura, casi indistinguible de las sombras que la rodeaban. El colgante brillaba intensamente, y sus ojos estaban cerrados, como si estuviera en trance.
—Jiwoo, ¿qué estás haciendo? —gritó Hyunwoo, corriendo hacia ella.
Pero antes de que pudiera alcanzarla, Jiwoo abrió los ojos, y lo que Hyunwoo vio lo dejó paralizado. Sus pupilas eran dos pozos oscuros, llenos de algo inhumano.
—No debiste seguirme —dijo ella, su voz resonando con un eco extraño.
La oscuridad alrededor de Jiwoo pareció cobrar vida, extendiéndose hacia Hyunwoo. Él intentó retroceder, pero algo lo sujetó, algo que no podía ver. Jiwoo dio un paso hacia él, su sonrisa transformándose en una mueca siniestra.
—Esto no es lo que parece, Hyunwoo. Es mucho mejor.
La oscuridad que ha estado persiguiendo a Jiwoo finalmente la consume, llevándola a cruzar un límite del que quizá no pueda regresar. Su conexión con el colgante y el Guwi la ha transformado, borrando los rastros de la persona que solía ser.
Hyunwoo, atrapado entre el deseo de salvarla y el terror que siente al ver en lo que se ha convertido, se enfrenta a una verdad inquietante.
