En una sociedad machista nuestra protagonista, Johanna Mendieta deberá elegir entre el amor y cumplir las expectativas de la sociedad. Conocerá a un hombre que le demostrará qué para el amor no hay edad.
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Capítulo 11
Estoy de pie junto a la puerta de la cafetería sonriendo como tonta mientas observo a Antonio marcharse.
Me obligo a volver a la realidad y me dirijo a la caja para chequear como van las ventas.
Los chicos me miran curiosos y sonrientes.
- No cabe duda que hay personas que con su sola presencia le mejoran a uno el día- asegura Karla.
- Y si no se ponen a trabajar la presencia de su jefa no va a ser tan agradable- respondo en tono de broma.
- Ya escucharon, chicos. ¡A trabajar!- le dice Romina.
A lo largo del día no consigo dejar de pensar en ese beso, me hizo sentir tantas cosas que creía olvidadas, aunque también siento algo de culpa o más bien remordimiento. Sigo siendo una mujer casada y no es correcto qué me involucre con otro hombre en estas circunstancias.
En cuanto llego a casa me comunico con mis hijos. Mariela sigue sin querer hablar conmigo y solo converso con Luisito.
Intento no deprimirme por la situación y convencerme de que mis hijos van a comprender y volverán a casa conmigo.
No acostumbro faltar al gimnasio, pero definitivamente hoy no tengo energía para ir. Le avisé a Daniela para que no me espere.
Estoy por preparar algo ligero para cenar cuando alguien llama a la puerta.
Ahí está mi amiga y trae comida de nuestro restaurante favorito.
- No pensabas qué iba a dejarte sola.
- ¡Ay, amiga! Te quiero.
Le doy un abrazo y la invito a pasar. Servimos la comida y nos vamos a la sala de estar. Mi celular suena y es un mensaje de Antonio.
- ¡Uy, otra vez esa sonrisa!
- ¿De qué hablas?
- De esa sonrisa que tienes en este momento, además tus ojos se iluminan y si tengo que adivinar diría que ese mensaje es de Antonio.
- A ti no puedo ocultarte nada, me conoces demasiado.
- Entonces dime a qué fue esta mañana.
- A dejar claras sus intenciones y nos besamos.
- ¡¿Qué?! Repite eso, no lo puedo creer.
- Shhh, casi me dejas sorda. No es necesario gritar.
- No me cambies el tema, quiero saberlo todo y con lujo de detalles.
- Quiere que le dé una oportunidad, dice estar buscando a la mujer correcta e insiste en que soy yo.
- Eso ya lo sé, desde que los presenté no deja de repetir lo mucho que le gustas y que quiere conocerte y bla, bla, bla. A mí lo que me interesa es lo relacionado con ese beso. ¿Qué sentiste? ¿Te gustó?
- Fue mágico, no recuerdo la última vez que me sentí así. ¡Me encantó!
- ¿Y qué carajos haces aquí conmigo? Deberías de estar con tu galán.
- Aún no es el momento, quiero finalizar el divorcio.
- Espero que cuando eso suceda no pongas más excusas.
- No es una excusa, sabes que somos gente conocida y no quiero andar en boca de la gente.
- Sí entiendes que aunque el simple hecho de divorciarte será motivo pata que la gente chismosa hable, ¿verdad?
- Lo entiendo, más no es lo mismo que me tachen de infiel a que digan que tengo una nueva relación.
- Ay amiga; Enrique se va a infartar, tus hijos van a tardar en entenderlo y mientras tanto te van a hacer la vida difícil y ya mejor no hablamos de los padres de Enrique.
- Serán muchas las cosas que deberé enfrentar.
- Bueno, de momento respondele a tu enamorado.
Abro el mensaje y lo leo.
📩 Hola, bonita. Ya quiero verte.
📩 Hola, Antonio. Nos vimos hace unas horas.
📩 Eso para mí es una eternidad. Entiendo que debo de ser paciente y de momento me conformaré con enviarte mensajes y en algunas ocasiones si me permites hacerte alguna llamada.
📩 Claro, podemos mandar mensajes o hacer llamada. Quiero conocerte mejor y que me conozcas.
📩 Me parece perfecto, es tarde y supongo que quieres descansar.
📩 En realidad Dani está conmigo y creo que nos desvelaremos un poco.
📩 Disfruten la velada, te mando un beso.
📩 Descansa, buenas noches.
Mi amiga que estuvo leyendo todos los mensajes por encima de mi hombro no duda en afirmar.
- Ay, amiga. Suéltate un poco más, eres muy fría.
- Nos estamos conociendo, no me voy a lanzar como gorda en tobogán.
- Jajaja, ¿no se te pudo ocurrir alguna otra analogía?
- Me conoces, soy tímida. Necesito tiempo para sentirme en confianza.
- Ya se besaron, no me vengas con eso.
- Él me besó, es muy diferente.
- Ok, esperaremos a que salga el bendito divorcio para que te olvides de prejuicios y remordimientos.
Daniela se fue casi a la media noche, hablar con ella y compartir la cena me ayudo a relajarme y pude dormir muy bien.
Despierto con más energía de la habitual, tarareo una canción en la ducha. Elijo usar un lindo vestido rojo corto, unas zapatillas color nude. Ato mi cabello en una coleta alta, maquillaje natural y estoy lista para este nuevo día.
Antes de salir de casa recibo un hermoso mensaje de Antonio.
📩 Buenos días, bonita. Qué tengas un día tan hermoso cómo tú.
Le agradezco deseándole también un buen día.
A los pocos minutos de haber abierto las puertas, la cafetería está llena. Atiendo un cliente tras otro y los chicos preparan y entregan los pedidos.
Su voz me hace levantar la vista del monitor.
- Buenos días, Johanna.
- Antonio, buenos días. ¿Lo mismo de siempre?
- Por favor.
Ambos intentamos comportarnos con normalidad para evitar rumores. Al momento de cobrar su orden sus dedos rozan los míos y una corriente eléctrica recorre mi cuerpo de pies a cabeza.
- Qué tengas un lindo día- me dice sonriendo, esa sonrisa me derrite.
Ha pasado una semana, mis hijos siguen con su papá. Hoy será notificado y supongo que su reacción no será nada buena.
Antonio y yo hablamos todos los días, además, cada mañana viene a comprar café. Ha respetado mis tiempos y eso me agrada.
En cada conversación descubrimos que tenemos mucho en común. Al principio la diferencia de edad me preocupaba mucho, ahora cuando hablamos, es en lo que menos pienso.
Pasado el medio día mi abogada me informa que Enrique ha sido notificado y ahora solo resta esperar que conteste la demanda o se termine el plazo y se fije fecha de Audiencia. Tentativamente, puede ser dentro de un mes.
Más que la reacción de Enrique me preocupa la de mis hijos. Los extraño enormemente y quiero que vuelvan conmigo a casa.
Tanto mi mamá como Daniela me aseguran que los niños lo van a entender en algún momento; sin embargo, temo que cuando eso suceda ya me haya perdido etapas importantes de su vida.
Mariela es una adolescente de 16 años y es una etapa difícil y a la vez crucial, necesita de mí tanto como de su papá. Luisito está por entrar en la adolescencia y también necesita de nosotros.
Algunas ocasiones me cuestiono si estoy haciendo lo correcto, en esos momentos llego a creer que lo mejor sería seguir con Enrique aunque ya no lo ame, todo para darle a mis hijos la estabilidad qué necesitan.
Después recuerdo aquellos años en los que padecí de depresión y entiendo que si no soy feliz ellos tampoco lo serán y mi sacrificio no valdrá para nada.
Es difícil tomar estas decisiones cuando hemos sido criadas en un hogar tradicional y crecimos en una sociedad donde se invalidan nuestros sentimientos.
La idea de que el matrimonio es para toda la vida aunque ya no haya amor a veces me persigue.
Inmersa en mis pensamientos no me doy cuenta de que Enrique acaba de cruzar la puerta.
- Necesitamos hablar, Johanna- me dice evidentemente furioso.
- Vamos a mi oficina.
Al entrar lanza la notificación sobre mi escritorio.
- ¿Cómo te atreviste a solicitar un divorcio incausado?- grita.
- Te pido que no grites.
- Es el colmo, ya creo que te estás volviendo loca.
- No, Enrique. No estoy loca, simplemente ya no quiero seguir con esto. Entre nosotros ya no hay nada.
- Con esa actitud estás perdiendo a nuestros hijos. No querrán volver contigo.
- Ellos lo entenderán en algún momento.
- De mi cuenta corre qué no sea así.
- ¿Eres capaz de poner a los niños en mi contra solo por coraje? No te das cuenta del daño que les vas a hacer.
- El daño se lo estás haciendo tú con tus actitudes y tus malas decisiones.
- No es una mala decisión. Pudimos hacer esto de una manera más sencilla si hubieses aceptado el divorcio de mutuo acuerdo. Sé perfectamente que no quieres divorciarte porque no es conveniente para tu carrera política. Es más siempre he tenido la sospecha de que cuando nos separamos tú ya tenías una relación con alguien más.
- Estás desvariando, nos separamos porque tu depresión mermó nuestra relación.
- Nuestra relación estaba mal desde antes de que naciera Luisito.
- De verdad espero que retires esa demanda y no hagas más estupideces.
- No te permito qué me insultes, vete Enrique y ten por seguro que no voy a desistir hasta conseguir el divorcio.
Enrique se marcha y yo me tomo unos minutos para tranquilizarme antes de seguir con mi trabajo.
Ojalá se separe de Antonio porque la verdad no lo merece