En las calles grises de Londres, Jannia, una joven y ambiciosa empresaria, se encuentra sumida en un abismo de dolor y odio después de ser víctima de un brutal abuso por parte de desconocidos. Con su mundo derrumbado, Jannia jura vengarse de aquellos que la han destruido. Sin embargo, a medida que se adentra en su búsqueda de justicia, se encuentra con un camino inesperado: el amor. ¿Podrá Jannia encontrar la paz y el amor en medio de su sed de venganza, o las sombras de su pasado la consumirán por completo?
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Capítulo 10: Revelaciones y Decisiones
El peso de la búsqueda de justicia y la responsabilidad de proteger a Jannia recayeron en los hombros de Liam y los agentes encargados del caso. Erick, con su habilidad y tenacidad, finalmente dio con Filip y Andrés, quienes se encontraban en una pequeña residencia en las afueras de la ciudad. Los dos hombres, aunque nerviosos, sabían que sus acciones podrían tener graves repercusiones.
Filip, con su cabello castaño y sus ojos oscuros llenos de incertidumbre, y Andrés, un hombre de complexión robusta y barba descuidada, se presentaron ante Erick en una sala de interrogatorios de la comisaría. La tensión en la sala era palpable mientras los agentes preparaban la grabadora y se aseguraban de que todo estuviera en orden.
—¿Qué saben ustedes sobre lo que le ocurrió a Jannia Sinclair? —preguntó Erick, con un tono firme y profesional.
Filip, visiblemente nervioso, tomó la delantera.
—Mira, no queríamos involucrarnos en todo esto. Solo estábamos en el lugar equivocado en el momento equivocado. Pero sabemos lo importante que es Jannia para Liam, y eso nos ha hecho reconsiderar —dijo Filip, mirando a Andrés en busca de apoyo.
Andrés asintió, aunque su expresión era de desconfianza.
—Sí, lo mismo pensamos. Sabemos que Liam se preocupa mucho por ella, y si podemos ayudar a resolver esto, lo haremos —agregó Andrés.
Erick los observó con escepticismo, pero también con interés. La declaración de los dos hombres era un avance significativo. Aunque no podían garantizar la veracidad completa de sus afirmaciones, su disposición a colaborar era un indicio de que quizás había más información que podrían proporcionar.
—Entonces, ¿qué saben ustedes? —insistió Erick. —¿Dónde estaban la noche del incidente? ¿Vieron algo relevante?
Filip tomó una respiración profunda y comenzó a relatar los detalles de esa noche. Según su relato, él y Andrés habían estado en el bar con Liam y sus amigos. La situación se había vuelto tensa cuando Liam recibió una llamada urgente y tuvo que irse rápidamente. Filip y Andrés, aunque no estaban involucrados directamente en el ataque, conocían algunos detalles sobre el comportamiento de Lian y los posibles cómplices.
—Lian estaba muy alterado después de la llamada, y había estado en contacto con personas de las que no teníamos idea. No puedo decir mucho más, pero notamos que algunos de los conocidos de Lian se comportaron de manera extraña esa noche —explicó Filip.
Erick tomó nota detallada de cada palabra, consciente de que cualquier detalle podría ser crucial para resolver el caso. Mientras tanto, en el mundo de los negocios y la vida personal de Liam, un evento inesperado estaba a punto de añadir una nueva capa de complicación a la situación.
Liam estaba en su oficina, trabajando en las estrategias para estabilizar la empresa Sinclair y buscando maneras de apoyar a Jannia en su recuperación. De repente, la puerta de su oficina se abrió con un golpe seco. La figura que entró no era otra que su padre, Charles Frederington, un hombre con quien Liam había tenido una relación tumultuosa durante años.
Charles, de cabello canoso y una presencia imponente, tenía una expresión severa mientras entraba en la oficina. Su relación con Liam había sido siempre conflictiva; Charles había intentado manipular a su hijo para que se ajustara a sus expectativas y controlara su vida. La fricción entre ellos había sido una constante en la vida de Liam, y la visita de su padre en un momento tan delicado solo complicaba las cosas aún más.
—Liam, necesitamos hablar —dijo Charles, su tono autoritario y frío.
Liam levantó la vista de su escritorio, sorprendido por la inesperada llegada de su padre.
—¿Qué estás haciendo aquí, padre? —preguntó Liam con una mezcla de irritación y sorpresa. —No es el mejor momento para que vengas a imponer tu voluntad.
Charles se acercó al escritorio, su expresión seria y calculadora.
—He venido para ofrecer mi ayuda en esta situación. Aunque nuestras diferencias han sido grandes, no puedo ignorar el sufrimiento que estás pasando. Jannia Sinclair es una pieza clave en el rompecabezas, y entiendo la importancia de mantener la familia unida en tiempos de crisis.
Liam lo miró con desconfianza, sus ojos reflejando el conflicto interno que sentía.
—¿Por qué debería confiar en ti ahora? ¿Qué interés tienes en ayudarme? —dijo Liam, su voz cargada de desdén.
Charles dejó escapar un suspiro, su rostro mostrando un matiz de arrepentimiento.
—No se trata solo de ti, Liam. Se trata de la familia y de asegurar que no caigamos más en la miseria. Si puedo usar mis recursos para ayudar, lo haré. Pero necesito que dejes a un lado tu orgullo y trabajemos juntos en esto.
Liam, aunque escéptico, sabía que su padre tenía conexiones y recursos que podrían ser útiles. Decidió mantener una mente abierta, pero no sin una dosis saludable de precaución.
Por otro lado, Yulian continuaba visitando a Jannia, movido por una mezcla de culpa y deseo de enmendar el daño. Su atracción por Jannia había comenzado desde el primer momento en que la conoció; su belleza e inteligencia lo habían cautivado. A medida que pasaba el tiempo, su preocupación por ella se había profundizado. Se sentía responsable por no haber podido protegerla y se mantenía fiel a su compromiso de apoyarla, a pesar de que Jannia no estaba dispuesta a recibir visitas.
—Jannia, estoy aquí para ti —dijo Yulian una vez más, de pie frente a la puerta de su habitación. —Sé que no quieres verme, pero quiero que sepas que estoy dispuesto a hacer todo lo posible para ayudarte.
Su voz estaba cargada de sinceridad y preocupación, pero Jannia permanecía escondida bajo las sábanas, en un estado de desesperación y desconfianza. Cada visita de Yulian era una prueba de su compromiso, pero también un recordatorio de la tragedia que la había afectado.
Sin embargo, en la oscuridad de su habitación, Jannia llegó a un punto de quiebre. La tristeza y el dolor eran abrumadores, pero una chispa de determinación comenzó a encenderse en su interior. Las lágrimas, aunque aún frescas, dieron paso a una resolución ardiente. Jannia sabía que quedarse en la cama, sumida en el dolor, no iba a ayudarla. Debía tomar control de su vida y enfrentar lo que había ocurrido.
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