En la época medieval todo es complejo y los matrimonios forzados siempre son la cereza del pastel ¿será nuestro príncipe capaz de afrontar su amor o dejarlo ir y sufrir en un matrimonio forzado?
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Los Secretos del Corazón
Los días pasaron, olvidando así la escapada del príncipe, el cual ya estaba ansioso por salir, habían pasado semanas desde la última vez que vio a Kael. Esta noche con la ayuda de Elyas escaparía, se podía ver la determinación en sus ojos.
Ya el momento llegó y el príncipe escapó, al llegar al pueblo buscó a Kael en el único lugar donde podía estar; la biblioteca, el cual al verlo lo llevó rápido a una cueva donde podrían hablar sin peligro alguno.
—¿Por qué siempre eliges los lugares más remotos para encontrarnos? —preguntó Aric, sonriendo levemente.
Kael se detuvo un instante y lo miró con una mezcla de complicidad y seriedad. —Porque aquí podemos ser nosotros mismos. Lejos de las miradas curiosas y de las expectativas que nos rodean.
Aric sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar esas palabras. Era verdad; en ese claro, lejos del castillo y de las obligaciones reales, podían ser solo dos jóvenes, compartiendo sus pensamientos más profundos sin miedo al juicio.
—A veces me pregunto qué pasaría si el mundo supiera lo que realmente somos —murmuró Aric, sintiéndose vulnerable.
—¿Y qué somos? —preguntó Kael, acercándose un poco más mientras el fuego comenzaba a chisporrotear.
Aric se quedó en silencio, contemplando la pregunta. Eran amigos, sí, pero había algo más profundo que latía entre ellos, algo que desafiaba las normas establecidas por sus respectivos mundos. —No lo sé… Pero lo que sé es que me siento libre contigo.
Kael sonrió, y esa sonrisa iluminó la cueva más que el propio fuego. —Eso es lo más importante. La libertad de ser quien eres.
Aric sintió que su corazón latía más rápido ante la mirada intensa de Kael. Había algo en su presencia que lo hacía sentir vivo. Sin embargo, el peso de sus responsabilidades seguía presente en su mente.
—Hay algo que quiero mostrarte —dijo Kael de repente, rompiendo el silencio.
El príncipe frunció el ceño, intrigado. —¿Qué es?
Kael se inclinó hacia adelante y sacó un pequeño objeto envuelto en un trozo de tela de su mochila. Con cuidado, desenrolló el paño para revelar un libro desgastado. Sus cubiertas estaban marcadas por el tiempo, pero los bordes dorados aún brillaban a la luz del fuego.
—Es un libro antiguo que encontré en una biblioteca olvidada en el pueblo —explicó Kael con una chispa de emoción en sus ojos—. He estado leyéndolo en secreto.
Aric se inclinó hacia adelante, fascinado. —¿Qué tipo de libro es?
—Es una colección de historias sobre héroes y aventuras —respondió Kael, pasando suavemente los dedos por las páginas amarillentas—. Cada historia me transporta a otro mundo, lejos de este lugar.
El príncipe sintió una punzada de curiosidad. Nunca había pensado en los libros como una vía de escape, pero ahora comprendía lo que Kael quería decir. —¿Te gustan mucho los libros?
—Más de lo que imaginas —admitió Kael, su voz llena de pasión—. En ellos encuentro respuestas a preguntas que ni siquiera sabía que tenía. Son mi refugio en los días grises.
Aric se quedó pensativo mientras Kael continuaba hablando sobre las historias que había leído. Las palabras del joven resonaban en su mente; él también anhelaba escapar de la realidad que lo rodeaba. La idea de perderse en un mundo diferente era tentadora.
—¿Cuál es tu historia favorita? —preguntó Aric, sintiendo cómo la conversación se volvía más personal.
Kael sonrió al escuchar la pregunta. —Hay una sobre un joven príncipe que se siente atrapado por sus responsabilidades y busca su propio camino. A través de aventuras y desafíos, descubre su verdadero yo y la importancia de seguir su corazón.
Aric sintió cómo su corazón se aceleraba al escuchar esas palabras. ¿Era posible que esa historia hablara de él? Se preguntó si Kael había escrito esa historia para él. —Suena… inspirador.
—Lo es —respondió Kael con sinceridad—. Me hace sentir que no estoy solo en esto. Que hay otros que han enfrentado luchas similares y han encontrado su camino.
Un silencio cargado de significado llenó la cueva mientras Aric reflexionaba sobre las palabras de Kael. Ambos estaban luchando contra sus propios demonios, pero había algo reconfortante en saber que no estaban solos.
—¿Y tú? ¿Tienes un libro favorito? —preguntó Kael, rompiendo el silencio.
Aric sonrió débilmente. —No he leído tanto como tú, pero hay uno que recuerdo: es sobre un guerrero que lucha por su pueblo y enfrenta decisiones difíciles. Siempre me ha inspirado a ser valiente.
Kael lo miró fijamente, como si intentara descifrar algo oculto tras sus palabras. —La valentía no siempre significa luchar con espadas; a veces significa tomar decisiones difíciles por amor o por lo que crees correcto.
Las palabras resonaron en la mente de Aric como un eco persistente. Amor. Esa palabra lo llenaba de confusión y deseo al mismo tiempo. ¿Era posible amar a alguien como Kael? La idea era tanto aterradora como liberadora.
—Kael… —comenzó a decir Aric, sintiendo cómo su voz temblaba—. Hay algo que necesito decirte…
Pero antes de que pudiera continuar, un ruido repentino interrumpió el momento: ramas crujieron a lo lejos, seguidas del sonido de voces apagadas. Ambos se miraron con alarma; el peligro estaba nuevamente muy cerca.
—¡Debemos escondernos! —susurró Kael mientras apagaba rápidamente el fuego con tierra.
Aric asintió, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a fluir por sus venas nuevamente. Se deslizaron detrás de unos arbustos densos justo cuando las sombras comenzaron a acercarse al claro.
Al parecer los guardias estaban custudiando el bosque para disminuir las escapadas del príncipe.
—No podemos dejarlo escapar otra vez… El príncipe debe estar cerca —decía uno con voz grave.
Kael apretó la mano de Aric con fuerza, y el príncipe sintió cómo su corazón latía desbocado. El momento perfecto para hablar sobre sus sentimientos había desaparecido, reemplazado por la urgencia del peligro inminente.
Las sombras se movían inquietas entre los árboles mientras los hombres comenzaban a rodear el claro. Aric sintió cómo el miedo le oprimía el pecho; sabía que si los encontraban, todo estaría perdido.
—¿Qué hacemos? —preguntó Aric en un susurro casi inaudible.
Kael miró a su alrededor y luego se inclinó hacia él, susurrando con determinación: —Debemos salir por la parte trasera del claro y correr hacia el bosque denso. No podemos quedarnos aquí.
Aric asintió, su mente centrada en la necesidad de sobrevivir. Sin embargo, no podía evitar sentir una profunda tristeza por lo que estaba dejando atrás: la oportunidad de abrirse completamente a Kael había desaparecido en un instante.
Con cuidado, comenzaron a moverse hacia la parte trasera del claro, tratando de hacer el menor ruido posible. Las sombras seguían acercándose, y Aric sentía cómo la presión aumentaba a cada paso que daban hacia la oscuridad del bosque.
De repente, uno de los hombres gritó: —¡Allí! ¡Los he encontrado!
El corazón de Aric se detuvo por un momento mientras sentía el pánico apoderarse de él. No podían ser capturados; no después de haber luchado tanto por su libertad.
—¡Corre! —gritó Kael mientras ambos salían disparados hacia el bosque.
Las ramas rasguñaban sus brazos mientras corrían entre los árboles; el sonido de pasos resonaba detrás de ellos como un eco aterrador. Aric podía sentir cómo la desesperación se apoderaba de él; cada segundo contaba y sabían que tenían que encontrar una manera de escapar.
Mientras corrían a través del bosque oscuro, Aric no podía dejar de pensar en lo que había querido decirle a Kael antes del ataque. Había algo profundo entre ellos, algo que merecía ser explorado fuera del peligro constante.
Pero ahora no había tiempo para eso; tenían que huir primero.
Al girar detrás de un gran roble, Aric se detuvo brevemente para recuperar el aliento y mirar hacia atrás. La luz tenue del fuego aún iluminaba ligeramente el claro donde habían estado momentos antes.
—¿Crees que nos seguirán? —preguntó Kael, respirando pesadamente junto a él.
Aric frunció el ceño mientras observaba la oscuridad del bosque detrás de ellos. —No lo sé… Pero debemos seguir moviéndonos hasta estar seguros.
Sin embargo, antes de que pudieran avanzar más lejos, un grito resonó en la distancia: “¡Atrápenlos!”
Ambos sintieron cómo el miedo les recorría el cuerpo mientras miraban hacia atrás y vieron las siluetas acercándose rápidamente a ellos entre los árboles.
—¡Vamos! —gritó Aric mientras comenzaban a correr nuevamente, pero esta vez con una sensación creciente de desesperación.
Mientras corrían más profundo en el bosque, Aric sabía que había llegado el momento crucial: no solo debían huir, sino también entender lo que realmente significaban el uno para el otro. El amor no era solo una emoción; era una batalla constante entre lo correcto y lo deseado.
Con cada paso hacia adelante, la oscuridad se cerraba alrededor de ellos y la incertidumbre crecía; sabían que el final podría estar cerca… pero también sabían que juntos podían enfrentar cualquier cosa.
Y así continuaron corriendo hacia lo desconocido, decididos a luchar por su libertad y por los secretos aún no revelados del corazón.....