Ji Eun había reencarnado en su novela bl favorita, en un personaje lamentable que apenas logra reconocerlo ¿Morirá como una simple extra? Odia la idea de tan solo pensarlo. Al saber la cura del príncipe heredero decidió mejor pedir disculpas después al protagonista con tal de poder proteger su vida.
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11 - Mi hija es demasiado hermosa e inteligente para esos incompetentes.
“Papá, tranquilízate. No me iré de tu lado, ya se lo dije”. Gian se sintió conmovido ante la idea de que su hija fue capaz de desafiar una orden directa del príncipe heredero. Su corazón se calmó.
“¿Cómo se atreve? ¿Intentó hacerte algo? Dime, Roxana. Si se atreve a tocarte una hebra de cabello, yo lo mato”. Ya no quedaban sirvientes, todos habían sido sacados por el asistente debido a que el archiduque estaba paranoico por su hija.
“No, papá. Solamente le di la medicina, funcionó y le entregué la receta para que la revisen”. El archiduque se volvió a sentar, creía firmemente en la palabra de su hija, esta vez quería hacer las cosas bien.
“Papá, no sigas pensando esas cosas ¿si? Si me pasara algo, tú serías el primero que le diría”. El archiduque asintió sintiendo la calma regresar a su cuerpo, Roxana confiaba en él y era lo único en lo que debía centrarse.
La pelinegra empezó a bostezar, solo podía pensar que estaba siendo esclavizada y no estaba muy lejos de la mentira. El príncipe parecía querer estar encima de Roxana durante el día, no la dejaba en paz.
“Te acompañaré a tu habitación”. Roxana asintió, estaba un poco mareada debido al cansancio. El primer día siempre es el más duro, intentó darse ánimos con esas palabras, pero no paraba de bostezar.
“Buenas noches, papá”. El archiduque dejó un beso en la frente de su hija y fue directo a su oficina encontrándose con su asistente.
“Debes dejar de decir ese tipo de cosas a la ligera, señor. Sabes perfectamente que el emperador te ve como una amenaza más por tu posición política”. El archiduque suspiró.
“No me interesa, es mi hija de quien hablamos”. El asistente decidió quedarse en silencio, la terquedad del archiduque no tenía límites en ocasiones.
“Manda a dos personas del gremio al palacio del príncipe, quiero saber donde trabaja Roxana y como la tratan. Como hija del archiduque debe ser tratada con dignidad”. El archiduque estaba siendo sobre protector, pero él no lo miraba así, solo quería proteger lo que había recuperado y no perderlo por un incompetente como el príncipe.
Seguramente intentaba usar a su hija para cambiar mi posición política, pensó.
Al momento de despertar Roxana sintió que se había levantado más temprano de lo que debería, pero sabía que si se volvía a dormir no podría despertar.
“Buenos días, señorita”. Entró una de sus doncellas.
“Escuchamos que había despertado ¿desea que la preparemos para ir al palacio?”. Roxana asintió dejándose mimar.
Al momento de vestirse Roxana optó por un vestido cómodo blanco, fresco. Esta vez no saldría tan tarde ¡Odiaba tener que trabajar! Pero debía hacer esto por su padre, no solo por ella.
Cuando salió de su habitación su padre ya la estaba esperando: “Te acompañaré, tengo asuntos que atender”
Roxana se mostró preocupada, temía qué fuera a decirle algo al príncipe heredero y su padre hiciera una rebelión por ella, nuevamente.
“No es lo que piensas”. Roxana suspiró aliviada haciendo reír al archiduque, realmente parecía que le habían quitado un peso de encima.
Ambos fueron hasta el palacio imperial, en donde se separaron. Fue la primera vez que sintió tan tranquila de tener que separarse de su padre porque significa que no iba hacia el anexo.
“Su majestad hoy se encuentra cabalgando”. Roxana asintió e iba a entrar al palacio, pero se vio interrumpida por el mayordomo.
“Pidió que usted fuera”. ¿Ahora planeaba arrastrarla a toda actividad que él hiciera? No le encontraba sentido pero solamente asintió.
Cuando se encontró con Cassius sintió un cambio en el ambiente, más ligero.
“Hola, Roxana”. La mencionada hizo una reverencia.
“No creo haberle permitido que nos llamemos por nuestros nombres, su majestad”. Difícil, me agrada, pero a la vez me disgusta, pensó Cassius.
“¿Cómo te sientes?” Cassius estaba liberando feromonas a propósito, estaba buscando una reacción por parte de Roxana. Necesitaba salir de dudas.
Roxana se sintió ligeramente mareada y no pudo evitar pensar que fue culpa del príncipe pero decidió negarlo.
“Normal, no sé a que se debe su pregunta”. Inconscientemente, tocó su cabeza, bingo.
Ella estaba reaccionando, sentía el aroma de Roxana más fuerte pero no lo suficiente para poder ser reconocido por alguien más que no lo conociera.