Mónica es una joven de veintidós años, fuerte y decidida. Tiene una pequeña de cuatro años por la cual lucha día a día.
Leonardo es un exitoso empresario de unos cuarenta y cinco años. Diferentes circunstancias llevan a Mónica y Leonardo a pasar tiempo juntos y comienzan a sentirse atraídos uno por el otro.
Esta es una historia sobre un amor inesperado, segundas oportunidades, y la aceptación de lo que el corazón realmente desea.
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Una fiesta para Sofi
El primer cumpleaños de Sofía estaba a la vuelta de la esquina, y la casa estaba llena de emoción. Todos los miembros de la familia improvisada se habían puesto de acuerdo para organizar una fiesta sorpresa, pero, sobre todo, tenían que asegurarse de que Mónica no sospechara nada.
-Tenemos que ser cuidadosos- dijo Inés una tarde, mientras planificaban en la cocina- Mónica es muy observadora, así que no podemos dejar pistas.
-No se preocupen, yo me encargo de mantenerla ocupada- intervino Cintia con una sonrisa- El día del cumpleaños la acompañaré a la cafetería, como siempre, y me aseguraré de que no regrese hasta que todo esté listo.
-Perfecto- asintió Diego- Nosotros podemos decorar la casa mientras ellas están fuera. La pequeña Sofía va a tener la mejor primer fiesta de su vida.
Con todo el plan en marcha, la semana pasó rápidamente entre risas, preparativos y secretos a voces. Diego y los demás compraron globos, serpentinas y hasta un pastel especial con el nombre de Sofía grabado en glaseado rosa. Nadie podía esperar a ver la cara de Mónica cuando descubriera lo que habían hecho.
Finalmente, llegó el gran día. Como era habitual, Mónica llevó a Sofía a la cafetería donde trabajaba. Allí, Sofía era el centro de atención, siempre rodeada de personas que la querían y la mimaban.
-Hoy está más activa de lo normal- comentó Mónica a Cintia mientras le daba una cucharada de papilla a Sofía- Tal vez porque sabe que es su cumpleaños, aunque no creo que lo entienda todavía.
Cintia sonrió, sabiendo lo que les esperaba al regresar a casa.
-Es un día especial, eso seguro- respondió, tratando de disimular su emoción- ¿Qué te parece si nos quedamos un poco más aquí? Le encanta estar en la cafetería y todos la adoran.
-Buena idea- dijo Mónica, sin sospechar nada- Así no la canso con el calor de afuera.
Mientras tanto, en casa, Diego y los demás trabajaban frenéticamente para terminar la decoración antes de que Mónica y Sofía volvieran.
-¡Rápido, los globos van allá!- gritó Diego mientras colgaba una pancarta que decía "Feliz Cumpleaños Sofía" en letras brillantes- No queremos que lleguen y encuentren todo a medio hacer.
-Tranquilo, ya casi terminamos- respondió Inés, colocando los últimos adornos en la mesa.
Había una mesa larga llena de regalos y un pastel enorme decorado con flores de azúcar. Al lado, unas pequeñas cajas de recuerdos para los invitados, llenas de caramelos y pequeños juguetes, daban el toque final.
-Esto va a ser increíble- dijo Diego, admirando el trabajo terminado- Mónica no se lo va a creer.
Alrededor de las cinco de la tarde, Mónica y Cintia regresaron a casa. Mónica, agotada por el día en la cafetería, no se esperaba ninguna sorpresa.
-Voy a acostar a Sofía un rato, ha tenido un día agitado- dijo Mónica mientras abría la puerta.
Pero al entrar, se quedó inmóvil en el umbral. La sala estaba transformada en un pequeño paraíso infantil: globos por todas partes, serpentinas de colores colgando del techo, y una gran pancarta que decía "Feliz Cumpleaños, Sofía". Todos los miembros de la casa estaban allí, sonriendo ampliamente y esperando su reacción.
-¡Sorpresa!- gritaron al unísono.
Mónica llevó una mano a su boca, sin poder contener las lágrimas.
-¿Qué...?- comenzó a decir, pero la emoción le cortó las palabras- ¿Hicieron todo esto para nosotras?
Diego se acercó con una sonrisa, sosteniendo a Sofía en sus brazos.
-Por supuesto- dijo, acariciando la mejilla de la bebé- No podíamos dejar que el primer cumpleaños de nuestra niña pasara desapercibido.
Mónica miró a su alrededor, todavía en shock. Todo estaba tan hermoso, tan lleno de amor, que no pudo evitar romper a llorar.
-No puedo creerlo- susurró entre sollozos- Esto es... es maravilloso. No sé cómo agradecerles.
Inés se acercó y le dio un suave abrazo.
-No tienes que agradecer nada, querida. Sofía es parte de esta familia, igual que tú- dijo Inés- Esto es solo una pequeña muestra de cuánto las queremos a las dos.
Diego, que seguía sosteniendo a Sofía, la levantó un poco más para que todos pudieran verla.
-Bueno, Sofí- dijo con una sonrisa- parece que es hora de cantar.
Y con eso, comenzó a entonar el "Feliz Cumpleaños", mientras todos se unían a coro. Sofía, con sus grandes ojos brillantes, observaba todo el espectáculo, fascinada por los colores y las voces a su alrededor.
Cuando terminaron de cantar, Diego miró a Mónica con una sonrisa cálida.
-Sabes, Mónica- dijo, todavía sosteniendo a Sofía en sus brazos- he estado pensando mucho estos últimos días. Y he llegado a una conclusión.
-¿Qué conclusión?- preguntó Mónica, limpiándose las lágrimas con la manga de su camisa.
-Que quiero ser más que el "tío Diego" para Sofía- Su voz se volvió más suave, pero firme- Quiero ser el papá que ella necesita. Ya sabes, estar ahí para todo lo que venga. Quiero ser parte de su vida de una manera más profunda, si tú me dejas.
Mónica lo miró, sorprendida y conmovida. No se esperaba aquellas palabras, aunque sabía cuánto significaba Sofía para Diego.
-¿De verdad?- preguntó, con la voz quebrada- ¿Lo dices en serio?
Diego asintió, sin dudar.
-Lo digo completamente en serio. Sofía merece tener a alguien que la cuide y la ame incondicionalmente, y yo quiero ser esa persona. Quiero estar para ella en cada paso de su vida, como lo he estado hasta ahora, pero de manera oficial.
Mónica se lanzó a sus brazos, abrazándolo con fuerza mientras las lágrimas seguían corriendo por sus mejillas.
-No tienes idea de cuánto significa eso para mí- dijo, mientras Diego la envolvía a ella y a Sofía en un abrazo- Siempre he sabido que eres la mejor persona que podríamos tener a nuestro lado, pero escuchar que quieres ser su padre... es más de lo que podría haber soñado.
-Entonces es oficial- dijo Diego, sonriendo mientras miraba a la pequeña- Sofía, ya tienes un papá.
Sofía, que todavía no entendía nada, sonrió alegremente al escuchar la voz de Diego, y movió sus manitos en el aire como si estuviera celebrando.
-¡Vaya que sí tiene buen timing!- rió Diego, mientras todos a su alrededor aplaudían y reían.
-¡Felicidades a los tres!- gritó Alicia desde la mesa, y todos se unieron a la celebración.
La tarde continuó con juegos, música y más sorpresas. Mónica seguía emocionada por la fiesta, pero lo que más la había conmovido era la promesa de Diego. Sentía que, por fin, Sofía tenía una verdadera familia, una donde nunca estaría sola.
-¿Sabes qué es lo mejor de todo esto?- le dijo Mónica a Diego mientras observaban a Sofía abrir los regalos.
-¿Qué cosa?- preguntó él, curioso.
-Que no importa lo que pase en el futuro. Sofía siempre tendrá a alguien que la ame incondicionalmente. Y eso es todo lo que importa.
Diego la miró con una sonrisa tierna y asintió.
-Tienes razón, Mónica. Y te prometo que jamás dejaré de cumplir esa promesa.