Gia Giordani es hija del general de las Fuerzas especiales de defensa Mundial, esta es una organización paralela a varios ejércitos unidos, que se encargan de misiones encubiertas y clasificadas, existen varias sedes de estas élites, las cuales se encuentran en varios lugares del mundo.
Gia es la única mujer y la menor de cuatro hermanos, todos pertenecientes a la elite con diferentes rangos, mientras ella solo es la princesa de la casa.
La joven ha estado enamorada desde siempre del hijo del general de división de la elite, el capitán Tomás Decker aunque este no quiere nada con ella, la ve como una Barbie sin cerebro.
El capitán Decker humilla frente a todos a la joven y ella tomará la decisión de cambiar su vida, ya que por aquellas palabras piensa que todos la ven como alguien inútil y sin cerebro.
Podrá esta joven demostrarle a un mundo machista que, si puede, podrá olvidar a este hombre tan ingrato.
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Arrogante
—¡Bienvenida a casa pequeña! —Gritaron los cuatro guardaespaldas amigos de Gia que la fueron a recoger al aeropuerto.
—Hola muchachos, los extrañé mucho. —dijo Gia abrazando a cada uno.
—Estás hermosa pequeña. —Dijo Rogelio.
—Que comiste niña bonita. —Dijo Sebastián.
—Si estás más grande. —Dijo riendo Harry.
—No te imaginas cuánto te extrañé —dijo el último de ellos.
—También los, extrañe muchísimo y díganme cómo está Nana. —Pregunto subiendo al auto.
—Cada vez pelea más —Dice Sebastián y todos se ríen.
Gia todo el camino se rio como nunca, recordando cada travesura que hacía cuando era una jovencita, los chicos la abrazaron y la felicitaron por haber llegado a capitana, pero le dijeron que ellos siempre creyeron en ella.
El auto estacionó en la mansión y ella corrió, su padre y sus hermanos la esperaba, apenas acababan de llegar también.
—Papito, mamita, los extrañé.
—Dios, pero qué viejos están — les dijo a sus hermanos.
—Oye, ya quisieras tú, un novio tan guapo como nosotros. —Comenzaron a bromear y ella solo negó riendo.
—Nana, Dios estás más bella que nunca. —La abrazó Gia y así la joven se puso al día con cada uno.
—Bueno, pequeña, vamos a cenar en familia, ya extrañaba tener a mi bebé en casa. —Sonríe el General.
—Tengo veintidós años, papá. —Se quejó Gia.
—Ustedes escucharon lo que dijo, tengo doce años, eso dijo. —Se burló Lorenzo.
—Si eso fue lo que dijo mi pequeña ponquesito. —Apoyó Leo.
—Oye, ya no soy un ponquesito. —Se quejó.
—Eres nuestro pastelito pequeño de doce años, no, creo que tiene ocho. — dijo Gino, Gia se ofendió riendo y le sacó la lengua.
—Ves, tiene cinco años —Volvió a decir Lorenzo.
—Papá, míralos. —y así pasaron su día, entre risas y bromas, Gia durmió en su habitación incómodamente por los tres intrusos en su cama, tuvieron que pasar una de ellos y juntarla con la de Gia para poder dormir bien y juntos, ellos la extrañaron mucho, para ellos jamás tuvo que irse así fuera capaz de hacerlo.
La alarma sonó y la pequeña Gia se alistó para irse a la nueva sede, la joven se despidió de todos y se fue, ella ahora podía regresar a su casa cuando no se quedará en la Élite.
Gia tomó su auto, un Lamborghini color negro que su padre le había dado de regalo de bienvenida y se fue rumbo a aquel lugar, era obvio que se podía encontrar a Tomás, pero a decir verdad no se había acordado de eso.
La rubia se bajó de su auto y fue directo a presentarse con sus superiores, a esa hora solo estaba el Mayor Danilo Ferreti un hombre como de veinte, cinco años, alto, piel bronceada, cabello castaño y ojos marrones, su cuerpo era muy fornido, estaba acostumbrada a ver hombres así.
—Buenos días, Mayor, Capitana Gia Giordani reportándose a sus deberes.
—Buenos días, capitana, soy el Mayor Danilo Ferreti.
—Puede dirigirse a su dormitorio y dejar sus cosas, luego diríjase con los otros capitanes al patio.
—Entendido mayor. —Gia se va hacia su dormitorio, solo lo comparte con otra persona nada más, es amplio y hay dos camas, una enorme ventana justo al lado de la que será su cama y una mesa con gavetas y una lámpara encima de cada lado.
Hay dos armarios de madera y allí rápidamente deja sus cosas, luego de eso va directo al patio y se encuentran varios capitanes, como tenientes de un lado y un gran grupo de soldados y sargentos en el medio del patio formados.
Gia se acerca al grupo de capitanes y estos la saludan de manera cordial dándole la bienvenida o al menos la mayoría, un grupo de dos capitanas y dos tenientes la miran por encima del hombro y murmuran entre ellas.
La rubia de inmediato se da cuenta, ya que es excelente observadora y muy inquisitiva.
—Buenos días, soy la capitana Gia Giordani. —se presenta.
—Bienvenida a bordo capitana Giordani, es un placer tenerla aquí, soy El capitán Santiago Brown.
—Bienvenida soy el capitán Neithan Müller. —Y así cada uno se presentó, la joven era atenta, pero distante, debía mantener distancia con todos, pues no conocía a nadie.
Mientras todos están esperando que alguien venga, hace acto de presencia el Mayor Ferreti.
Gia y todos los capitanes se colocan en posición y saludan cuando el hombre llega hasta donde ellos están, cada quien organizado en filas por su rango.
—Buenos días a todos y bienvenidos a los nuevos elementos de la élite aquí en Italia. —Habla el Mayor Ferreti.
—Espero que podamos trabajar bien, nuestro objetivo es detener a varias mafias rusas y eso se logra con disciplina y trabajo en equipo. — Dice, pero es interrumpido por un hombre muy elegante que se posa un paso al frente de él, no pasa desapercibido por Gia y creo que por ninguna otra mujer, pero la joven sabe muy bien como parecer apacible cuando lo necesita.
La rubia no muestra ni un rasgo de interés en el Dios griego frente a ella ese hombre es otro nivel, había visto hombres guapos sí, pero este a todos los deja atrás o al menos para ella era alto como de un metro noventa o más, su cabello negro azabache, su barbilla cincelada por un escultor, sus ojos de un azul intenso y sus labios eran una invitación a pecar, su cuerpo era extremadamente grande, tenía el cuerpo tan marcado que se le notaba a través del traje, este hombre no era de este planeta pensó la rubia.
—Soy El coronel de esta Élite Andrew Harrington y no me gustan errores, no son niños aquí se trabaja o se largan, no quiero ineptos. —Dijo el hombre con tanta arrogancia en su voz y por la sonrisa de la capitana que había visto con mala cara a Gia era algo de él.
* Cómo se puede ser tan caliente y tan idiota a la vez… Por dios Gia eres una pecaminosa concéntrate* Se regañó la rubia de ojos grises mentalmente.
Andrew Harrington.
—¿Entendido?
—Sí, coronel. —Se escuchó una sola voz.
* Y yo que pensaba que la capitana Rivers y el Mayor Schmidt, eran unos Arrogantes de mierda, este se ganó el premio* Pensó Gia.
—Ahora a trabajar, necesito a cinco capitanes en mi oficina en 15 incluyendo al nuevo elemento —Habló el Arrogante coronel y se desapareció, de inmediato todos se dispersaron y la joven camino hacia la oficina cuatro personas caminaron de inmediato hasta la oficina de coronel y Gua pensaba en su mente.
* Parece que el Primer requisito para ser coronel es ser un hijo de puta* La joven quería reír de sus pensamientos que locura.
Un capitán tocó la puerta, al parecer de la rubia fue el que se presentó como Santiago Brown, pero nadie respondió, luego de veinticinco minutos el idiota arrogante entró mientras ellos esperaban a lo idiota, la rubia con cada minuto que pasaba quería matarlo.
—Adelante —Paso y dejo la puerta abierta y todos entraron.
—Mafia rusa… —Habló tirando unos papeles en el escritorio.
—Yakov Kuznetsov, el líder de la bratva en Italia. —Sigue hablando con una voz tan gruesa que a cualquiera se le doblaría las piernas, o eso pensaba la pecaminosa Gia Giordani.
—Según el informante viene un camión lleno de personas… mujeres para vender, hay que saber cuando llega y donde las tendrá.
—Necesito que ustedes se encarguen de este caso, pero para eso alguien se debe infiltrar… —Observa directamente a Gia y esta mujer debe hacer uso de todo lo que sabe para qué no se note que quiere gritar por la puta sensación placentera que le da que él la vea.
—A ti nadie te conoce, serás tú… —Dice tajante, pero ella sabe que lo hace para medir su reacción.
—Entendido coronel. —Dice con su barbilla en alto y su mirada en él.
—Es la mafia rusa…
—Y usted me acaba de dar una orden… —Le mantiene la mirada, no se va a dejar intimidar, Johnson también estaba como quería al igual que sus antiguos compañeros y no se dejó intimidar.
Me encantó
esa experiencia amarga que pasó. Darse oportunidades y mostrar de que está hecha