Selig pensó que Marisol lo abandonó cuando dejó de responder sus mensajes y llamadas. Se preguntaba qué habría hecho mal para que ella se alejara.
Marisol, por su parte, creía que Selig la había olvidado al no buscarla durante tantos años. Sentía un profundo dolor por haber perdido a quien consideraba el amor de su vida.
Sin embargo, el destino tenía preparada una sorpresa para ambos. Un encuentro inesperado los enfrentó y descubrieron la verdad detrás de su separación: un malentendido que los mantuvo alejados injustamente.
NovelToon tiene autorización de Taycreaciones. para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Victoria y sorpresa
Marisol.
Quería gritarle que nada era como él lo decía, que no lo abandoné ni me marche con la intención de dejarlo pero... Sé que si le digo en éste momento quien soy, me echará a patadas sin darme tiempo de explicarle lo que sucedió realmente.
Sí, dijo que si tuviera la oportunidad de volver a verme me diría cuanto me ama y que no se a olvidado de mí, que quiere que esté a su lado pero... Sé que no es así.
Selig no es alguien que se tome todo a la ligera y al saber mi identidad, juraría que no sería capaz de tolerar mi presencia.
—Señora —la voz de mi chofer me sacó de los pensamientos y dirijo mi mirada a él —estamos aquí —anunció, señalándome el lugar que nunca pensé volver a visitar, la mansión de los Cuddyer.
Caminé hasta la puerta, siendo momento después recibida por una de las empleadas que lleva años trabajando aquí.
—Buenos días, estoy buscando a la señora Eleono —informé.
—Buenos días —respondió amablemente —la señora ya no vive en esta mansión —comentó y me sorprendí —antes de que el señor Cuddyer muriera la despachó del lugar prohibiendole llegar.
—Ya veo —dije pensativa —¿Y hay alguien de la familia Cuddyer, con quien pueda hablar? —añadí, viendola negar.
—El señor Selig, está en prisión por unos largos años y el señor Zachary, jamás visitó el lugar más que para vender la propiedad.
—¿Vender?
—Así es —añadió —pese a que no eran los deseos de su padre, el señor dijo que jamás consideró éste su hogar.
"No lo considera su hogar, pero para Selig si lo es y no voy a dejar que caiga en manos de otra persona".
—¿Sabe donde puedo encontrar al señor Zachary? —pregunté y ella asintió, tomando la libreta que le ofrecí y apuntando varias direcciones —Y por las dudas, el paradero de Eleonor...
—Ella está en una pensión cerca del parque central, si no mal recuerdo el nombre del lugar era "Descanso permanente" —Interrumpió y asentí para luego suspirar y ver todo al rededor —¿Usted... Piensa comprar la propiedad?
—Es la idea —respondí —. Espero encontrar a su jefe antes de que venda.
—¿Quiere dejarme su número de contacto por si llega a venir? —preguntó —le diré de su visita.
—Sería bueno —dije, tomando una de mis tarjetas y entregandosela —. Le encargo mucho éste favor.
Sin añadir más palabras, me giro y camino en dirección a mi carro.
Era inevitable no sonreir al saber que Eleonor no se salió con la suya y que de alguna forma el karma se cobró todo por mí.
—¿A donde, señora? —preguntó mi chofer.
—Llevame a la pensión "descanso permanente" —respondí y él asintió comenzando a conducir —. Eleonor Cuddyer, es hora de revelar la verdad y saber que fué lo que hiciste el día de mi accidente —afirmé, tomando el boligrafo grabador y asintiendo ante la prueba que ella me daría.
...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...
“Narradora”
Después de un tranquilo recorrido, el carro de Marisol se detiene ante el lugar y puede notar a simple vista que no es para nada algo escogido por gusto.
El edificio estaba en ruinas y se puede decir que era un saque de apuros para aquellos que no tenían donde vivir.
Dejando de lado la victoria que se palpaba en su rostro, Mar decide adentrarse al lugar y buscar de un lado a otro un recepcionista.
—¿Hay alguien? —preguntó luego de tocar una campanita y viendo aparecer a una mujer de unos 25.
—¿En que la puedo ayudar?
—Buenos días, estoy buscando a la señora Eleonor Cuddyer —informó, notando como la joven frente a ella la veía de pies a cabeza para luego negar.
—Lo siento, no puedo brindar información sin el consentimiento de la huésped.
—Es importante para mí hablar con ella, se debe a su hijo.
—Lo siento pero no puedo —volvió a decir dejando suspirar a la atractiva mujer, quien luego de pensar un poco decide sacarse sus lentes de sol, tomar un poco de dinero y colocarlo sobre el mostrador —. Habitación 309 del segundo piso —dijo la muchacha mientras contaba la cantidad enorme de billetes que la linda Mar dejó.
—Muchas gracias.
Y sin esperar respuesta, caminó hasta las puertas del ascensor subiendo hasta el segundo piso y comenzando a buscar el número otorgado por la joven.
Una vez frente a la puerta, tocó repetidas veces hasta que esta se abrió y no sólo se encontró con Eleonor Cuddyer, si no que la fastidiosa de Rebeca Price, también estaba allí.
—¿Quien eres tú? —pregunto la demacrada mujer, viendo a Mar de pies a cabeza con desagrado.
—Buenos días, soy la psicóloga que atiende a Selig Cuddyer y me gustaría discutir unas palabras con usted —respondió educadamente la linda protagonista, notando el desagrado en los ojos de la mujer.
—¿Selig tiene psicóloga? —oyó decir a Rebeca, quien agrega una falsa risa a su comentario —. Ahora no solo resulta ser un preso, sino que también loco.
—Se confunde señorita, los psicólogos no son para los locos —agregó ella, viendo el desprecio brillar en los ojos de Rebeca.
—Pasa —dijo Eleonor, abandonando la puerta y dejando a su invitada cerrar.
Una vez en la sala, los ojos de Mar se invadieron por la sorpresa ante las palabras oídas a continuación.
—Mamá, no entiendo porque la recibes si de cualquier manera puedo utilizar el apellido de esa patetica familia para sacar a Selig y con ello asegurar nuestro futuro.
—Silencio Rebeca, es importante que Selig reciba ayuda psicológica y poder tomarnos de ello cuando quiera revelarse —continuó la mujer, como si no importara la visita frente a ella —. Bien, di ya para que me buscas.
—Necesito saber un poco a cerca del pasado que atormenta al señor Cuddyer —comentó, sacando una libreta y aquel bolígrafo que encendió de inmediato —. Me habló sobre una mujer de la cual estaba enamorado y no pudo olvidar hasta el día de hoy.
Y después de una aterradora sonrisa, comenzó a oir un cruel relato.