Faltan once minutos para la media noche, Alejandra con el teléfono en mano espera ansiosamente que pasen esos sesenta segundos que la separan del "Hola" de su confidente desconocido. Con él puede ser ella misma, sin la máscara de estoica que desde su infancia se colocó.
Franco está en su habitación, ya ha escrito su acostumbrado Hola y cuenta regresivamente los 25 segundos para pulsar enviar. Él es un ser sensible sin saberlo, su oculta pasión por las artes lo llevó a ella, a esa mujer de la que no conoce ni su nombre, ni su rostro, ni su edad, pero que lo sensibiliza al extremo de sentir sus caricias en el alma.
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Once
Por la tarde, como se ha hecho costumbre, Alejandra se encuentra en el hall del edificio, dando los últimos toques de la restauración, siente que alguien la abraza por la espalda y deja un beso en su cuello, reconoce a Franco por el aroma y gira para besarlo. Henry también está presente y ante el saludo de la chica responde secamente con un escueto "hola",
— Y ¿Qué les parece?— dice con emoción extendiendo ambas manos con las palmas hacia arriba, en dirección al grabado para mostrar el trabajo final.
—Increíble— dice Franco destilando orgullo por su novia a través de los ojos.
—No está mal— responde Henry — a un trabajo ad honorem no se le pueden ver fallas.
La chica no comentó nada, pero Franco arrastró por el brazo a su amigo hasta la oficina, no iba a soportar que se comporte como un imbécil con Alejandra.
—¿Se puede saber a ti que mierda te pasa?— pregunta ofuscado.
—Nada, ella no me cae bien, solo la tolero por tí, aunque tú no eres de estar mucho tiempo con cualquier mujer, pronto se te pasará— contesta restándole importancia a la reacción de su socio.
—Tienes razón, no me gusta cualquier mujer, pero esa a la que menospreciaste allá afuera — dice señalando en dirección a la entrada —no es cualquier mujer, será Mi Mujer — concluyó haciendo énfasis en las últimas dos palabras mientras con el índice se señala a si mismo y salió lleno de rabia del lugar.
—Perdona— le dice el canadiense a su novia que se encuentra recogiendo los materiales para marcharse.
—¿Por qué te disculpas?— dice con una sonrisa triste — ya estoy acostumbrada, ese es el efecto que causa mi familia a quienes se le acercan, además él es primo de mi cuñada. ¿Qué puedo esperar?— termina encogiéndose de hombros y continúa su labor —Antes de irme, vamos a tomar medidas — dice tomando la cinta de medir —lo ideal para mantenerlo es colocarle una urna de vidrio, no vaya a ser que alguien de mantenimiento limpiando le ponga un abrasivo y lo dañe, yo te recomiendo que para atraer la atención hacia él, le coloquen un marco llamativo y pintes al menos esa área de blanco.
Franco se da cuenta como Alejandra habla con propiedad acerca de lo que se debe hacer con la obra de arte, pero ha perdido esa chispa que tenía cuando él recién llegó. Lo que está lejos de saber el hombre es que la tristeza se instaló en el corazón de ella, presiente que en poco tiempo él también se alejará.
—No tienes por qué irte— dice el chico tratando de retenerla —si te molestó no debe importarte, yo soy el dueño de más de la mitad de la compañía y tú eres mi novia.
—Franco— suspira para proseguir —no acostumbro a imponerle mi presencia a nadie, por muy mínima participación que esa persona tenga.
El hombre está decidido a colgar nuevamente la alegría en esos ojos negros, así que ayuda a tomar las medidas, le envía un mensaje a Henry encargándolo de las entrevistas que tocan para hoy y ase la mano de su novia, para perderse por las calles de la ciudad.
La pareja se aleja caminando abrazados, atrás quedó el vehículo, Franco se está dejando llevar por ese lado romántico y sensible que siempre ha escondido.
Paran en un puesto de helados por un par de conos, por supuesto el de Alejandra es de pistacho y el de Franco de coco; mientras lo devoran, él con una sonrisa de niño travieso le dice:
—Cuando visites mi apartamento por primera vez, te llevarás una sorpresa.
—¿Cómo estás tan seguro que iré?— pregunta incrédula y elevando una ceja.
—Porque vivirás ahí — contesta convencido.
—¿Ah, si? ¿Por qué estás tan seguro?— inquiere nuevamente tratando de ponerse sería, logrando solo una mueca que hace reír a Franco.
—Porque tú serás la mujer de mi vida y me encargaré de hacerte sentir cada día que yo soy el hombre de la tuya— dice con un semblante serio, haciendo énfasis en cada palabra. Alejandra sin poder evitarlo se abalanzó hacia su cuerpo fundiéndose en un tierno y apasionado beso.
Tomaron el metro hasta Manhatan, disfrutaron de murales de arte urbano y un sinnúmero de artistas callejeros, sorprendiéndose con el talento de muchos que tocan magistralmente distintos y complicados instrumentos.
Alejandra está concentrada en la música del violinista que interpreta "Killing Me Softly" (mátame suavemente), instintivamente se abraza a sí misma y un ramo de rosas rojas aparece delante de ella mientras su galán la rodea con la mano libre...
Ha pasado una semana desde que Alejandra terminó la restauración, Franco con ayuda de Reinaldo mandó a tasar su trabajo, el par de amigos no considera justo que su talento no sea valorado ni monetizado...
—Mañana es la inauguración, recuerda que eres mi acompañante— Alejandra asiente, desde el puesto de copiloto, con un brillo especial en su mirada —¿Cuántas horas te tardas en arreglarte?— la chica suelta una sonora carcajada.
—¿Horas?, eso depende si el baño es largo o corto, pero desde que me baño hasta que estoy lista para un evento especial, como media hora y si debo secarme el cabello, con una hora es más que suficiente — responde ante la incrédula mirada de su novio.
—¡Eres perfecta!— dice dándole un beso en la mejilla —Te paso a recoger al mediodía para que me acompañes al aeropuerto a buscar a tus suegros.
—está bien— dice nerviosa sintiendo un frío en su estómago, mientras él curva sus labios al notar la reacción.
—Otra cosa— dice con un poco de vergüenza — quiero que todos sepan que eres mi pareja por lo que mandé a pedir trajes a juego para los dos ¿si?— termina la frase juntando las manos en forma de plegaria.
Alejandra definitivamente acepta que está perdidamente enamorada, lejos de parecerle una ridiculez el acto le parece sublime y tierno.
Gracias por compartirla, y tener el placer de leer los 61 capítulos.
bendiciones
felicidades y que sigan los éxitos en cada novela que subas
un abrazo desde CD jJuarez