Prometida Ao Don Salvatore

Sofía fue al Closet enfadada, buscando algo para correr, una de las cosas que también le gusta. Ve una prenda de ropa para el gimnasio, no es lo que suele usar, pero se la pone de todos modos. Se pone los pantalones, los zapatos y se hace una coleta.

Ella está terminando de arreglarse cuando Marco sale del baño, con la toalla en la cintura.

Marco: ¿A dónde crees que vas con esa ropa?

Sofía: Ninguna de estas prendas las compré yo, y a dónde voy no te incumbe.

— Marco: Ella habla mientras se estaba aplicando protector facial.

Marco: No vas a salir así, no voy a permitir que mi esposa salga de esta forma.

— Marco: Sofía se voltea hacia él.

Sofía: Déjame dejar algo claro, no soy nada tuya, solo estamos aquí por un acuerdo estúpido, no sé cómo voy a hacer, pero será deshecho lo más rápido posible.

Marco se acerca a ella y la agarra del brazo con fuerza, dejándola contra la pared.

Marco: Mira aquí, chica, no intentes desafiarme, no me gusta para nada, es mejor que no me provoques, no grites y mantén esa boca cerrada, o no respondo por mí mismo.

Sofía: Estoy muerta de miedo...

Marco aprieta con más fuerza el brazo de ella con una mano y con la otra agarra su cuello.

Sofía: Suelta, me estás lastimando.

Él aprieta un poco más el cuello de ella, y Sofía deja caer una lágrima.

Sofía: Sué...lta... Ella habla ya sin aire.

Al ver los ojos de ella llenos de lágrimas, él se da cuenta de lo que está haciendo y suelta el cuello de ella, luego entra de nuevo al baño.

Sofía se sienta en el suelo llorando, pero es de rabia, el brazo y el cuello tienen una marca, mira al espejo y decide no salir.

Baja y se sienta a la mesa para tomar su café, aún con los ojos rojos.

Elisa: ¿Pasó algo, querida?

Sofía: No, nada, estoy bien.

Elisa se acerca a ella y habla en voz baja:

Elisa: Lo siento mucho, querida, sabes que puedes contar conmigo.

Sofía agradece sin ánimo alguno, después de un rato Marco baja ya arreglado, cuando ella lo ve, se retira de la mesa y él va tras ella.

Marco: Espera...

Sofía: No me hables.

Marco: Solo un minuto, por favor...

Sofía se voltea, esperando que él hable.

Marco: Voy a dejar un chofer y dos guardaespaldas a tu disposición, pero no pienses en hacer nada ilegal porque lo descubriré, solo podrás salir si necesitas comprar algo o visitar a tu padre...

Sofía: Pensé que había entrado en un matrimonio y no en una prisión...

Marco: Chica...

— Sofia: Antes de que termine, ella lo interrumpe.

Sofía: Ya dije que lo que nos une es solo un papel de matrimonio, por una locura de acuerdo, así que no tenemos nada, no pienses que eres dueño mío o mi padre, no mandas en mí y no vas a quitarme mi libertad. Hasta que logre deshacer esta locura.

Marco la mira furioso, nunca ha sido desafiado de esta manera, ni siquiera por sus enemigos, y ver a una chica tan pequeña desafiándolo, lo enfurecía, se sentía débil y vulnerable, sin saber qué hacer.

Antes de que él diga algo más, ella se retira y sube a su habitación.