Esther era la hija ilegítima de una familia acaudalada, cuya hermana decidió irse por "amor" con el hombre que ella tanto amaba. Él contra de Arthur, un vaquero muy apuesto, era su pobreza y cuando su hermana sintió en carne propia lo que era el hambre, decidió abandonarlo junto a su hija recién nacida, para irse con su amante.
Pese a que su cuñado intentó por todos los medios salir adelante, no tuvo de otra más que recurrir a ser un bandido, encontrando así su muerte y la de su hija. Por eso, usando su habilidad secreta, Esther hará un trato con el mismo diablo y si logra traer de regreso las almas de ellos, que han reencarnado en otro mundo, dentro de la historia de "La amante del embajador" este haría que por fin ellos tuvieran un final feliz.
¿Logrará darle una nueva vida a su cuñado?
¿Podrá su sobrina al fin tener una existencia tranquila?
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CAPÍTULO 3
Con un poco de esfuerzo, y para evitar que su guardaespaldas se diera cuenta, colocó su cuerpo encima de su cama, al lado de ella. Luego de asegurarse de colocar seguro a su habitación, se acostó a su lado y colocó su libro en el pecho de su excuñado.
No sabía como resultaría, en especial porque cada vez que entraba a la historia de aquel libro olvidaba sus recuerdos de su vida anterior. Pero, aunque fuera un milagro, rezaba que esta vez fuera la definitiva. Podía incluso recordar de memoria, lo que trataba la premisa principal de la historia.
La novela era la favorita de su madre fallecida, que le había heredado antes de morir. "La amante del embajador", que trataba sobre un hombre de cuarenta y cinco años, embajador de un país extranjero, respetado por la realeza de London.
Al descubrir que su esposa le ha sido infiel, tiene que callar en silencio, puesto que esta es la hija de la nieta del rey, por lo que no puede acusarla. Estando casado sin amor, asqueado por tocar a su esposa infiel, decidirá buscar cobijo en los brazos de otra mujer. No obstante, lo que comenzó solo como un desahogo físico, se convertiría en una obsesión al probar aquel fruto prohibido que resulta ser la hermana menor de su esposa.
Aunque no sabía en qué cuerpo ella reencarnaría, una vez su alma estuviera dentro del libro, fuera lo que fuera, tenía un extraño presentimiento de que esta vez sería diferente. Por lo que, abrazando al hombre que amaba, colocando su mano encima del libro, al igual que la mano de él, se quedó dormida.
Poco a poco, el alma de Arthur, como el alma de ella, salieron de sus cuerpos originales, y en formas de orbes dorados, ingresaron al libro, para así comenzar con la historia dentro de aquella novela.
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Una mujer de cabellera negra y ojos rosáceos, terminaba de colocarse su delantal, lista para abrir su pastelería, no sin antes revisar como estaba su abuelo, el único familiar que la ha cuidado realmente, pese a su estatus como hija ilegítima. Al verlo dormir placidamente, al lado de su gatito, sonrió y bajó las escaleras al primer piso, donde estaba su negocio.
No obstante, jamás pensó que, en aquella mañana, casi lluviosa, fría debido a la tormenta que azotó la madrugada, se encontraba alguien que nunca pensó ver de esa forma tan lastimera. Apurada, tomó un paraguas y salió a la cera de al frente, donde el hombre estaba sentado, con la cabeza gacha, completamente empapado.
Sería un problema, sí, sus vecinos, faltando poco para que comenzaran a salir a sus respectivos trabajos al mercado, vieran en esas condiciones a un hombre tan famoso y respetable como el embajador de la India, esposo de la bisnieta del rey.
—¿Dónde estabas?—le preguntó el hombre agarrando su mano—te he estado buscando.
—Le dije que desaparecería de la familia real—respondió arrodillándose frente a él—¿Mi lord?
—El trato... ¿Aún quieres hacer el trato?—preguntó el hombre dejando a la mujer atónita.
Mientras ambos estaban, bajo la leve lluvia, viéndose directamente a los ojos, no pudieron evitar recordar como fue que todo había llegado a ese punto, tan solo una semana antes.
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UNA SEMANA ANTES...
Exactamente, 8 días antes de aquel reencuentro en la pastelería, Alexander Pawar, o como muy pocos de su círculo íntimo lo llamaban, Alex, se encontraba sentado en frente de la cama de la habitación individual de su esposa, fumando un puro y bebiendo un poco de whisky. En la cama, como si de una pintura de lo más burlona y cómica posible se tratara, se encontraba la mujer que le había jurado fidelidad, no solo con un hombre, sino con dos.
Alicia, con una sonrisa, y su cara claramente roja por el esfuerzo dado, se encontraba riéndose mientras mantenía a la fuerza a sus dos amantes. Desde que su madre la había obligado a casarse con el embajador de la India, todo por interés, siendo un hombre de menor estatus que ella, había jurado hacerle la vida imposible y sabía que, el haber sido descubierta en la noche que supuestamente ambos iban a intimar, le causaba mucha gracia.
No había hombre más orgulloso en London que su marido, siendo que su bisabuelo era demasiado orgulloso también, por lo que, en vez de estar claramente dolido porque supuestamente la mujer que "ama" lo engañase con otros hombres, sabía que lo estaba al haberse burlado de él en toda su cara.
Si bien había tenido una racha muy buena de veces que nunca fue descubierta, sí le sorprendía que, en esa ocasión, su esposo pudiera hacerlo, preguntándose en su interior que fue lo que pasó para que él, quien evitaba la mayoría de las veces, las noches conyugales, decidiera llegarle a su habitación privada.
—¿Hace cuanto?—preguntó con clara amargura Alex.
—Bueno...—respondió con una sonrisa maligna—¿Cuántos años tiene nuestro hijo?
Apenas escuchó esas palabras, en un arranque de ira, Alexander lanzó el vaso con el whisky contra la pared, asustando inclusive a la hermana menor de Alicia, Penélope, quien le servía como su doncella principal.
Inclusive ella se asustó más por el cinismo de su hermana mayor, y si bien sabía de las infidelidades de esta, jamás pensó que su único sobrino fuera producto de una infidelidad y que todo este tiempo su cuñado estuviera doblemente engañado.
"Lo siento...Max"
Pensó en su sobrino, mientras intentaba calmar su temblor, observando como su hermana y su cuñado batallaban con unas miradas tan frías que, incluso los amantes de Alicia, no aguantaron más y tuvieron que irse de la habitación aún desnudos. La mujer pelirroja sonrió, observando a su hermana menor, le causaba también gracia como todo eso la afectaba.
—Si no tienes nada más que decir—dijo levantándose completamente desnuda—tengo que bañarme, Penélope, prepara mi baño.
—¡Alto ahí!—le gritó Alex.
—¡Te prohíbo que me grites!—le increpo Alicia—no eres más que un embajador de un país de bajo mundo, ¡Maldigo la hora que me casaron con tan poco hombre como tú! Ve, si quieres, y acúsame de infidelidad, a ver si alguien te cree: "¡Mi esposa, la bisnieta del rey, me es infiel!"
Con una sonrisa, Alicia ingresó al baño seguido de su hermana, sabiendo que lo que le había dicho era verdad. Aunque él quisiera hacer algo, no podía, porque, por más que tuviera pruebas, nadie iría en contra de la familia del rey.
i puedan ser felices cuando todo termine😮💨😮💨