La única manera de ayudar a su padre enfermo, es casándose con un hombre que no ama.
Sabiendo que la vida de su padre dependía de aquello, debía seguir con la farsa que su matrimonio conllevaba.
No obstante, jamás pensó que su vida cambiaría de manera tan radical, sobre todo porque hacía tan solo unos meses estaba no solo por graduarse, sino haciendo otros planes.
¿Podrá la vida depararle algo más?
¿Podrá ella conocer el amor en aquella situación tan crítica?
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Capítulo 20 La Playa Parte 2
Isabela se estaba preparando para salir, cuando sonó su celular era su madre, que le hacia una video llamada.
-buenos días, mi niña ¿Qué tal te la estas pasando en la playa?
-muy bien, hoy vamos a salir a pasear en yate, pero ¿tu estas bien? –Isabela noto que su madre tenía ojeras, no parecía haber dormido muy bien
-estoy bien no te preocupes tanto por mí, tu diviértete, tu marido es un hombre ocupado, no sabes cuándo tendrá tiempo para llevarte de vacaciones otra vez- su hermana Estela apareció en la pantalla comiéndose un pedazo de pastel
-en realidad mamá te llamo para irte con el chisme de que, Carlos y yo nos casamos por lo civil ayer-
La noticia la sorprendió tanto que casi se le cae el teléfono
-¿era necesario que se lo soltaras así tan de golpe? –dijo Florencia molesta
-por favor, en algún momento tenía que enterarse
- ya no quiero arruinarte el viaje así que mejor cuando vuelvas hablamos, diviértete mucho- dicho esto su madre colgó.
-¿todo bien? –preguntó Alexander entrando a la habitación
-no, nada bien, mi hermana se caso con el vagabundo ese -
Su marido la miro le tomo la cara y después le apretó las mejillas
-no quiero saber nada de tu familia, o de la mía en este viaje- y la soltó no sin antes darle un beso en la frente –
Ella solo lo miro, sobándose las mejillas, odiaba que él hiciera eso
-no me veas así, se supone que venimos aquí a relajarnos – después la tomo de la mano y la saco de la habitación.
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Más tarde, Alexander e Isabela nadaban en el mar mientras Frank los veía desde arriba, atento a cualquier cosa, Cora por su parte estaba entre la fascinación de estar en el mar y el mareo, ya había vomitado todo el desayuno.
Al salir del mar se dieron una ducha y volvieron al puerto para ir a comer, Cora se negó a probar bocado, después de comer pasearon por las tiendas y compraron algunas cosas.
Alexander se sentía relajado, por un momento quería creer que eran una pareja normal de viaje por el cumpleaños de su esposa, quería olvidar por un rato todas sus responsabilidades y sus problemas.
Esa sonrisa en la cara de su esposa lo era todo para él, pues la joven había venido a cambiar por completo su vida. Antes de Isabela solo había tenido una novia formal pero eso no había terminado bien, después de eso no buscaba nada formal solo encuentro casuales de una noche, por lo tanto el no solía ser celoso y mucho menos posesivo, pero con ella no podía evitarlo, a donde quiera que fuera los hombres la miraban, si su esposa eran hermosa, pero era solo suya, antes Isabela le temía y tal vez incluso le odiaba, pero eso había cambiando en poco tiempo, así que él se prometió que haría lo posible para que ella no volviera a mirarlo de esa manera.
-ya viste ahí venden helados, yo quiero uno – dijo Isabela de repente soltándolo de la mano y sacándolo de sus pensamientos, suspirando le siguió dentro de la heladería, en momentos como esos recordaba la diferencia de edad entre ambos.
al entrar la tienda la encontró frente al mostrador eligiendo el sabor de su helado, en una de las mesas había dos chicos como de 20 años que la veían y se secreteaban, uno de ellos se le acerco.
-pide el sabor que quieras, amiga yo invito – dijo el chico sonriéndole, Alexander tuvo ganas de darle un puñetazo
- en primer lugar no soy tu amiga, en segundo lugar yo sola puedo pagarlo y en tercer lugar soy una mujer casada, mi esposo está detrás de ti – respondió Isabela señalando a Alexander con el dedo
El joven volteo y se le borro la sonrisa de la cara, al verlo ahí parado, él ni siquiera se esforzó por parecer intimidante, incluso traía las manos en la bolsas de su short
-debería darte vergüenza coquetear con una mujer casada – dijo tranquilamente quitándose las gafas de sol
El chico no respondió solo fue por su amigo y salieron del lugar topándose con Frank y con Cora.
Esa misma noche…
Isabela se dejo caer en la cama exhausta, Alexander y ella lo habían hecho todas las noches, desde que llegaron a la playa, el parecía no cansarse y ella había comenzado a disfrutarlo.
Antes de casarse con él solo había estado con Alan, pero con él siempre se sentía avergonzada de su cuerpo, pues a veces la hacía sentir insegura, pues le decía que era muy delgada y cosas por el estilo.
Con Alexander poco apoco perdía la pena al estar desnuda frente a él, pues la hacía sentir bonita, pues solía repetirle que era hermosa, a pesar de que ella había ganado algo de peso después de casarse, si bien al principio le tenía miedo y lo odiaba, ahora no sabía muy bien lo que sentía por él.
Estaba acostada boca abajo con las sabanas apenas cubriéndola un poco, comenzaba a quedarse dormida, cuando sintió que Alexander le besaba la espalda.
-no mas, estoy rendida, necesito dormir- dijo ella en voz baja
-está bien descansa- respondió y la tapo mejor con la sabana, y dándole un beso en la cabeza – te quiero- susurro él, y se acostó a su lado.
Ella se hizo la dormida para no contestarle pues no sabía que responder.