Rachely Villalobos es una mujer brillante y exitosa, pero también la reina indiscutible del drama y la arrogancia. Consentida desde niña, se ha convertido en una mujer que nadie se atreve a desafiar... excepto Daniel Montenegro. Él, un empresario frío y calculador, regresa a su vida tras años de ausencia, trayendo consigo un pasado compartido y rencores sin resolver.
Lo que comienza como una guerra de egos, constantes discusiones y desencuentros absurdos, poco a poco revela una conexión que ninguno de los dos esperaba. Entre peleas interminables, besos apasionados y recuerdos de una promesa infantil, ambos descubrirán que el amor puede surgir incluso entre las llamas del desprecio.
En esta historia de personalidades explosivas y emociones intensas, Rachely y Daniel aprenderán que el límite entre el odio y el amor es tan delgado como el filo de un cuchillo. ¿Podrán derribar sus muros y aceptar lo que sienten? ¿O permitirán que su orgullo
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Capitulo 2
. "Choques de Infancia y Realidades Adultas"
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El sonido de los tacones de Rachely resonaba en el pasillo de la empresa. Su andar denotaba seguridad, aunque su mirada iba revisando cada espejo
...Al llegar a la oficina de Raúl, Rachely abrió la puerta sin molestarse en tocar.
—¡Buenos días, querido hermano! —anunció con un tono meloso, mientras dejaba caer a Bolty en el sofá de la sala de reuniones. El perrito inmediatamente comenzó a saltar sobre los cojines, ignorando por completo las miradas desaprobatorias de Raúl.
—Rachely, ¿no podrías... ser más cuidadosa? —dijo él, masajeándose las sienes.
—Oh, por favor, Raúl. Esto es una oficina familiar, ¿no? Bolty también es familia. Además, ¿quién podría resistirse a este encanto? —respondió, rodando los ojos y dejando su bolso sobre la mesa como si estuviera en su casa.
Raúl suspiró, claramente acostumbrado a estas escenas.
—Bueno, vamos. Tenemos una reunión importante esta tarde. No quiero retrasos.
Rachely se cruzó de brazos.
—¿Por qué tendría que asistir? Sabes que odio esos eventos aburridos. Mi tiempo es demasiado valioso para perderlo escuchando a hombres serios hablar de números.
—Es un trato clave con una de las empresas más importantes de la región. Quiero que conozcas al representante; será una buena experiencia para ti.
—Oh, Raúl, no necesito experiencia. Ya lo tengo todo: carisma, inteligencia y esta cara perfecta. No sé qué más podría agregarme esa reunión. —Sonrió con suficiencia y se acomodó en el sofá junto a Bolty, quien ahora mordisqueaba un cojín.
Raúl estaba a punto de responder cuando alguien llamó a la puerta. Antes de que pudiera decir "adelante", un hombre alto, de traje oscuro y mirada gélida entró en la habitación. Su sola presencia llenó el espacio de tensión.
—Disculpa la interrupción, pero no tengo tiempo para esperar. —Su voz era baja, firme, y cada palabra parecía calculada.
Rachely lo miró de arriba abajo, analizando su impecable apariencia. Había algo en su porte que la irritaba; tal vez era lo perfecto que parecía, o esa expresión de desaprobación apenas disimulada que tenía al mirarla.
—¿Y tú quién eres? —preguntó, alzando una ceja y cruzando las piernas con aire desinteresado.
El hombre la ignoró deliberadamente y se dirigió a Raúl.
—Señor Villalobos, supongo. Soy Daniel Montenegro, representante de Montenegro Industries. Pensé que esta reunión era con profesionales.
Rachely abrió los ojos como platos al escuchar el nombre, pero rápidamente compuso su expresión, volviendo a su actitud altiva.
—Ah, Daniel Montenegro... Así que tú eres el famoso hombre de negocios del que tanto hablan. —Se levantó lentamente, como si estuviera evaluándolo. Su tono era claramente condescendiente—. ¿Siempre eres tan antipático o solo cuando tienes audiencias especiales?
Daniel giró la cabeza hacia ella, frunciendo el ceño con evidente irritación.
—¿Y quién es usted? ¿Una asistente... o simplemente alguien que no tiene nada mejor que hacer que interrumpir?
La mandíbula de Rachely cayó, incrédula ante su descaro. Raúl intervino antes de que las cosas se intensificaran.
—Ella es mi hermana, Rachely. Está en entrenamiento para ayudarme a dirigir la empresa.
—¿Entrenamiento? —Daniel esbozó una sonrisa sarcástica—. Vaya, nunca pensé que necesitarías ayuda, Raúl. Aunque... parece que la necesitas.
—¡Oye! —espetó Rachely, dando un paso al frente—. No tienes derecho a hablarme así, señor "Hombre de negocios."
Daniel no respondió, pero su mirada decía más que mil palabras: desprecio.
Raúl intentó calmar las cosas.
—De acuerdo, de acuerdo. Será mejor que vayamos a la sala de juntas. Daniel, ¿nos acompañas?
El hombre asintió y salió de la oficina sin dirigirle otra mirada a Rachely, quien, furiosa, murmuró para sí misma.
—Quién se cree ese idiota...
Raúl le lanzó una mirada de advertencia.
—Compórtate, Rachely. Daniel es un aliado importante.
—¿Ese tipo? —se burló ella—. Si es tan importante, entonces deberíamos buscar aliados con mejor actitud.
Raúl no respondió, simplemente suspiró mientras se alejaba. Rachely, herida en su orgullo, decidió que no dejaría que ese hombre tuviera la última palabra.
[...]
Horas después
Rachely estaba en su habitación, aún frustrada. Daniel Montenegro había logrado lo que pocas personas podían: hacerla sentir humillada. Pero no iba a permitir que eso quedara así.
—Este hombre necesita una lección... y yo voy a dársela —murmuró, mientras acariciaba a Bolty, ya planeando su próxima jugada.