Después de que sus padres se divorciaron, Talita y sus dos hermanos pequeños se quedaron a vivir con su madre. Sin embargo, esta situación no duró mucho. Talita y sus hermanos fueron echados nuevamente de la casa de su madre, quien prefería a su nuevo esposo y a su hijastra. Ni siquiera su padre biológico los aceptó. ¿A dónde deben ir Talita y sus hermanos? ¿Quién los cuidará, siendo tan pequeños? La respuesta está aquí. ¡Disfruta de la lectura!
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Capítulo 23
"¿Quiere decir que ellos también recibirán una herencia de mi exesposo?" preguntó la mujer al abogado.
"Sí, es correcto. Aquí dice que recibirán una herencia del señor Man."
"Pero, ellos no tienen ninguna relación con mi esposo."
"¿Esposo? Usted y el señor Man se divorciaron hace tiempo, señora Rahayu."
"Sí, pero,,"
"No hay peros. Por favor, siéntese si desea escuchar el testamento. Y por favor, váyase si no está de acuerdo con lo que voy a leer aquí."
Talita y Tania solo escuchaban lo que decía el abogado. Ellas no entendían nada de lo que estaba pasando.
El abogado, llamado Herman, procedió a leer el testamento que el difunto había dejado. De alguna manera, Talita y Tania terminaron involucradas en todo esto.
"Aquí dice que, el señor Man dejará todos sus negocios de alquiler a la señorita Talita."
"¿Qué? Eso es imposible. Ellas no son nadie para Sudirman. Yo tengo más derecho sobre ese alquiler." Dijo la exesposa del señor Man, furiosa.
Cómo no iba a estar furiosa, si ella ya tenía planes de aumentar el alquiler allí si ella tomaba el control del mismo.
Pero todo fue un sueño. En cambio, el alquiler de mil puertas fue heredado por una chica que no sabía de dónde venía.
"¿Podría callarse, señora Rahayu? Si interfiere, podemos sacarla de aquí." Dijo el abogado, que había sido leal desde que Sudirman era rico.
"Pero, ¿no está mi nombre allí?"
"Para Tania, el señor dejó una tienda para ti, que está en la calle cerca del mercado. Y también, la casa en la que ustedes viven actualmente."
Los ojos de Tania y Talita se abrieron de par en par. Cómo podrían recibir tanta herencia de un momento a otro.
"En cuanto a la casa del señor Sudirman, el difunto quiso que la casa se donara para convertirla en una fundación para huérfanos."
La ira de Rahayu creció, ya que la propiedad que había codiciado fue heredada por otros.
"Y aquí, hay una carta para la señorita Talita. El señor Sudirman alguna vez me dijo, si algo le sucediera, quería que yo entregara este sobre a usted. Léalo cuando esté en casa."
"Está bien, señor. Gracias."
Talita tomó la carta con manos temblorosas. Sentía que el sobre estaba muy grueso.
"Y para usted, Rahayu."
"Sí, estoy lista para recibir mi herencia."
"El difunto Sudirman dijo que te encargara pagar todas las deudas de dinero que una vez te llevaste."
"¿Qué?"
De repente, el cuerpo de la exesposa del difunto Sudirman se desplomó. Quería ganancia, pero terminó en pérdida. Qué trágico su destino.
"Señor, ¿qué hacemos con ella?" Preguntó Talita a Herman.
"Déjala así, pronto volverá en sí."
"Pero, aún no entendemos todo esto, señor."
"Estoy seguro, mi amigo no se equivocó al elegir esta vez. Ustedes son niños buenos. Espero que cumplan el testamento de mi amigo."
"Pero, aún somos jóvenes, señor." Dijo Tania.
"Algún día necesitarán ese dinero. Todavía tienen un largo futuro, ¿verdad?"
Talita y Tania finalmente se despidieron. Caminaron desorientadas, casi chocando contra una pared.
"Talita, Tania, ¿qué les pasa?"
"Tío Rian. Eh, sí. ¿Nos podría llevar, por favor?"
"Vamos entonces. Se olvidaron hasta de su tío que estaba esperando aquí."
"Lo siento, Talita. Te invitaremos a almorzar en casa luego."
"Está bien, entonces. Vamos."
Talita y Tania seguían absortas en sus pensamientos. Rian solo sacudió la cabeza al ver el comportamiento de las hermanas.
*****
Mientras tanto, Rahayu estaba furiosa al saber que no recibió nada de su exesposo.
"¡Qué desgraciado fuiste, Sudirman! Aún muerto sigues haciéndome sufrir. ¿Cómo pudiste no dejarme ni un centavo? ¿Ya no me amabas? ¡Ah!"
Rahayu parecía poseída. No era consciente de cuánto había herido a su exesposo. Solo pensaba en dinero. No reflexionaba sobre sus grandes errores.
"Señora,, "
"Eliminen a esas niñas malcriadas. Debo recuperar lo que es mío."
"Pero señora, si las eliminamos ahora, todos sospecharán. Solo la señora sería capaz de hacer algo así."
"Tienes razón. ¿Qué puedo hacer para que esas niñas me entreguen todo?"
Rahayu pensó intensamente, qué podría hacer con esas dos niñas pequeñas e inexpertas.
De repente, una sonrisa se dibujó en su rostro. La idea surgió en su mente. Seguramente, esta vez su plan tendría éxito.
