Un mundo donde los humanos son la raza más débil y hostigada por las demás... Hasta que el primer dios de su raza aparece llenando los corazones de esperanza.
¿Podrá nuestro protagonista ayudar a la humanidad? ¿Descubrirán la verdad?
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Capitulo I
Al momento de abrir mis ojos una mujer de cabellos oscuros me tomaba en sus brazos, a mi lado una niña sonriente de un gran tamaño se limitaba a observar con una sonrisa de oreja a oreja.
Al levantar mis brazos con dificultad no puedo evitar sonreír al ver mi cuerpo.
Un bebé.
Un tierno y lindo bebé.
Acabo de reencarnar, tal y como yo dije que pasaría, mi teoría era cierta al fin y al cabo.
No puedo evitar estar alegre.
—¿Qué pasa con él? ¿Por qué se está riendo?—. Pregunta preocupada aquella mujer.
— ¿Qué tiene de malo?—. Pregunta la niña.
Puedo sentir de una forma diferente este cuerpo ¿Qué tipo de mundo será? ¿Magia y espadas? ¿Guerra tecnológica? ¿Un rey demonio? ¿Viajes en el tiempo o debo luchar contra el culto de diablos?
En ese instante un sonido similar al de una cachetada resuena tras de mí, el dolor se apodera de mí lo que me hace gritar.
— Vamos, vamos bebé —. Mientras me golpea.
— Qué pasa mamá?—. Pregunta aquella niña alterada.
Al notar esto comienzo a llorar fuertemente, es lo que ellas quieren seguramente.
— Oh por fin—.
Mi trasero duele.
...
Soy el hermano menor de la familia, el nombre que se me otorgó es Ciel, no tengo apellido, al parecer aquí solo los nobles lo poseen.
Primer dato, hay nobleza y distinción social, soy de una familia de escasos recursos.
No me preocupa, en mi anterior vida no era muy diferente hasta mi adultez.
A mi edad de 4 años comienzo a notar muchas cosas de este mundo...
En especial sobre mi raza, soy un humano, lo cual debería ser bueno, en vez de reencarnar como un duende, una espada o una máquina expendedora realmente prefiero tener extremidades.
— Ciel, deja de mirar las nubes, presta atención —. La voz frente a mi llama mi atención.
Mi hermana mayor Maeva me está enseñando a hablar, entender el idioma humano.
Ella tiene 10 años de edad.
Ella es una buena hermana, ha estado encima de mí priorizando mi aprendizaje, me alegra tener esta ayuda apenas comenzar mi desafío.
Y también me canso.
...
Con cuatro años de edad puedo comunicarme casi sin problemas.
La puerta de casa se abre, tenemos visitas, un total de tres mujeres y cinco niños.
No es anormal que las visitas lleguen a esta casa, por lo general se juntan mujeres con otros niños.
¿Un círculo de amigos de mi edad? ¿Eso en qué me beneficia a mí? No tengo interés en socializar con niños, quiero información de este mundo.
Maeva se lleva bien con su amigo, un saludo y comienzan a charlar, mientras que por mi parte solo me alejo de ellos.
— Hola Ciel—. Me saluda.
No le devolveré el saludo, es el principio de una conversación y no voy a perder mi tiempo.
— ¡Ma, no habla!—. Exclama uno de los niños.
Me acerco a mi madre que se encuentra sentada en una silla para que acto seguido me tomé en sus brazos.
Me alegro, así podré escuchar la conversación.
— Ciel, ven a jugar con nosotros—. Dice una niña.
— ¿No vas a jugar con ellos?—. Pregunta mi madre.
—¡No!—. Exclamo con fuerza.
Mi madre me hace una mueca de desaprobación y me baja con las palabras "ve a jugar con ellos, no seas malo con tus amigos".
Que fastidio, no está saliendo como yo esperaba.
No puedo acudir a mi madre.
Plan B.
Mi hermana.
— No, ve a jugar con ellos—.
Una negativa repentina parece saber de mis intenciones.
Los niños me toman de la mano para llevarme a la fuerza, aunque intento evitarlo ellos tienen más fuerza que yo.
Esto se vuelve tedioso.
...
A mis 5 años de edad tengo mejor manejo del habla y de la comunicación, adelantado a lo que comúnmente pasa, ya que también sé leer parcialmente.
Mi madre y mi hermana suelen leerme un cuento antes de dormir, a cambio no molesto en las noches y les dejo dormir, de otra manera utilizo todos los medios para levantarlos.
Basta con repetir las palabras leídas desde el comienzo de la historia para poder entender lo que esas palabras significan, funciona bien, además si las separo en sílabas puedo reconocer su forma fonética.
Como dije, prácticas del lenguaje y literatura sirven en este mundo, matemática es algo que no cambiará no importa dónde.
Debo cumplir mi objetivo en este mundo, pero primero debo buscar cuál es exactamente.
...
A los 6 años de edad soy más unido a mi hermana y su amigo Han.
Ella a sus 12 años de edad parece tener cierto interés en su amigo un año mayor que él.
Me gane su confianza y pude por primera vez con ayuda de mi hermana convencer a mi madre para poder salir con ellos.
Aunque mi madre insistía sobre mi edad, Han le dijo que dado a mi personalidad tranquila él cuidaría de mi junto con Maeva, momento en que mi hermana estuvo de acuerdo también.
Encontramos un gran árbol para luego observarlo.
—¿Deberíamos trepar?—. Pregunta Han mientras observa a Maeva.
—Buena idea—. Declaro de inmediato.
—Eres muy pequeño—.
— No digas eso, es un hombrecito ¿Quieres trepar pequeño Ciel?—.
— Si quiero—.
— Han...—.
— No me mires así, no va a llegar muy lejos—.
— ¿Y si se cae?—.
— No me caigo—.
— ¿Escuchaste? No se cae—.
— ¡Han!—.
— No me caigo—.
— Si te caeras—.
La charla no parece estar llegando a nada, pero si hago estás cosas me ganaré la confianza de Han, lo que me posibilitará varias cosas como salir.
Él es quien se ganó la confianza de mi madre y mi hermana, aunque por un motivo diferente.
— ¿Qué te parece esto? Primero será Mae, luego iré yo y para el final el pequeño Ciel, si pasa algo lo atrapamos y ya, no irá muy lejos—. Declara Han mientras levanta brazos en señal de despreocupación.
—... Bien—.
Mi hermana consigue subir unos pocos centímetros para luego bajar y mostrar su cansancio.
— Buen intento ¿Difícil no?—.
— Si fuera un elfo—.
— Ey, no digas esas cosas, incluso si no hay nadie—.
— ¿¡Existen!?—. Exclamo en sorpresa.
— ¿No lo sabías? Pero si te leen historias—. Responde Han.
Creía que eran cuentos de hadas, esas historias hablan muy bien de los elfos, que son héroes y nobles, demasiado bien.
Creí que una tontería así debería ser ficticia.
— ¡Entonces pueden usar magia!—.
— Shh, Ciel, no grites esas cosas—. Dice Maeva mientras tapa su boca con su dedo índice.
— Los humanos son los únicos que no pueden usar magia... La única raza incapaz...—. Comenta Han mientras su cara parece entristecerse.
—¿Qué?... No... No puede ser...—.
— Es una desgracias... Pero es así—. Responde Han.
Mi objetivo... Renacer en este mundo... Mi desafío... Sin magia.
Debe ser un error, debe de estar equivocado.
— Tengo una misión en este mundo y no voy a perder las esperanzas por las palabras del no novio de mi hermana, debo encontrar otra manera de proceder y obtener poder o sino-
— ¿Qué tanto balbuceas?—. Pregunta Maeva intentando entender lo que digo.
— ¿No vas a escalar Ciel?—.