✨ EL DESEO POR RYLER Y LOS LOBOS ALFA ✨
"Cuando el deseo traspasa las barreras de la predestinación, no hay escapatoria. Aunque intentes resistirte, aunque el destino te obligue a huir, terminas cayendo... en sus brazos, en su poder, en su amor o en su condena."
"Soy Ryler Vaspieris, y así fue como conocí a los lobos Alfa.
Draven, Josh y Cauis... mis tesoros o mis verdugos."
🔥 Un amor prohibido, tres almas marcadas y un destino imposible de evitar.
🐺 ¿Hasta dónde llegarías por un deseo que lo consume todo?
➡️ ¿Te atreves a entrar en su mundo?
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Cap 22. La marca.
El Instinto del Lobo
Pov Josh
El aire se volvió denso cuando los guardias me rodearon. Los pasos de mi padre alejándose con mi mujer y mis cachorros retumbaban en mis oídos como un tambor de guerra.
Apreté los puños mientras mis instintos rugían por liberarse. Ella es mía, pero él la llevaba como si le perteneciera.
—¡Suéltame! —rugí, intentando apartar a los guardias, pero me sujetaron con fuerza.
La furia ardía bajo mi piel. Rav se agitaba, ansioso por emerger. No nos importó que estuviéramos en medio de la ciudad; nada importaría salvo Ryler, “mi Chiquita”.
Uno de los guardias intentó esposarme; un rugido profundo escapó de mi garganta. Mi visión se nubló mientras el calor de la transformación se extendía por mis venas. Rav rompió la barrera entre el humano y la bestia, y en segundos mi cuerpo se desató.
Mis huesos crujieron, mis músculos se expandieron, y el lobo gigante emergió.
Los guardias retrocedieron aterrorizados.
Soy un lobo Alfa, y ellos solo son soldados.
Embisto a uno, lanzándolo contra la pared. Otros dos intentan detenerme, pero sus esfuerzos son inútiles contra Rav. Mi rugido es feroz, lleno de furia y fuerza primitiva.
Ezra irrumpe en la habitación. Su presencia dominante calma momentáneamente a los guardias que aún permanecen en pie. Con una mirada firme, levantó las manos en señal de paz.
—Es suficiente, Josh. Rav, cálmate.
Aunque el rugido seguía vibrando en mi pecho, me detengo. Rav permanece al acecho.
—¿Dónde la llevó? —gruño, con voz gruesa por la furia contenida.
—A la manada. Ella es su compañera —respondió Ezra.
—¡No! ¡Ella es mía! —bramo con una certeza que retumba en mi interior.
No hay tiempo para más palabras. Rav retrocede y me transformo nuevamente en humano.
Me visto y salgo corriendo, sin mirar atrás. El instinto me guiará. Cada célula de mi cuerpo grita por encontrarla.
La desesperación me consume mientras busco cómo llegar a la manada. Estámos a tres horas en avión de Eclipse Salvaje.
Recorro la ciudad y me valgo de algunos amigos humanos con poder y dinero. Conseguí un helicóptero privado para llegar a Eclipse Salvaje, aunque tardo más de lo que debería.
Puedo sentirla, aunque este a kilómetros de distancia. Su terror, su dolor... cada latido de su corazón es una llamada desesperada.
—Resiste, Chiquita, voy por ti —susurro entre dientes.
El vuelo es un borrón de ansiedad y furia contenida. Cuando aterrizamos, no pierdo tiempo y voy de inmediato a Eclipse Salvaje.
Soy el hijo del Alfa; mi sangre me otorga el derecho de ingresar sin ser detenido.
Ingreso rápidamente a las calles de Eclipse Salvaje y corro a la mansión principal del Alfa Supremo.
Los recuerdos se arremolinaban en mi mente. No había estado aquí en años, pero ahora lo único que importa es Ryler y mis cachorros.
Una habitación nueva, diseñada para el alfa y su compañera, la diviso al fondo del pasillo. Su aroma impregna el aire.
Corro hacia la puerta, pero la seguridad es grande. Rav emerge nuevamente, fuerte y decidido. Mi cuerpo se transforma mientras avanzo con pasos firmes.
Rompo la puerta con un solo golpe, y los fragmentos de madera vuelan en todas direcciones.
Dentro, Draven ya se ha transformado en Vince, su lobo Alfa. Ambos estámos enceguecidos por el instinto.
Sus colmillos brotan al igual que los míos, listos para atacar nuestros cuellos.
Pero en un destello, la veo.
Mi Chiquita hermosa, mi Ryler, desnuda, vulnerable, tirada en la cama, dormida.
Un gruñido feroz escapa de mis labios.
—¡La tomaste por la fuerza! —grito con rabia.
Vince rugue en respuesta.
—Es mía —su voz es más ronca y dominante que nunca. Su lobo se prepara para defender lo que cree es suyo, pero yo no voy a retroceder.
Ryler es mi mujer, mi esposa, y mi compañera. Y Estoy dispuesto a luchar a muerte por ella.
Nos abalanzamos uno contra el otro, dos fuerzas de la naturaleza chocando en un enfrentamiento épico. Cada golpe, cada embestida, sacude la habitación mientras el eco de la batalla resuena por toda la casa.
Ryler se mueve débilmente en la cama, y no sé en qué momento ni cómo, esta de pie llorando en medio de nosotros, pidiendo que nos detengamos.
—¡Ya! —sollozó.
Inmediatamente, me detuve. No me arriesgaré a lastimarla a mi cachorro, el que lleva en su vientre.
Vince hace lo mismo, aunque aprovechó mi distracción y llamó a sus guardias mentalmente.
Me calmo de inmediato y me transformo nuevamente en humano.
Camino hacia ella y reviso su cuerpo desnudo, asegurándome de que no este lastimada.
—¿Estás bien, Chiquita? ¿Te lastimó? —Ella solo llora y no responde.
Mi furia crece nuevamente cuando noto otra marca en su cuello, idéntica a la mía.
—¡No solo tuviste que violarla, también la marcaste, padre! ¡Ella es mía! —Draven ya esta en su forma humana; Vince se ha calmado, al igual que yo.
—Es mía, mi compañera. Solo la he reclamado —me responde firmemente Draven.
—¿Y mis hijos? ¿Dónde están mis cachorros? —pregunto molesto, a punto de dejar brotar a Rav, más fuerte y decidido que nunca.
—Son míos, mis cachorros. ¿Acaso no pudiste oler mi sangre Alfa en ellos?
—¡Mierda! —Draven tiene razón. Mi maldita pesadilla se estaba haciendo realidad, pero no por eso voy a desistir. Ella es mía.
—Y el cachorro que lleva en su vientre también es tuyo, padre. Ya te lo dije: vine por mis cachorros y mi mujer, y me los llevaré quieras o no.
Le puse una manta grande sobre su cuerpo. Debo hallar a mis cachorros y salir de allí. Pero Draven niega, y en este momento despliegan un grupo de guardias que me retienen contra mi voluntad.
Draven aprovechó la oportunidad, toma a mi Ryler en sus brazos y la sostiene fuerte mientras ella forcejea para venir a mi lado.
—Ezra, enciérralo en los calabozos. Uno de alta seguridad. No olviden que Rav también es un Alfa.
Ezra se acerca a mí, me mira fijo y antes de proceder dice con ojos de lástima:
—Lo siento, Josh.
Inyecta una jeringa en mi cuello, y todo se volvió negro.
Cuando despierto, la luz se filtra entre los orificios de la oscuridad.
Todo da vueltas, pero me obligo a abrir los ojos. Inmediatamente recuerdo. Ya ha amanecido, o quizás a pasado más tiempo.
Estoy en un calabozo de alta seguridad. Los barrotes estan rodeados por plata y un líquido debilitante para lobos y seres mágicos.
Reaccióno al escuchar sus gritos.
—¡Déjenme verlo! ¡Josh! ¡Amor! ¡Quiero entrar! —Ryler grita fuerte, y puedo escuchar a Ezra junto a ella.
—Señorita Vesperis, por favor, no debería estar aquí...
—¡No! ¡Quiero verlo! ¡Llévame, Ezra! —solloza desesperada.
Segundos después, oigo pasos. Ellos entran. Ryler me ve y se abalanza sobre las rejas.
—Josh, mi amor, ¿estás bien? —dice llorando.
—Chiquita, por favor, muévete. Le harás daño a mi cachorro —le pedo, pero ella esta desesperada.
Ezra la mira y abre la puerta para que pase. Me abraza fuerte.
Verla llorar me parte el alma, pero es peor notar la maldita marca de mi padre en su cuello. Ahora lleva dos marcas: la suya y la mía.
—Llamé a Cauis, amor. Me dijo que vendría pronto. Él nos ayudará —me susurra mientras la cargo en mis brazos y la abrazo fuerte.
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a la fuerzas