La Loba Y El Dragón

Leo era un gran ayudante de cocina, se la pasaba en todo momento dispuesto a ayudar a alcanzar las cosas y juntos cocinábamos diferentes platos sin que él corriese ninguna clase de peligro, sabía perfectamente que no podía acercarse a las cocinas, así que se mantenía sentado en una silla cerca de la gran isla de manera que cuando requería de sus servicios él ya estaba listo. También traía a veces sus libros para colorear o algunos juguetes con los que pasaba horas disfrutando de diversas aventuras qué imaginaba, en el fondo me hacía acordar a Niz, esa inocencia y al mismo tiempo ese carisma. Nunca más volvimos a hablar de su niñera, creo que no es necesario decir que le termino de ocurrir y Violeta (la madre de Leo) siempre llegaba a las 9 de la noche y se quedaba hasta que servíamos la comida con nosotros.

Obviamente, Rumi contó lo sucedido, así que encima que me reto Nana, también recibí un furioso pero no tanto de Yori, aunque la que me sorprendió fue Niz cuando me dijo que ella comprendía perfectamente por qué lo había hecho y que en mi lugar no hubiese esperado tanto para reaccionar. Esa respuesta hizo que Nana nos obligará a limpiar toda la casa, aunque después de ver que tardábamos mucho prefirió seguir ella.

El único al que no había vuelto a ver desde el incidente fue a Neo, ya que su padre y hermano si entraban y salían de la casa, pero él había desaparecido o quizás sentía tanta vergüenza por sus acciones que prefería no aparecer.

Se suponía que la licencia por embarazo era de 3 meses, pero ya llevábamos casi 6 trabajando en esta mansión, sé que algo estaba pasando, puesto que Rumi de un día para el otro había cambiado su semblante relajado a uno más frío y serio, pero jamás me diría que era. Si se preguntan como pasamos nuestro cumpleaños pues la verdad mejor de lo que habría pensado, Niz dio lo mejor de ella por todo el esfuerzo que había hecho Nana para tener todos los platos que ella amaba. Así que aunque no fue feliz completamente tampoco desperdicio el esfuerzo de los demás y el mío fue como todos los años a excepción de la falta evidente de mis padres, pero tanto para el mío como para el de Niz, la presencia de Nana, Rumi y Yoriko era más que suficiente.

Ese día terminamos como siempre, pero había un ambiente un poco tenso, no sabía cuáles eran los motivos, pero si era raro todo lo que estaba ocurriendo. Cuando llegamos con Rumi a mi casa me sorprendió que todas las luces estuviesen prendidas, pero no le di demasiada importancia.

Nana, Niz ya llegué- era mi saludo normal de todos los días, lo que no fue normal es que nadie viniese a recibirme o que Nana no me gritara desde la cocina.

Ingrese con cautela y no pude encontrar a nadie, iba a subir a las habitaciones, cuando de repente algo dentro de mí se prendió y me regrese a la cocina por una cuchilla, mierda mis nuevas armas estaban todas en mi pieza. Nota mental dejar armas escondidas por toda la casa.

Subí con mucha cautela, el cuarto de Nana, de Yoriko y el mío estaban vacíos, las manos me sudaban y el corazón me latía tan rápido que sentía que en cualquier momento me desmayaría. Baje el picaporte y allí estaban, ambas durmiendo sobre la cama, lance un suspiro y dejé salir todo el aire que estaba conteniendo. Grave error, no mire detalladamente la habitación, no me percate de que algo andaba muy mal hasta que fue demasiado tarde y sentí el golpe en la nuca.

Bienvenida a casa loba- fue lo que escuche antes de entregarme a los brazos de Morfeo.

Desperté en un lugar húmedo, quizás una celda no podía distinguir nada por la oscuridad que me rodea, intente moverme y fue ahí cuando note que estaba encadenada a la pared, arrodillada en el piso con los brazos extendidos hacia arriba. Se ve que dormida me había movido por qué tenía un dolor en las muñecas insoportable. Quise gritar, pero el sonido ronco que salió de mi boca no se asemejaba a nada igual que hubiese escuchado, tenía la garganta tan seca que si lo intentaba de nuevo de seguro la lastimaría.

Por un segundo deje que las imágenes del día anterior pasaran por mi mente, Nana y Niz en la cama durmiendo, que mierda había pasado por alto, de pronto el miedo de no saber como estaban ellas se apoderó de mi y, a pesar del dolor por la mala postura, comencé a moverme con todo lo que mis energías me permitían.

El sonido de las cadenas se ve que atrajo a alguien, porque no pase mucho tiempo moviéndome cuando escuche pasos del otro lado de los muros, de pronto una puerta que había frente a mí se abrió, la luz que entraba me obligó a cerrar los ojos de golpe.

Veo que despertaste, de haber sabido quien eras antes. Que idiota fui- podía notar como bajaba enojo de su voz.

¿dónde están?- pregunte como pude. No necesitaba decirle de quien estaba hablando.

Tranquila, ellas están bien, al igual que el traidor de tu jefe y su amante- con esas palabras mi cuerpo volvió a caer duro contra el piso.

Este maldito no solo tenía a mi hermana y a Nana, sino también a Rumi y a Yoriko. Quería llorar juro que de haber podido hubiese llorado con fuerza, era mi culpa, por mi maldita culpa los habían agarrado a todos.

Levante mi vista y no me sorprendí de ver a Neo parado frente a mí, si bien no había reconocido su voz, si suponía que no podría ser nadie más.

Tranquila, si lo que te preocupa es si viven, aún lo hacen todos, aunque siendo sincero deberías preocuparte mucho más por tu vida que por la de los demás. En un rato vendrán a cambiarte, tendremos un duelo y si consigues vencerme quizás, solo quizás, reconsidere no matar a nadie- la sonrisa cínica que formó en su rostro me daba rabia -¿entendiste?- solamente asentí, aunque para mis adentros el miedo comenzaba a extenderse en mí.

Cuando se fue, me permití pensar en todo, no sé cuanto tiempo había pasado desde que me había traído hasta aquí, sentía hambre y mucha sed, aparte del dolor muscular que tenía por la mala postura en la que estaba. Era obvio que no me encontraba al 100% para pelear, él sabía que tenía ventaja sobre mí y al parecer lo disfrutaba. Maldito cobarde, si tanto quería saber si era mejor que yo lo justo sería pelear en igualdad de condiciones, pero se ve que él sabía que no tenía posibilidades de ganar.