✨ EL DESEO POR RYLER Y LOS LOBOS ALFA ✨
"Cuando el deseo traspasa las barreras de la predestinación, no hay escapatoria. Aunque intentes resistirte, aunque el destino te obligue a huir, terminas cayendo... en sus brazos, en su poder, en su amor o en su condena."
"Soy Ryler Vaspieris, y así fue como conocí a los lobos Alfa.
Draven, Josh y Cauis... mis tesoros o mis verdugos."
🔥 Un amor prohibido, tres almas marcadas y un destino imposible de evitar.
🐺 ¿Hasta dónde llegarías por un deseo que lo consume todo?
➡️ ¿Te atreves a entrar en su mundo?
NovelToon tiene autorización de LUZ A FEDER para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Cap 9. Mi Deseo.
Vencido.
POV Draven
¡Maldita sea mi suerte!
No importa cuánto lo intente, ni cuántas veces me repita a mí mismo que debo mantenerme firme... ¡no puedo!
Evitar esta tentación andante que ha invadido cada rincón de mi vida es imposible. Ella, con su risa brillante resonando por los pasillos, con su presencia vibrante y desbordante de vida, se ha convertido en mi infierno personal.
Cuando se reúne con sus amigos, especialmente con ese muchachito insolente, el fuego del celo me devora por dentro.
Muero cada vez que veo cómo la abraza, cómo la toca, cómo ella le sonríe sin reservas. "Quisiera ser yo." Quisiera ser yo quien la bese, quien acaricie su piel suave y la haga sonreír solo para mí. "Pero no puedo."
Soy Draven Thornfire, el Alfa Supremo, y debo ser el ejemplo a seguir.
Tengo responsabilidades y una posición que defender. Debo recordar que ella aún es joven, que debo ser fuerte y contener este deseo que me quema.
Ella insiste en demostrarme que ya no es una niña, desafiándome con cada palabra, cada mirada cargada de intención. ¡Y, maldita sea!, creo cada una de sus afirmaciones.
Es una mujer, pero yo... soy un hombre endurecido por los años, quebrado por responsabilidades, cubierto de frialdad y cargado de amargura.
Donde ella trae luz, yo llevo sombras. Donde ella ríe, yo gruño. Pero debo esperar. La diosa me recompensará por todos estos años de sufrimiento y disciplina.
Sin embargo, toda mi resolución se desploma cuando la escucho.
Sus pasos ligeros se acercan por el pasillo, y aunque todavía no la veo, mi cuerpo ya reacciona. Sé que es ella; lo siento en el aire. Cuando finalmente aparece, el control que tanto me ha costado construir se resquebraja.
—¿A dónde crees que vas vestida así? —le reclamo de inmediato.
Trae puesto un vestido azul intenso, ajustado y corto. Lo peor es que resalta sus caderas... sus caderas de mujer.
—A una fiesta —me responde de manera insolente, como toda ella.
Niego. —No con ese vestido —doy un paso más hacia ella. Vince está enloquecido, y sus hormonas brotan como si fuese un cortejo y no una discusión.
—No eres mi dueño, Draven. No tienes derecho a decirme qué ponerme ni a dónde ir. —aunque su rostro se enrojece por las hormonas, aún discute. Ella es fuego, y su voluntad es de acero.
—No me provoques, Ryler. No tienes idea de lo que haces. —le advierto, pues en este instante tengo ganas de mandar todo al diablo y devorar su cuerpo como lo he soñado tanto tiempo.
—¿Qué te importa a ti lo que haga? —me responde aún peor, pero ya es tarde. Mi descontrol ha comenzado.
La tomo fuerte del antebrazo y la llevo de vuelta a su habitación.
—¡Suéltame! Déjame ir —me grita y forcejea.
—No hasta que entiendas algo —le susurro cerca de su oído—. No voy a dejar que te expongas de esa manera.
La obligo a entrar y cierro la puerta tras nosotros. Esta será su última oportunidad o todo estará perdido.
—Esto no es tu decisión, Draven —repite—. No eres nadie para encerrarme.
—Soy el Alfa, Ryler. Protegerte es mi responsabilidad, aunque no te guste.
—No necesito que me protejas —está roja de ira, o quizá de deseo. Vince en ningún momento ha dejado de expulsar su testosterona—. Y definitivamente no necesito que me encierres.
—Entonces demuéstramelo —exclamo, queriendo conseguir algo que ni siquiera sé.
—¿Demuestrame que ya no eres una niña? Hazlo —la reto, mis palabras cargadas de deseo y desafío.
Ella no vacila. Sus ojos me sostienen con una mezcla de furia y algo más profundo, algo que alimenta el fuego que ya arde en mí.
—No tengo que demostrarte nada, Draven, pero tampoco voy a huir.
Ese es el último clavo en el ataúd de mi control.
El silencio que se forma entre nosotros no es vacío, está cargado de promesas no dichas y deseos contenidos.
Mis manos todavía descansan en sus brazos, sosteniéndola, sintiendo la calidez de su piel incluso a través de la tela fina que la cubre. Ella no retrocede, no flaquea, solo me observa con esa mezcla de desafío y vulnerabilidad que me desarma.
—No soy una niña, Draven —repite en un susurro tembloroso, pero firme.
Sus palabras atraviesan la última barrera de mi resistencia. No hay marcha atrás. Todo en mí grita que debería detenerme, ser el hombre responsable, el líder fuerte que esta manada necesita.
Pero aquí, en esta habitación, no soy nada de eso. Solo soy un hombre que la desea con una intensidad devastadora.
Termino la distancia que nos separa con un beso voraz. La tomo fuerte de la cintura, pegándola a mí. Ella no se resiste; me corresponde como si esto no fuese solo mío, sino de ambos.
Doy pequeños pasos mientras sigo besando sus labios, su cuello, su clavícula, hasta llegar a la cama. Mis movimientos son cuidadosos, aunque cada fibra de mi ser clama por tomarla sin piedad.
Ella no protesta, no se aleja. Sus manos ascienden por mi pecho, sus dedos deslizándose sobre la piel tensa, encendiendo cada nervio a su paso.
Mis besos bajan hasta sus pechos, y con lentitud retiro las tiras de su vestido, dejando al descubierto sus hermosos picos, de tono claro, con pequeñas aureolas rosadas. Mi boca se seca de necesidad. Pero antes de continuar, confirmo:
—Dime que quieres esto, bruja. Dime que lo deseas tanto como yo.
Sonrío al ver su rostro afirmarlo.
—Dilo, bruja. Dilo. Quiero oírlo —exijo, y sus palabras son todo lo que necesito para devorar su cuerpo como si fuese el manjar más exquisito.
—Lo quiero, Draven… Lo deseo…
Mi boca busca sus picos y los mordisquea suavemente. Con deseo, mis manos se deslizan por su cuerpo mientras mis garras desgarran su vestido, dejándola solo en bragas.
Mis besos bajan por su abdomen hasta su centro. La miro nuevamente, y cuando asiente, retiro su prenda.
Su flor es hermosa, regordeta y provocativa. Mi boca se hace agua, y no resisto la tentación de lamer cada pliegue y milímetro de su piel.
Sonrío al escuchar sus gemidos únicos y exquisitos. Me despojo de mi camisa y zapatos mientras devoro su interior, excitado por la sinfonía de sonidos que emite.
—Mmm… Oh, Draven… siento… ¡Ahh! —Su cuerpo tiembla mientras un chorro de líquido fluye de su interior, y lo devoro como la más exquisita miel.
Aún jadeante, su pecho sube y baja mientras sonríe, liberada por la explosión de placer. Pero mi deseo no ha terminado.
Rápidamente me despojo de mis pantalones e interiores, quedando completamente desnudo ante ella. Sus ojos curiosos recorren mi cuerpo, deteniéndose especialmente en mi erección mientras me acomodo entre sus piernas.
—Draven… —susurra, su voz aún cargada de deseo.
—Mmm… —respondo, consumido por el fuego que me arde por dentro, una mezcla perfecta de Vince y yo.
—Sé gentil… Yo soy… —No la dejo terminar.
—Shhh… tranquila, bruja. Haré que lo disfrutes —le susurro mientras tomo mi miembro y lo guío a su centro.
Lo restriego lentamente entre sus mieles antes de ingresar en ella con cuidado, sintiendo cómo su cuerpo me recibe.
...⋆⋆⋆✾ ⋆✪⋆ ✾ ⋆⋆⋆...
a la fuerzas