En un tranquilo pueblo rodeado de montañas, Martín, un chico alto y reservado, siempre ha creído que su altura lo separa del mundo que lo rodea. Sofía, en cambio, pequeña pero llena de energía, ve el mundo desde una perspectiva completamente diferente. Un inesperado encuentro entre ellos hará que dos mundos opuestos se entrelacen de formas que ninguno imagina. Lo que comienza como un simple gesto de ayuda, pronto desatará emociones que pondrán a prueba sus propios límites. ¿Hasta dónde pueden llegar dos personas que ven la vida desde alturas tan distintas?
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Capítulo 2: Dos mundos, una conexión
Después de aquel primer encuentro en la plaza, Martín y Sofía comenzaron a encontrarse con más frecuencia. Lo que había comenzado como una mera casualidad se transformó en un vínculo que ambos sentían, aunque de formas distintas.
Martín seguía con su rutina diaria, pero ahora su mente solía vagar hacia el pensamiento de Sofía. En su mundo tranquilo y reservado, ella se convirtió en un elemento nuevo, inesperado. Aunque prefería pasar su tiempo arreglando bicicletas o leyendo en silencio, no podía evitar sentirse intrigado por la energía que Sofía irradiaba.
Sofía, por su parte, disfrutaba cada vez más de esos momentos de conversación con Martín. Era fascinante para ella cómo alguien tan diferente en apariencia podía ser tan similar en algunas formas de ver la vida. Mientras preparaba las decoraciones para la fiesta del pueblo, pensaba en cómo la presencia de Martín había traído un cambio sutil pero significativo en su rutina.
Una tarde, se encontraron en un pequeño café local, uno de esos lugares que parecía tener más carácter que espacio. Martín llegó con un libro bajo el brazo, mientras que Sofía traía consigo una bolsa llena de material de manualidades. Se saludaron con una sonrisa, ambos conscientes de que su conexión estaba creciendo más allá de un simple encuentro fortuito.
— Me alegra verte de nuevo —dijo Sofía, tomando asiento en una mesa junto a la ventana.
— A mí también —respondió Martín, sentándose frente a ella y abriendo el libro en la mesa.
El café tenía un aire acogedor, con muebles de madera y paredes adornadas con fotos antiguas. Mientras charlaban, la conversación giró en torno a sus vidas, revelando las diferencias y similitudes entre ellos.
Martín habló de su amor por la mecánica y cómo, a pesar de su altura, siempre se había sentido más cómodo en el taller que en cualquier otra parte del mundo. Compartió historias sobre cómo la gente a menudo lo miraba con curiosidad, como si su altura fuera un misterio que todos quisieran resolver.
Sofía, por otro lado, relató cómo su pequeña estatura le había dado una perspectiva única de la vida. Aunque su tamaño a veces era un inconveniente, lo usaba como una ventaja para ver detalles que otros pasaban por alto. Su pasión por la decoración y el diseño era una forma de expresar su energía y creatividad.
Mientras se sumergían en sus historias, se dieron cuenta de que, a pesar de sus diferencias, había una conexión profunda. Martín escuchaba atentamente, fascinado por la forma en que Sofía veía el mundo, y Sofía, a su vez, se sentía comprendida en una manera que nunca había experimentado antes.
A medida que avanzaba la conversación, ambos comenzaron a sentir una especie de entendimiento tácito, un reconocimiento de sus mundos opuestos y cómo, a pesar de todo, había un puente entre ellos. Martín encontró en Sofía una forma de ver la vida desde una perspectiva más vibrante, mientras que Sofía descubría en Martín una serenidad y profundidad que la inspiraban.
Cuando se despidieron esa tarde, hubo una ligera sensación de familiaridad en el aire. Aunque todavía estaban explorando su conexión, sabían que había algo especial en lo que compartían. El café que había sido testigo de su conversación ahora parecía un lugar simbólico, un punto de encuentro donde dos mundos distintos habían comenzado a entrelazarse.
Con cada encuentro, Martín y Sofía iban descubriendo más sobre ellos mismos y el uno del otro, haciendo que su vínculo fuera cada vez más fuerte. Lo que había comenzado como un simple acto de ayuda en la plaza estaba floreciendo en algo que ambos empezaban a comprender como significativo, aunque aún no podían prever a dónde los llevaría.
"Puente de Mundos"
En el vasto mar de mundos paralelos,
donde tus cielos no tocaban los míos,
nos encontramos en un rincón oculto,
donde la distancia se desdibujó en susurros.
Tus paisajes eran de horizontes lejanos,
donde la luna parecía un faro distante,
mientras mis días danzaban en colores cálidos,
y el sol brillaba en mi cielo constante.
Nuestros mundos eran notas en una melodía,
dos ritmos que nunca se habían cruzado,
pero en un momento, las notas se encontraron,
y el eco de nuestras almas se entrelazó.
En el cruce de caminos tan dispares,
hallamos un puente hecho de sueños,
y lo que antes era separado por millas,
se fundió en un abrazo eterno y sincero.
Las diferencias se tornaron en colores nuevos,
pintando paisajes en un lienzo compartido,
y en la unión de nuestros mundos opuestos,
descubrimos un amor profundo y decidido.