Oscar Cooper, un talentoso luchador de UFC, se encuentra en fuga tras un violento altercado con su ex representante que lo ha dejado marcado como un fugitivo. Con documentos falsos en mano, escapa a una nueva ciudad con su actual representante donde espera encontrar refugio. Sin embargo, su vida da un giro inesperado cuando conoce a una chica que le roba el aliento y rápidamente se enamora de ella. Pero la felicidad se ve amenazada cuando descubre que ella está atrapada en un gran problema. Sin pensarlo dos veces, Oscar se lanzará a la batalla no solo por su amor, sino también por su libertad, dispuesto a arriesgarlo todo para protegerla.
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Cap 10: La Búsqueda de Redención
Tarde del lunes:
Brown se dirigía a la casa de Miranda en su camioneta, acompañado de su hombre más fiel, Jhon Bell. La camioneta negra brillaba bajo la luz del sol, como si reflejara la determinación de su conductor.
Al llegar, Brown se detuvo y se bajó, quedándose parado un momento, observando la casa de Miranda. El sol reflejaba sus anteojos oscuros, ocultando sus intenciones tras una capa de misterio.
—Espérame aquí —dijo Brown con voz firme, dirigiéndose a Jhon, quien asintió sin protestar.
Brown se sacó los anteojos de sol y avanzó hacia la puerta sin dudarlo. No tocó; en cambio, extrajo una llave réplica que había hecho para estas ocasiónes. Con un giro preciso, desbloqueó la puerta y entró con sigilo.
El interior olía a café recién hecho y algo más sutil que no pudo identificar. Con cada paso que daba, las sombras parecían alargarse a su alrededor, como si la casa misma estuviera consciente de su presencia.
Brown caminó hacia la cocina y vio a Miranda sentada, absorta en su taza de café. Al instante, ella se percató de su presencia, un escalofrío recorrió su espalda. Un miedo profundo e incomodidad surgieron en su interior, como un eco en una habitación vacía.
Dejó su café sobre la mesa con un temblor apenas perceptible y se levantó de la silla, tratando de mantener la calma.
—¿Qué haces aquí? —preguntó, intentando ocultar su inquietud tras un tono desafiante.
—¿Qué? ¿Acaso no puedo venir a ver a mi princesa? —respondió Brown con una sonrisa torcida—. O acaso esperabas a alguien más?
Se acercó a ella con pasos seguros, el aire entre ellos cargado de tensión. Con un movimiento inesperado, comenzó a tocarla indebidamente, sus manos explorando el espacio personal que ella intentaba proteger. Luego, se inclinó y besó suavemente su cuello, haciendo que un escalofrío le recorriera el cuerpo a Miranda.
—¿Por qué no vienes conmigo? —susurró Brown en un tono persuasivo—. Si lo haces, ya no tendrás que trabajar; solo descansarás.
Miranda sintió que su corazón latía con fuerza mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas para rechazarlo. La presión de su cercanía era abrumadora.
—¡Por favor, basta! —exclamó Miranda, apartando el rostro de Brown, sintiendo cómo la incomodidad se transformaba en indignación.
—¿Por qué te comportas así? ¿Acaso prefieres a Oscar Cooper? —replicó Brown, su voz cargada de molestia—. Seguramente ya te metiste con él.
Las palabras de Brown hicieron que la rabia brotara en Miranda.
—¿Cómo te atreves? —dijo, los ojos brillando con desdén—. Yo y Oscar solo somos amigos. Nos llevamos muy bien; él me entiende y no intenta llevarme a la fuerza.
Brown frunció el ceño, incrédulo.
—¿Pero qué estás diciendo? ¿Acaso te estás escuchando? —su tono era cortante—. Oscar es más salvaje de lo que te puedes imaginar. Es un asesino. ¿Prefieres a un asesino como tu héroe? ¿Eh?
Miranda sintió que su corazón latía con fuerza; las palabras de Brown resonaban en su mente como un eco inquietante. La furia y el miedo se entrelazaban dentro de ella, mientras trataba de encontrar la manera de defender lo que sentía por Oscar sin dejar que Brown la intimidara.
—¡Basta! Él no es un asesino —dijo Miranda, defendiendo con fervor a Oscar, sintiendo que cada palabra era una barrera contra las acusaciones de Brown.
—¿Y lo defiendes? —replicó Brown, su voz cargada de desprecio—. Él es un asesino. Seguramente no te contó toda su historia: mató a su exrepresentante.
Las palabras de Brown llovieron sobre ella como un torrente, cada frase diseñada para desestabilizarla.
—Golpe tras golpe en la cara de su exrepresentante... La sangre escurriendo por sus manos... Dime, ¿eso no es lo más salvaje que existe?
Miranda desvió la mirada hacia otro lado, cerrando los ojos con fuerza mientras una imagen vívida se formaba en su mente: el rostro ensangrentado, el grito ahogado. Un escalofrío recorrió su espalda.
—Por favor... ya basta —murmuró, sintiendo que sus defensas se debilitaban ante el impacto emocional de las palabras de Brown.
La lucha interna se intensificaba; quería creer en lo bueno de Oscar, pero las imágenes que había conjurado comenzaban a hacer mella en su fe.
—Será mejor que te olvides de Oscar. Nos visitó esta mañana... Ahora que sabe que nosotros sabemos que es un fugitivo, seguramente ya no aparecerá por aquí —dijo Brown, su mirada fija en Miranda, como si intentara clavarle cada palabra—. Él tiene que elegir entre salvarse a sí mismo o a ti. El bastardo probablemente ya no volverá por ti.
Miranda sintió cómo una ola de sorpresa la invadía al escuchar las palabras de Brown.
—Oscar no es mala persona... No lo aparenta —respondió, su voz temblando ligeramente, pero con una chispa de esperanza brillando en sus ojos. Era como si cada palabra fuera un intento desesperado por aferrarse a lo que creía.
Brown se acercó a ella, invadiendo su espacio personal con una intensidad inquietante.
—Escucha, aunque no quieras, vas a ser mía —le dijo, su aliento cálido y amenazante casi rozando su rostro.
Miranda, sintiendo una oleada de incomodidad, le dio un pequeño empujón.
—¡Aléjate de mí! —exclamó, su voz temblando entre la indignación y el miedo.
El rostro de Brown se tornó oscuro por la ira al sentir que ella se resistía. Con un movimiento brusco, la empujó con más fuerza, haciéndola caer al suelo. El golpe resonó en su pecho como un eco de su impotencia.
—¡Escúchame! —dijo, molesto y alterado—. Dentro de poco o mucho, te irás conmigo. Ni Oscar ni otra persona podrá cambiar eso.
Con esas palabras resonando en su mente, Brown se retiró del lugar, dejando a Miranda en el suelo. Ella se quedó allí, con el corazón palpitante y una tristeza profunda envolviendo su ser. La duda comenzó a anidar en su mente: ¿sería cierto lo que había dicho? ¿Oscar ya no volvería a intentar ayudarla?
Miranda miró hacia el horizonte, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con brotar. La desesperanza empezaba a calar hondo en su corazón mientras reflexionaba sobre su situación.
Lunes por la noche:
Oscar estaba sentado en su cama, el silencio del departamento envolviéndolo como un manto pesado. La mayor parte del día había pasado sumido en sus pensamientos, atormentado por el eco de lo que había hecho. Asesinar a una persona es una carga que podría aplastar incluso a los más fuertes, y aunque él se creía resistente, el miedo era un peso aún mayor.
Con las manos entrelazadas sobre sus rodillas, sus pulgares giraban nerviosamente entre sí, buscando respuestas en un laberinto de dudas.
—Le hice una promesa a Miranda... —murmuró para sí mismo—. Pero no puedo evitar sentirme mal conmigo mismo. Le arrebate la vida a alguien... Por más miserable que fuera esa persona. ¿Quién soy yo para decidir eso? El único que se siente con derecho es mi padre —dijo, apretando los dientes como si pudiera ahogar su propia culpa.
Una ola de desasosiego le recorrió el cuerpo, mientras luchaba contra los pensamientos que lo asediaban.
—Pero si hay algo que he aprendido, es que nunca debo romper una promesa... sea cual sea la forma en que se presente: emocional, física o mentalmente... Debo cumplirla —reflexionó en voz alta, como si hablar consigo mismo pudiera proporcionar algo de claridad—. A veces, somos nuestros propios mejores consejeros. Ella no tiene la culpa de esto... Y está atrapada en las garras del peor tipo.
Sus palabras resonaron en la habitación vacía, pero no ofrecieron consuelo. La lucha interna continuaba; cada decisión parecía un paso hacia un abismo oscuro del cual no podía escapar.
Cerró los ojos un momento, buscando desesperadamente un instante de paz y tranquilidad... Hablando en su mente.
—Por favor, padre, ¿qué debo hacer en este momento? —susurró en su interior.
El departamento se transformó en un refugio de calma mientras intentaba no sobrepensar las cosas. La soledad del lugar lo envolvía, pero también le ofrecía un espacio para reflexionar.
—Brown ya sabe que soy un fugitivo; cualquier movimiento en falso podría costarme caro. Pero no me interesa caer en la cárcel... Si puedo hacer el bien una vez más, eso me haría feliz.
Al abrir los ojos, sintió que finalmente había tomado una decisión. La determinación brillaba en su mirada mientras sus ojos se posaban en la cruz colgada en la pared. Al verla, todo lo demás parecía desenfocarse, como si solo existiera ese símbolo de esperanza y redención.
—Si ayudo a Miranda, podría ser una forma de redimirme. Tengo que seguir adelante. Lo prometido es deuda y no cargaré con esa culpa tampoco —declaró firmemente.
—Hay riesgos... —reflexionó—. Pero estoy dispuesto a asumirlos. Nunca antes había sentido algo así por una mujer... No me importa lo que me pase a mí; mi vida se vino abajo. Solo quiero redimirme ayudando con lo que puedo.
Se levantó de la cama como si hubiera recargado energías de un lugar profundo dentro de él. Cerró los ojos nuevamente, sintiendo una renovada determinación.
—Gracias, gracias por esta nueva oportunidad, padre. Me siento mejor; gracias por guiarme por el camino correcto.
Oscar había tomado una decisión crucial... ¿Habrá sido la correcta? Estaba dispuesto a enfrentar los riesgos con valentía.
Fácil de entender, felicitaciones autora, recomiendo ésta novela 100%🇨🇱
Fácil de entender, felicitaciones autora, recomiendo ésta novela 100%🇨🇱
Ojalá Oscar y Miranda, encuentren juntos la solución a sus problemas. 🥺🥺🥹😔