Luca, un omega que ha ocultado su identidad en las sombras del crimen de Verona, es descubierto por Alessandro Moretti, el implacable capo de la mafia. Mientras Luca es arrastrado a un mundo lleno de peligro, traiciones y poder, la atracción entre ambos crece, desatando un juego mortal donde el deseo y la protección se entrelazan. En un entorno donde nadie es lo que parece, Luca y Alessandro deberán decidir si su conexión es una fortaleza o una debilidad que los destruirá.
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capitulo 2: JUEGO DE PODERES
Los días pasaron, pero la sensación de haber cruzado una línea invisible no abandonaba a Luca. Cada vez que trabajaba en el club, sentía los ojos de Alessandro siguiéndolo. El capo volvía regularmente, y aunque nunca interactuaba directamente con él, Luca sabía que algo estaba en marcha. Algo que escapaba a su control.
Alessandro, por su parte, no podía dejar de pensar en Luca. En su mundo, los alfas dominaban, y los omegas, aunque raros, eran codiciados. Sin embargo, Luca no encajaba en el molde habitual. Había una fuerza en él, una resistencia que Alessandro encontraba intrigante. Más allá del deseo físico que comenzaba a crecer en su interior, había una curiosidad insaciable. Quería saber quién era realmente ese joven, qué secretos escondía.
Una noche, Alessandro decidió actuar. Ordenó a uno de sus hombres que trajera a Luca a su mesa, bajo el pretexto de discutir un asunto relacionado con el club. Luca, al ser llamado, no tuvo más opción que obedecer. Sabía que negarse no era una opción, y aunque una parte de él temía lo que estaba por venir, otra parte, más pequeña pero creciente, sentía una extraña emoción.
—Siéntate —ordenó Alessandro, señalando la silla frente a él.
Luca obedeció, tratando de mantener la calma.
Luca tomó asiento frente a Alessandro, tratando de disimular el temblor en sus manos. El capo lo observaba con una intensidad inquietante, como si estuviera despojándolo de todas sus defensas, capa por capa. A su alrededor, el ruido del club parecía desvanecerse, dejándolos a ambos en una burbuja donde solo existían ellos dos.
—He visto cómo trabajas aquí, Luca —dijo Alessandro, sin dejar de mirarlo directamente a los ojos
—Eres eficiente, silencioso. No te metes en problemas. Pero hay algo en ti... algo que me hace pensar que no encajas del todo en este lugar. Luca tragó saliva, sin saber cómo responder. Sabía que cualquier paso en falso podría costarle caro. Alessandro era conocido por ser implacable, y no había espacio para la debilidad o la duda.
—Solo hago mi trabajo, señor Moretti —respondió finalmente, intentando mantener su voz firme
—. No busco problemas.
Alessandro dejó escapar una pequeña sonrisa, más un gesto calculado que una verdadera muestra de simpatía. Sabía que Luca estaba midiendo cada palabra, cada movimiento, y eso solo incrementaba su interés. La tensión en el aire era palpable, una danza peligrosa entre depredador y presa.
—Eso es lo que me intriga —dijo Alessandro, inclinándose hacia adelante, acercándose lo suficiente como para que Luca sintiera el poder de su presencia
—. Un omega como tú, en un lugar como este… deberías haber llamado la atención de otros antes. Y sin embargo, aquí estás, intacto. Como si supieras cómo moverte en este mundo sin dejar huella.
El corazón de Luca se aceleró. ¿Cómo sabía Alessandro que él era omega? Había hecho todo lo posible por ocultarlo, por mantenerse bajo el radar. Pero, en retrospectiva, era ingenuo pensar que podría pasar desapercibido para alguien como Alessandro Moretti.
—No sé de qué habla —respondió Luca, tratando de sonar neutral, pero notando el leve temblor en su voz. Alessandro sonrió más abiertamente esta vez, un gesto cargado de peligro y diversión. Se reclinó en su silla, manteniendo sus ojos fijos en los de Luca, disfrutando del juego.
—No me mientas, Luca —su voz era suave, casi seductora, pero con un trasfondo de advertencia
— Sé lo que eres. Y, por alguna razón, has logrado mantenerlo oculto en este club lleno de alfas y betas sedientos de poder.
Eso, por sí solo, me dice que eres más inteligente de lo que dejas ver. Luca sintió una mezcla de terror y asombro. Nadie, en todo el tiempo que había trabajado allí, se había acercado tanto a descubrir su verdad. Sabía que debía ser cuidadoso. Alessandro Moretti no era alguien con quien se pudiera jugar. Pero lo que más lo perturbaba era que, a pesar del miedo, había una chispa de atracción en su interior que no podía negar.
—¿Qué quiere de mí, señor Moretti? —preguntó Luca, finalmente cediendo a la tensión. Sabía que la única manera de salir de esta situación era enfrentarla directamente. Alessandro lo miró en silencio por un largo momento, evaluando su pregunta. El club seguía funcionando a su alrededor, pero para ellos, parecía que el tiempo se había detenido.
—No quiero hacerte daño, Luca —respondió el alfa, con una sinceridad que lo sorprendió
--No estoy aquí para romperte, como muchos en mi posición harían. De hecho, quiero protegerte. Luca frunció el ceño, incrédulo. Las palabras de Alessandro sonaban sinceras, pero en su mundo, la protección venía con un precio. Nadie daba nada gratis, y mucho menos alguien como él.
—¿Protegerme de qué? —preguntó con cautela.
—De los otros alfas, de las familias rivales, de este mundo —respondió Alessandro sin rodeos
—Aquí afuera, un omega como tú es visto como una presa fácil. Si no fuera yo quien estuviera interesado en ti, ya habrías sido reclamado por alguien mucho menos... considerado. Luca no pudo evitar soltar una pequeña risa nerviosa.
—¿Y qué me hace pensar que usted es diferente?
—replicó, mirando a Alessandro a los ojos. El capo sonrió, no ofendido por la pregunta, sino más bien entretenido por la audacia de Luca. —Porque, a diferencia de otros, yo no quiero simplemente poseerte, Luca. Quiero que estés a mi lado... voluntariamente. Esa confesión dejó a Luca sin palabras. No era el tipo de oferta que esperaba de un hombre como Alessandro Moretti. Pero, de alguna manera, esas palabras lo dejaron aún más confundido. El omega sabía que nada era tan simple en el mundo de la mafia, y mucho menos cuando se trataba de relaciones entre alfas y omegas.
—No entiendo... —comenzó Luca, pero Alessandro lo interrumpió suavemente.
—Lo harás. Pronto lo harás. Pero quiero que sepas algo, Luca —su voz bajó un tono, volviéndose más seria
—Estás entrando en mi mundo ahora. Un mundo donde las lealtades son frágiles y el peligro es constante. Si decides estar conmigo, habrá riesgos. Y no solo para ti, sino también para mí. Pero si decides quedarte, te prometo que nadie te tocará sin mi permiso.
Luca lo miró, con el corazón en un torbellino de emociones contradictorias. Alessandro le ofrecía protección, pero al mismo tiempo lo estaba atrayendo hacia un abismo oscuro. Sabía que estar al lado de un hombre como él no sería fácil. Pero, por alguna razón que no podía entender, sentía que el destino ya había decidido por él. Finalmente, asintió lentamente.
—De acuerdo —susurró, sabiendo que su vida nunca volvería a ser la misma...