En este mundo puedes elegir dos cosas, ser un super héroe o una persona normal. Toda la población de la humanidad tiene por lo menos un poder, pero en el siglo XXI nace una persona que cambia por completo la humanidad y el planeta.
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Los exámenes de admisión
Desde que comenzaron las clases, Junior había logrado pasar la materia de investigación con un tres cinco, lo cual no era un puntaje excelente, pero al menos suficiente para no preocuparse demasiado. Sus amigos tampoco lo estaban haciendo mal. Las tardes en la academia eran intensas, pero divertidas; los estudiantes mejoraban cada día en combate cuerpo a cuerpo, y todos parecían disfrutar las habilidades que estaban desarrollando. A pesar de ello, Junior no estaba del todo contento. Su mente seguía atrapada en pensamientos sobre Valentina.
Esa misma mañana, las noticias habían anunciado que a Valentina le quedaba solo un año para graduarse como superheroína. La noticia se convirtió rápidamente en el tema del día. Todos hablaban de ella, y Junior no podía evitar sentirse inquieto.
Durante el recreo, decidió subir al techo para despejar su mente. Desde allí, su mirada se detuvo en una chica de once que no reconocía. Parecía ser nueva, ya que Junior estaba seguro de no haberla visto el año anterior en décimo. Tenía el cabello liso, de un rubio cenizo con reflejos grises que brillaban bajo el sol. Era casi tan alta como él, llegando aproximadamente a la altura de su hombro. Sus ojos eran de un gris claro, y su piel pálida parecía resplandecer con la luz del día. Intrigado, Junior se quedó observándola en silencio, hasta que el timbre sonó, sacándolo de su ensimismamiento.
De vuelta en el pasillo, Junior se cruzó nuevamente con la chica. Notó que su aula estaba cerca de la suya, y, aunque no quería parecer extraño, la siguió disimuladamente. Al detenerse frente a una puerta, vio el letrero que indicaba "Once Dos". Justo en ese momento, Nicole apareció de repente, tomándolo por sorpresa.
-¡Epa! ¿Qué estás mirando? -le preguntó Nicole, con una sonrisa divertida.
-Nada... nada -respondió Junior rápidamente, intentando disimular mientras la llevaba de vuelta hacia el pasillo principal.
-No me mientas. La última vez que te vi así fue cuando conociste a Valentina.
-Te digo que no es nada -insistió Junior, aunque su rostro lo delataba por completo.
-Claro, claro... y yo nací ayer -bromeó Nicole, con una expresión maliciosa en su rostro.
-Tal vez tengas razón -respondió Junior evasivamente, intentando desviar la conversación.
-¡Grosero! -exclamó Nicole, cruzando los brazos con fingida indignación.
-Perdona, es que... luego te cuento. Ahora vamos, que la clase está por comenzar.
Junior y Nicole se dirigieron a su respectiva aula para prepararse para las clases que tenían a continuación. Los estudiantes estaban listos para la intensa práctica que les esperaba. Sin embargo, antes de que la lección pudiera comenzar, una voz resonó por los altavoces, interrumpiendo la rutina.
-¡TODOS AL AULA MÚLTIPLE! -ordenó el rector con un tono firme que dejó a todos en silencio por unos segundos.
Los estudiantes y profesores intercambiaron miradas desconcertadas antes de obedecer. Al llegar al aula múltiple, se encontraron al rector de pie, sosteniendo un vaso de agua con gas. Aquello provocó murmullos entre los asistentes, ya que era conocido que solo tomaba agua con gas en momentos de nerviosismo o tras recibir noticias importantes.
El rector se tomaba el agua con gas, esperó a que todos estuvieran en sus lugares antes de hablar.
-Jóvenes, buenos días. Tengo una noticia importante para ustedes -comenzó, pero hizo una pausa para beber un sorbo más de agua, lo que aumentó la inquietud en el aula.
-¿Qué será lo que nos va a contar? -murmuró Junior, mirando a Nicole.
-Muy bien... -continuó el rector-. La academia técnica ha recibido el gran honor... -se detuvo nuevamente, lo que provocó que algunos estudiantes perdieran la paciencia.
-Este viejo nos está tomando del pelo -susurró Salazar a Sofí, quien apenas pudo contener una risa.
Finalmente, el rector alzó la voz con entusiasmo:
-¡El honor de representar a Colombia en los exámenes de admisión!
La noticia cayó como una bomba. Los estudiantes se levantaron de sus asientos en un estallido de júbilo. Gritos de alegría, abrazos y aplausos llenaron el aula múltiple. Sin embargo, en medio del entusiasmo generalizado, Junior, Nicole, Ome, Karoth y Daniela se miraban entre sí, confundidos.
-¿Qué son esos exámenes? ¿Por qué están todos tan emocionados? -preguntó Junior en voz baja.
-¿Hablas en serio? ¡Son los exámenes más importantes del mundo! -respondió Sofí, que había oído la pregunta.
-¿Y eso qué tiene que ver con nosotros? -insistió Junior, todavía sin entender.
Salazar abrió la boca para explicarlo, pero el rector retomó la palabra, aclarando las dudas de muchos.
-Para los que no lo sepan, los exámenes de admisión son una competencia internacional que reúne a todas las academias del mundo -explicó-. Constan de tres pruebas, y el ganador se gradúa automáticamente como superhéroe, sin importar su grado.
Un murmullo recorrió la sala.
-¿Qué? ¿Entonces no tenemos que esperar hasta graduarnos? -preguntó Junior, incrédulo.
-Exacto -continuó el rector, captando la atención de todos-. Cada país selecciona una academia para que lo represente. Este año, Colombia ha elegido a nuestra institución. Tres estudiantes serán seleccionados para competir, y el ganador de las pruebas será reconocido globalmente como un héroe certificado.
La emoción se palpaba en el aire. Algunos comenzaron a planificar cómo destacar durante las próximas pruebas internas, mientras otros simplemente soñaban con la posibilidad de representar a su país.
Nicole, aún procesando la noticia, levantó la mano.
-¿Cuando va hacer la elección de los tres estudiantes?
El rector contestó.
-Este sábado se realizarán las eliminatorias internas para elegir a los tres representantes.
-¿Solo tres? -exclamó Ome, sorprendido.
-Así es -confirmó el rector-. Además, me informaron que este año los estudiantes de noveno no podrán participar, por motivos de seguridad.
Algunos estudiantes de noveno dejaron escapar gemidos de decepción, mientras que los de grados superiores intercambiaban miradas competitivas.
-Los seleccionados viajarán a Bogotá el 26 de marzo, donde se les informará la fecha de inicio de las pruebas -concluyó el rector, antes de dar por terminada la reunión.
Después de que terminó la reunión en el aula múltiple, los estudiantes regresaron a sus salones, dejando a los profesores en la sala de juntas. Apenas se sentaron, la charla sobre los exámenes de admisión se reanudó, llenando el aula con un bullicio de emociones y opiniones encontradas.
-Jajajaja, ¡es mi oportunidad de brillar! -dijo Salazar con una sonrisa amplia y confiada.
-¿Perdón? -preguntó Sofí, levantando una ceja.
-Perdonada -respondió Salazar con descaro, provocando una risa contenida en el grupo.
-¿Y acaso tú crees que tienes posibilidades de pasar? -intervino Cruz, con tono desafiante.
-Por supuesto que sí -afirmó Salazar, cruzándose de brazos con orgullo.
Karoth, que había estado escuchando en silencio, decidió intervenir.
-A ver, ustedes están tan emocionados con estos exámenes, pero estoy segura de que deben ser extremadamente peligrosos.
-Sí, pero también es un gran honor en el mundo heroico -respondió Sofí, intentando suavizar la tensión.
Junior, que había estado callado, suspiró antes de hablar.
-Tanta emoción por unos exámenes y ni siquiera sabemos quiénes van a terminar participando. Dudo mucho que alguno de nosotros sea elegido.
-¿No piensas ir el sábado para la selección? -preguntó Cruz, sorprendido.
-No. No me interesa -respondió Junior mientras se levantaba para salir del salón.
Junior caminaba distraído hacia el baño, con la mente enredada en pensamientos sobre los exámenes y las implicaciones de participar. Estaba tan absorto que no se dio cuenta de que alguien venía en dirección contraria hasta que chocó con esa persona.
-¡Ah! Lo siento, no te vi -dijo Junior rápidamente, intentando levantarse sin mirarla.
-Hola -respondió una voz femenina, suave pero firme.
Junior se detuvo, sorprendido por el tono de la voz, y alzó la mirada.
-Ah, hola... -respondió algo nervioso, tratando de no parecer grosero.
-Saavedra, ¿cierto? -preguntó ella con una pequeña sonrisa.
-Sí, Juan Pablo Saavedra -contestó, aún un poco confundido.
-Camila Vargas, un placer conocerte -dijo ella, extendiéndole la mano.
Junior la miró por un segundo antes de estrechársela.
-El placer es mío. Qué bonito nombre tienes, por cierto.
-Gracias -Camila sonrió, y su expresión parecía iluminar el pasillo.
-¿Cuántos años tienes? -preguntó Junior, intentando alargar la conversación.
-Diecisiete. ¿Y tú?
-También diecisiete.
-Qué coincidencia, qué bien -respondió Camila, con un tono amigable.
Junior asintió, sintiéndose un poco más relajado.
-¿Eres nueva aquí, verdad? -preguntó después de un momento de silencio.
-Sí, acabo de llegar hace unas semanas -contestó ella.
-¿Y de dónde vienes?
-De la Ciudad de México.
-Ah, entonces eres extranjera.
-Sí, mexicana obviamente -dijo ella con una sonrisa.
Junior la observó por un momento antes de hablar de nuevo.
-Estás... muy linda.
Camila rió suavemente, agradecida por el cumplido.
-Gracias.
-¿Puedo preguntarte algo más? -dijo Junior, sintiendo un poco de timidez.
-Claro, dime.
-¿Cuál es tu poder?
-Soy una bruja -respondió Camila con naturalidad, como si no fuera nada fuera de lo común.
-¡Wow, eso suena increíble!
-Gracias. Y tú, ¿cuál es el tuyo?
-Ah, bueno, tengo cuatro poderes.
-Eso también es genial -dijo ella con sinceridad.
-Oye, si no te molesta... ¿me das tu número? Solo si quieres, claro.
Camila sonrió y asintió.
-Claro, pásame tu teléfono.
Junior rápidamente sacó su móvil, y Camila ingresó su número.
-Listo -dijo ella, devolviéndole el celular.
-Gracias.
-De nada. Nos vemos, Juan Pablo.
-Nos vemos, Camila.
Ambos se dirigieron a sus respectivos salones, pero no sin antes intercambiar una última sonrisa coqueta. Junior no pudo evitar sentir que aquel encuentro le había alegrado el día.
Cuando el colegio terminó, Junior regresó a su casa. El ambiente en el hogar estaba tranquilo, y su papá ya lo esperaba para cenar. Se sentaron juntos en la mesa, y Junior, aún pensando en los eventos del día, decidió compartir con su padre lo que había sucedido en la academia.
-Papá, hoy en la academia anunciaron algo importante sobre unos exámenes de admisión -dijo Junior mientras tomaba un bocado de su comida.
-¿De verdad? ¿Qué dijeron? -preguntó su padre, dejando su tenedor a un lado para escuchar con atención.
-Explicaron que nuestra academia fue elegida para representar a Colombia en esos exámenes, pero no estoy seguro de querer participar en la prueba de elección -respondió Junior, bajando un poco la mirada.
-Hijo, ¿sabes lo que eso significa? Ser parte de estos exámenes es un gran honor en el mundo heroico.
-Sí, ya lo escuché varias veces, pero también dijeron que las pruebas son extremadamente peligrosas.
El padre de Junior asintió con seriedad.
-Tienes razón, lo son.
-Entonces, ¿por qué tanta emoción? -preguntó Junior, con genuina curiosidad.
-Porque esas pruebas son una tradición en la comunidad heroica, una forma de demostrar valor y habilidades. Pero no te voy a mentir, hijo: son muy duras y no todos logran superarlas.
Junior lo miró con más atención, notando un destello de nostalgia en los ojos de su padre.
-¿Cómo lo sabes?
-Porque yo participé en esos exámenes cuando era joven -confesó su padre, dejando a Junior boquiabierto.
-¿Qué? ¿Tú estuviste en los exámenes de admisión?
-Sí. Mi academia fue seleccionada hace años, y yo fui uno de los tres elegidos para representar a Colombia.
-¡Eso es increíble! ¿Y cómo te fue?
El padre de Junior suspiró, recostándose en su silla con una expresión amarga.
-No muy bien, para ser honesto. Mi equipo y yo viajamos a Bogotá para presentar la primera prueba. Nunca pensé que nuestra falta de coordinación nos costaría tan caro. Fallamos en trabajar como equipo, y quedamos eliminados desde la primera ronda. Fue humillante. Mis compañeros me culparon por la derrota, y me convertí en la vergüenza de nuestra academia y, para algunos, del país.
Junior lo miró sorprendido. Nunca había escuchado esa historia, y ahora entendía por qué su padre siempre hablaba con tanto cuidado sobre las competencias.
-Vaya... No sabía eso.
-Fue una lección dura, hijo. Pero también aprendí algo importante: no importa cuán fuerte seas, en este mundo el trabajo en equipo es fundamental. Si decides participar, recuerda eso.
Junior guardó silencio por un momento, reflexionando sobre las palabras de su padre. Luego, con determinación en su voz, dijo:
-Sabes qué, papá, voy a participar en la prueba de elección.
El rostro de su padre se iluminó con una mezcla de sorpresa y orgullo.
-¿Estás seguro?
-Sí. Quiero demostrar que puedo hacerlo. Y esta vez, prometo no fallar.
-Eso es lo que quiero escuchar. Si decides ir, da lo mejor de ti. Espero que no solo pases la prueba, sino que también llegues a los exámenes de admisión y representes a nuestra familia con orgullo.
Junior asintió con una sonrisa.
-Lo haré, papá. Ganaré.
Esa noche, Junior fue a su habitación con una nueva determinación. Sabía que el camino no sería fácil, pero también sabía que no estaba solo. Tenía el apoyo de su padre y de sus amigos.
El sábado llegaría pronto, y con él, la prueba que definiría el próximo gran capítulo de su vida.
soy nuevo en este lugar y en todo el tiempo que tengo aquí (2 días XD) eres el mejor que escribe. PERO ahí te va
Narras bien, pero te falla en cuanto a colocar los tiempos y los sucesos, osea, se entiende a dónde vas, pero vas muy rápido y no dejas q lo demás tome se desarrolle o tome explicación. Muchos datos en muy poco tiempo. Te recomiendo que tengas un poco más de paciencia y orden para escribir en cuanto a dar datos se refiere (yo sé q todos tenemos y queremos dar nuestra historia a conocer pero no hay q comer ansias)